Capítulo 4: Sospechas

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Pasó bien su primera noche, siempre bajo la estrecha vigilancia de Simone que le tocaba guardia y se quedó a dormir en el hospital. Iba cada a hora a controlar sus constantes aunque una vez superados los 36º de temperatura corporal su joven paciente estaba fuera de peligro y dormía plácidamente.

A primera hora de la mañana le hizo un reconocimiento exhaustivo y si todo iba bien le daría el alta en unos dos días.

— ¿Y a dónde iré?—preguntó John acomodándose en la cama.

—Puedes quedarte conmigo y mi hijo—contestó Simone sin dudar—Hasta que sepamos quien eres te puedes quedar en mi casa, tengo una habitación libre.

John le miró sin saber que decir, no quería ser ninguna carga y no la conocía de nada aunque le parecía una buena persona al igual que Tom. Por otro lado, sin ningún documento de identidad ni dinero, ¿dónde podría ir?

—Si no quieres, tenemos un bonito hotel en Büsum—murmuró Simone al ver que no decía nada—Pensé que estarías más cómodo con alguien conocido...

—Su casa estará bien, gracias—se apresuró a decir John—Usted y Tom son las únicas personas que conozco y no me gustaría irme a otro sitio rodeados de extraños.

—No se hable más, cuando estés en condiciones te trasladas—dijo Simone asintiendo—Y no te preocupes por el tiempo, puedes quedarte hasta que recuperes tu memoria del todo y más si lo necesitas. Y llámame Simone, por favor.

—Gracias, Simone—murmuró John pensativo.

Había algo en lo que había dicho que le hizo arrugar la frente..."si lo necesitas". Tenía un vago recuerdo por así llamarlo de que cuando le pasó el accidente huía de algo o alguien, y en esos momentos sin saber nada de su pasado lo que más necesitaba era esconderse hasta recuperar todos sus recuerdos.



Una vez acordado lo de su nuevo alojamiento, Simone le sirvió el desayuno y dejó que descansara el resto de la mañana. Fue a su despacho y estudió los resultados de la analítica que le había hecho. Tenía el hierro algo bajo y había encontrado también restos de una sustancia que le llamó mucho la atención.

— Flunitracepam—leyó en voz baja arrugando la frente.

Cogió el teléfono y llamó a su hijo para ponerle al día de lo que había descubierto. Mucho se temía que alguien había tratado de envenenar a John y tuvo mucha suerte de que la cantidad ingerida fuera mínima.

Quedaron en verse esa misma mañana tras dejar la visita del doctor Jost a John, mejor interrogarle cuando hubiera hablado con él y estuviera algo más relajado. Colgó el teléfono satisfecha y se puso a repasar más historiales, al tiempo que leía por encima la primera página del periódico local. La foto de John aparecía bajo un rótulo que pedía ayuda para identificar al chico hallado medio inconsciente en la playa la mañana anterior.

Suspiró pensando que alguien vería la foto e iría al hospital a darles alguna información que les sirviera...



Georg miraba también el periódico sentado en recepción. Esa mañana era muy tranquila y había tenido tiempo de hacer el inventario del almacén antes de la visita del primer paciente de la doctora Kaulitz.

Alzó la mirada al ver que entraba un chico por la puerta. Arrugó la frente, no era el señor Thompson, que tenía hora para las 9 y media.

—Hola—saludó el chico apoyándose en el mostrador de recepción—Me gustaría hablar con el chico.

Take me homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora