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Sander terminó su sesión de fisioterapia a tiempo, al menos estaba mejorando y pronto estaría en el campo. No veía la hora de entrenar en serio, no los tontos ejercicios que le hacían hacer, con eso no recuperaría la masa muscular que había perdido en esa maldita pierna.

Torció los ojos y miró su teléfono, Kaleb había quedado en llamarlo y aún nada. Mordió su labio inferior con ansiedad, quizás el chico perdió el interés ahora que por fin había cedido a sus insinuaciones.

Probablemente quería que siguiera negándose ya que le iban los tíos difíciles.

Bueno, al carajo, había dejado de pretender ser difícil, ya no podía seguir resistiéndose a él y si no llamaba estaba bien, mejor que bien en realidad, de esa forma evitaría las posibles consecuencias que podrían tener si hacían una cosa tan loca como ceder a sus instintos.

—Comandante —Sander miró al frente, su antiguo Teniente Coronel había sido ascendido por fin, el hombre lo miró tan estoico como una roca y trató de arreglar su postura.

Estaba hecho un desastre con esta situación de la pierna.

—Coronel, felicidades por su ascenso.

—Gracias, Comandante. ¿Está recuperándose sin dificultad? —preguntó mirando su bastón, Sander apretó el mango de madera.

—Sí, señor, pronto podré estar de vuelta en el campo —Sander colocó la mano en su bolsillo al escuchar la notificación de su teléfono.

—Bien, concéntrese primero en esto, luego veremos lo demás.

—Sí, señor.

Sander tragó y se alejó, el mensaje que había esperado toda la mañana por fin llegó. Muy mala sincronización con el Coronel tan cerca, no es como si él pudiese saber que decía, sólo estaba nervioso.

Leyó la dirección, era un motel lejano de la ciudad, tendría que conducir, pero valdría la pena.

Y nadie los conocería en esa zona.

Sander subió a su auto, lo mejor de quitarse el maldito yeso y comenzar la rehabilitación era tener su auto de vuelta, condujo un buen tiempo y dio giros innecesarios por si alguien lo seguía, ya estaba paranoico y ni siquiera había hecho nada.

Detuvo el auto frente al motel y vio el lugar como si fuese a comerlo, esto estaba tan prohibido que simplemente debería enviar un mensaje y retirarse. Un buen Comandante siempre sabía cuando retirarse, cuando existía demasiado peligro.

Sander negó, sólo se engañaba a sí mismo como si fuese un tonto, no se iría, ya no, era demasiado tarde para dar marcha atrás.

Bajó del auto y agarró su bastón, luego de caminar hacia allí dio dos toques en la puerta, su corazón latía a toda velocidad y casi se detuvo cuando Kaleb le abrió y dejó pasar. Slander tuvo que mirarlo, traía puesto un jean de mezclilla y una camisa blanca que no dejaba nada a la imaginación, pronto no sólo sería su imaginación, tendría la prueba completa.

Se sentó en una de las camas individuales, dejó el bastón contra la pared y suspiró.

Joder, aún no se lo creía.

—¿Necesitas un trago? —Kaleb miró hacia el mini bar, Sander negó.

—No, nada de alcohol, necesito estar sobrio.

—Está bien entonces —murmuró sentándose en la cama contraria. Sander lo miró, su corazón seguía latiendo tan fuerte que apenas podía pensar algo coherente.

—¿Qué tal tu hermana? Dijiste que llamarías hoy.

—Dijeron que está estable, hablé con ella por videollamada a eso de las diez. 

Clasificado (BL) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora