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Sander se despidió de los niños con un beso en la frente luego de decirles que saldría, no estuvieron contentos, pero cuando David les dijo que ayudarían en el jardín olvidaron su malestar por completo.

Se vistió y luego caminó a la cocina, su madre estaba sentada en una de las butacas de la isla viendo a los niños trasplantar algunas plantas bajo la supervisión de su padre.

Sander sirvió café para ella y otro para él, Sander se sentó.

—Te dije ayer que saldría —mencionó suavemente, Betty asintió y probó el café.

—Sí, pero no dijiste a dónde —torció los ojos, por supuesto que ella intentaría sacarle la información.

—Ya no tengo que decirte esas cosas.

—Entonces, ¿estás saliendo con alguien? —preguntó Betty mirando hacia el jardín, Sander por poco escupe lo que tenía en la boca, tosió luego de tragarse el café.

—¿Qué? ¿Cómo llegaste a esa conclusión? —estaba prácticamente ahogado, así que Betty se puso de pie y trató de ayudarlo golpeando su espalda mientras respondía.

—Saldrás hoy y no tienes horario de llegada.

—Sólo saldré —murmuró deteniéndola y respirando con normalidad. Betty regresó a su silla y se encogió de hombros.

—Está bien, hace bastante que no sales con nadie, ¿hombre o mujer?

—¿Qué? —Sander se alegró de no tener nada en la boca esta vez, su madre iba a matarlo con estas preguntas. Betty arqueó una ceja.

—Recuerdo que también te gustan los hombres, fue un poco alarmante cuando hiciste que nos sentáramos en la sala de estar y nos miraste durante más de media hora antes de decirlo, pensé que había pasado algo malo.

Dios Bendito, Sander pasó una mano por su pelo corto, recordaba eso, fue a sus dieciséis años cuando descubrió que el hermano de su novia le gustaba tanto como ella, fue perturbador.

Más tarde, luego de una sesión de besos ilícitos con el chico y un golpe en la mejilla de parte de su ex-novia, por fin aceptó que podía gustar de ambas cosas sin problema alguno, no del golpe por supuesto.

Decirlo no fue tan fácil como descubrir lo que le gustaba.

—Mamá, no soy un adolescente.

—¿Sólo sales con mujeres últimamente por los niños?

—Es más fácil así, no traeré a un hombre a casa —admitió luego de unos minutos, Sander apretó la mandíbula—. ¿Qué les voy a decir?

Betty resopló con una sonrisa.

—Esas cosas son muy modernas ahora, ellos entenderán, quizás se alegren de estar a la moda y tener dos papás —Sander arrugó la frente, no, definitivamente eso no iba a pasar.

—No tienen que hacerlo, no voy a exponer a los niños a eso.

—¿Qué harás si te enamoras de un hombre?

—Terminemos esta conversación ahora.

Sander deslizó su taza de café por la encimera, seguir bebiendo quedaba totalmente descartado. Betty no se rindió, ella era más terca que él y eso decía mucho.

—¿Vas a responderme? ¿Hombre o mujer?

—No es importante, no traeré a nadie, sabemos lo bien que fue la última vez y fue una mujer, imagina si traigo a un hombre —de todas formas traer a Kaleb no era una maldita opción, además, las cosas no eran tan serias como para eso, sólo estaban… como lo llamaría Kaleb, sólo estaban tonteando como dos adolescentes.

Clasificado (BL) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora