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Kaleb suspiró bajando de su moto, hoy tenían una reunión en casa de Sander, a tres días de comenzar el ejercicio, en realidad tenía un mal presentimiento sobre ese estúpido ejercicio.

Algo saldría terriblemente mal.

Cerró los ojos y controló su respiración justo como le dijo su doctora, sólo estaba nervioso por volver, tenía que ser eso, simplemente dejaría de pensar en ello y afrontaría el día cuando llegase.

No podía enfrentarse a algo peor de lo que ya había pasado.

Kaleb caminó hacia la puerta y tocó, sin embargo no fue Betty u otro adulto quien le abrió la puerta. Morgan lo miró con sus ojos grises llorosos, Kaleb estaba entrando en pánico, se agachó para estar a su nivel.

—Kaleb...

—Morgan, ¿qué sucede? —el chico agarró su mano y lo jaló.

—Ven.

Kaleb se puso de pie, cerró la puerta y se dejó guiar.

—¿Por qué abriste la puerta?

—Los abuelos no están y papá… —Morgan calló, Kaleb arqueó una ceja.

—¿Qué pasa con tu padre?

El niño no le respondió, Kaleb dejó que lo llevara hacia el problema, estaba curioso de porque Morgan parecía tan nervioso. El motivo estaba apoyado sobre la mesa donde él mismo estuvo sentado la noche que trataba de convencer a Sander.

La chica estaba apoyada en la madera, una de sus manos agarraba la camisa de Sander, el mismo Sander que estaba besándola. Kaleb se molestó sólo por el simple hecho de verlos ahí, de esa mujer robando uno de sus recuerdos así como así.

Kaleb le cubrió los ojos a Morgan y se aclaró la garganta. Sander se alejó como si hubiese estado haciendo algo terrible, la mujer pasó la lengua por sus labios y lo miró, más bien repasó con la mirada.

—Kaleb, ¿ya es la hora de la reunión? —preguntó alejándose de ella y caminando hacia él.

—Sí, los demás deben estar de camino —Morgan pestañeó cuando le descubrió los ojos.

—¿Podemos hablar? —Kaleb sonrió y negó.

—Morgan quería enseñarme algunos juguetes, ¿cierto? —Morgan lo miró, no entendía nada, pero de todas formas cedió.

—Uhh… sí, puedo enseñarte mi dinosaurio, pero rápido, los tíos vendrán y con ellos puedo estar en la parte profunda de la piscina.

—Kaleb… —Kaleb miró al niño.

—Cámbiate de ropa, ahora iré a ver el dinosaurio, ¿está bien?

—Sí —dijo Morgan corriendo y alejándose.

Kaleb decidió entrar a la cocina ya que no veía forma de deshacerse de Sander, se apoyó en la encimera y miró por una de las ventanas de cristal. La mujer seguía fuera y más le valía quedarse ahí porque esta no era una conversación que ella pudiese escuchar.

—No es lo que parece —murmuró Sander viéndose arrepentido, Kaleb arqueó una ceja.

—Y no es algo que me importe, sólo respeta a tu hijo, cuando llegué Morgan estaba terriblemente ansioso, así que deberías poner límites o explicarle la situación a él, no a mí —trató de alejarse, no quería discutir sobre esto, no lo necesitaban, Sander agarró su muñeca.

—Espera…

—Escucha —dijo jalando su mano y mirando fuera, ella no estaba mirándolos, pero de todas formas no se arriesgaría—. No voy a ponerme a lloriquear por lo que acabo de ver, no pusimos reglas a esta mierda entre nosotros, así que estoy bien con eso —Kaleb se acercó sólo para que nadie pudiese escucharlos por accidente—. Sólo asegúrate de follarla con un maldito preservativo, no quiero que me pegues alguna enfermedad.

Clasificado (BL) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora