CAPITULO V: DOLOR

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Cuando desperté, no sabía qué había pasado. No recordaba nada. Poco a poco, los recuerdos llegaron a mí.

-¡Mierda! -no sabía de quién era la voz que salió de mí en el momento de la pelea.

-Ya despertaste, enana -entró Pedro a mi cuarto-. ¿Estás bien? ¿Quieres algo?

-No, tranquilo. ¿Qué pasó? ¿Dónde está mamá?

-Te desmayaste, y mamá está abajo hablando con el padre de Oliver -dijo sonriendo.

-¿Y por qué sonríes? Esto es algo serio, Pedro. Estaba estrangulando a su hijo -dije.

-Porque el señor no vino para reclamar, sino para agradecer por bajarle los humos a su hijo -dijo riendo.

Bajamos riendo y nos encontramos con mi madre y un señor que creo que era el padre de Oliver.

-Buenas tardes -dijimos al unísono, entrando a la sala mi hermano y yo.

-Hola, tú eres Lilian, ¿verdad? -preguntó el señor pelinegro.

-Sí, me disculpo por lo que ocurrió con su hijo, pero se atrevió a amenazar a mi hermano y a meterse conmigo, y no iba a permitir eso -dije con sinceridad.

-Entiendo. De hecho, yo soy el que pide disculpas. No crié a mi hijo de esa manera, y menos para que amenace a una dama. Te agradezco por haberle bajado los humos -dijo el señor sonriendo.

-Usted no debe disculparse, ya que no es su culpa. Y por lo demás, no se preocupe. Un placer -respondí y reí por lo último.

-Bueno, sin más que decir, me retiro con permiso. Y me disculpo otra vez, señora -ese señor sí que era educado, no como el cavernícola de su hijo.

-Chauuuu -dije dándome la espalda y subiendo a mi habitación otra vez.

-¿Adónde crees que vas? -mi madre-. Creo que me tienes que explicar algo, señorita.

-Mami, que Pedro te explique. Yo tengo sueño y debo alistarme para el colegio -me fui corriendo para no reírme.

Al llegar a la escuela, todos me miraban raro, pues usaba lentes oscuros y un suéter con la capucha puesta. Trataba de ocultar mi cara con la capucha todo lo que podía. No quería que me vieran. Había pasado una mala noche debido a pesadillas o, mejor dicho, recuerdos del pasado, y tenía unas horribles ojeras que ni con maquillaje se quitarían. Al caminar por el pasillo, vi a Oliver con su amigo y, más adelante, estaba Samuel guardando sus cosas. Traté de pasar sin que me viera, pero no resultó como quería.

-Hola, Lilian. ¿Cómo estás? -preguntó amablemente Samuel, un poco raro, ya que al principio no le agradé mucho. Creo que después de que mi hermano le gritara, se calmó conmigo.

-Estoy bien, disculpa, pero tengo prisa -me fui rápido sin escuchar su respuesta. Y aunque traté de que mi voz sonara normal, no lo logré, ya que salió un poco ronca.

Al entrar al salón, me senté rápidamente sin ser casi vista por el profesor. Aunque casi, porque igual me vio.

-¿Por qué llega tarde, señorita Harrington? -preguntó un poco molesto. Lo entiendo, era mi segundo día y ya llegaba tarde.

-Me quedé dormida, profesor -dije un poco alto para que me escuchara. Acababa de entrar, y ya me quería ir. Me sentía sofocada allí dentro.

Así duré una hora tratando de no quedarme dormida. Cuando empecé a sentir dolor en el pecho, como si me apuñalaran con plata hirviendo.

~¿Qué nos pasa, Kiara? ~pregunté asustada.

~Nuestro mate quiere marcar a otra ~respondió llorando.

~ Pero si no lo hemos encontrado todavía, ¿cómo es posible que lo sintamos?~estaba muy confundida.

~No lo sé, pero duele mucho~dijo llorando y no me dijo más.

Ya no pude más y me levanté de golpe, asustando al profesor, que escuchó el ruido cuando la silla, donde momentos antes estaba sentada, cayó al suelo.

-¿Qué le pasa, Harrington? Haga el favor de sentarse y hacer silencio sino quiere ir a ver al director-dijo molesto,  pero ya no podía más mi vista se nubló y caí al suelo, lo último que recuerdo es escuchar un grito.

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