CAPÍTULO XI: HÍBRIDA

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-Soy mitad demonio - estaba sorprendida, eso no me lo esperaba.

-Sí, cariño, lo eres - dijo mamá cabizbaja.

-Falta más, ¿verdad? - dije con miedo.

-Sí, pero necesito un poco de tiempo. Esto es más fuerte que lo anterior - dijo mi mamá.

-Claro, como si enterarme que soy mitad demonio no fuera fuerte - dije sarcásticamente. - Tranquila, tómate tu tiempo.

-Por favor, entiéndeme. No podía simplemente decirte "Oye, hija, eres mitad demonio" - dijo ahora ella con sarcasmo.

-Mamá, tuviste toda mi vida para decirme. ¿Qué hubieras hecho si el demonio que está dentro de mí hubiese despertado? - dije molesta.

-Ella ya está despierta, hija. Antes, cuando estabas en la otra escuela, tu demonio hizo una breve aparición y ocurrió el accidente - me miró a los ojos fijamente. Ella sabía que no fue un accidente, fui yo - y ahora, el día que defendiste a Pedro, ella despertó, pero agotó todas tus fuerzas y te desmayaste. Tus sentimientos ligados con el miedo de que a tu hermano le hicieran daño hicieron que tu demonio despertara definitivamente.

-¿Pero no debería ser mala? Ella no ha hablado conmigo.

-Lo hará pronto, tal vez cuando encuentres a tu mate ella salga a la luz.

-Bueno, ¿ya es tiempo suficiente para ti? ¿Ya me puedes decir lo que sigue?

-Tu padre era el amo y señor de ese palacio. Era el rey de los demonios, a quien todos pintan de despiadado. Nunca se portó mal conmigo. Él me amaba, aunque no fuera su alma gemela - una lágrima cayó por su mejilla - fue un error quedarme, sabiendo que algún día su alma llegaría. - estaba sumida en los recuerdos - finalmente, el día llegó. Yo estaba en el jardín con Pedro jugando cuando llegó tu padre junto con una hermosa doncella demonio. Él la miraba como si fuera todo para él, como si la amara sin importar nada. Y a mí me botó del castillo con mi hijo pequeño y un embarazo de poco tiempo, el cual aquel ser no sabía que existía.

-Mi padre...

-Él nos echó por su alma gemela. Él ni siquiera sabe que tú existes, cariño - mi madre lloraba - perdón por no cuidarte, por no ser lo que necesitan tú y Pedro.

-Mamá, por favor, no digas eso. Ese ser despreciable solo te usó mientras su alma llegara. Tú no tienes la culpa, y nos cuidaste, mamá - la abracé y me apoyé en ella para calmar su llanto.

Ella no fue perfecta. Su único error fue confiar en las personas equivocadas y amar a personas que no lo merecían.

-Eres una princesa. Eres la heredera del trono demoníaco - dijo ella mirándome.

Hasta ahora no me había dado cuenta de ese detalle. Si ese ser que me engendró es rey, yo, como su hija legítima, soy la princesa y, al ser la mayor, sería la heredera al trono demoníaco. Algo que totalmente no quería ni necesitaba. Me iría de esta manada, pero no para meterme en ese reino del demonio y menos con mi hermano conmigo. Ni siquiera podría pensar en ver la cara de aquel ser que se supone es mi padre.

-No voy a reclamar algo que no quiero ni necesito, mamá - dije.

-¿Por qué?

-Porque pronto me iré de la manada para siempre. Mi mate me rechazó y no tengo más nada que me ate a este lugar. Además, sé que moriré lentamente por el rechazo y no quiero morir en este lugar.

-Carino, eres una híbrida. Tu condición te permite tener dos mates, uno de cada especie: demonio y lobo. Si uno te rechaza, te quedará tu otro mate asignado por la diosa Luna. No vas a morir.

-Igual me iré. Muera o no muera, este lugar ya no es para mí. Yo no quiero seguir aquí.

-Haz lo que quieras, pero ten cuidado. Tu padre no sabe que existes, y si pisas el territorio demoníaco, se dará cuenta de tu existencia. Sangre reclama a sangre, no olvides eso.

-No pienso acercarme a ese lugar, tenlo por seguro. Además, estoy pensando en explorar el mundo humano para ayudar a Pedro a encontrar su mate.

Mi madre y yo quedamos hablando de qué haríamos cuando yo me fuera. Ella decidió quedarse con su pareja, ya que, según ella, lo amaba. Mientras que mi hermano y yo decidimos buscar nuevos horizontes. Ella se quedó en su manada.

Cuando llegó mi hermano y nos vio hablando de ese tema, se nos unió a la conversación dando su opinión sobre todo, diciendo que se iría conmigo sin problema, ya que no me quería dejar sola. Duramos todo el día hablando lo mismo para así tenerlo todo preparado el día de irnos. Solo pensaba en que dejaría a mi mejor amiga, mi escuela y a mi madre, pero pensar en todo lo malo que había pasado ahí solo me hacía pensar en irme lo más pronto posible.

También pensaba en el peligro del mundo humano y, aunque yo fuera más fuerte que ellos, me daba miedo pensar que también sería excluida en este mundo. Pero al recordar que mi hermano estaría conmigo en todo momento, me sentía segura. Tal vez encontraríamos nuestras almas gemelas y empezar una nueva vida.

-¿Sabes, hermano? Me da miedo ir a ese mundo, pero a la vez emoción, ya que podríamos encontrar nuestras almas gemelas. Aunque tal vez a mí me rechacen como el anterior - bajé la mirada, pues me daba miedo ser rechazada y ahora sí morir.

-Él no es como el otro idiota que era tu mate. Estoy seguro de que este sí te va a amar. ¿Quién no amaría a una mocosa hermosa como tú? - Me pellizcó la mejilla. - Y si lo hace, lo mataré y se lo daré a mi lobo.

-Eres adorable hermano - dije, sonriendo.

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