CAPÍTULO XXIV: ORGULLO

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NARRA PEDRO

Ver a mi hermana y madre pelear me hizo sentir muy orgulloso, ya que las dos mujeres más importantes de mi vida son, sin lugar a dudas, muy fuertes y capaces. Al final, terminaron cansadas a más no poder, pero fue increíble observar el potencial de ambas.

-¿A dónde vas, enana? -pregunté al ver que se dirigía al bosque.

-Para mí, el entrenamiento se acabó por hoy. Iré al arroyo a bañarme y relajar mi cuerpo; no me sigas, quiero estar sola -respondió y se fue, convirtiéndose en una gran loba con pelaje rojizo.

Me fui a la casa-mansión para descansar y subí a mi habitación; por suerte, no escuché a mi madre haciendo ruidos raros.

~Esos dos son unos golosos~ dijo mi lobo Rex.

~Estoy totalmente de acuerdo, amigo~ respondí, divertido.

NARRA LILIAN

Decidí irme al arroyo, donde tantas veces había ido. Esta vez no detecté olor desconocido, pero, sin embargo, quise asegurarme de que la zona fuera segura. Así que di una vuelta a los alrededores y, una vez segura de que solo estaba yo en aquel hermoso lugar, decidí desprenderme de mis ropas. Con cada prenda que me quitaba, sentía que la paz infinita me inundaba. Al cabo de un minuto, en el césped de aquel hermoso arroyo, se encontraba mi ropa. Una vez estando desnuda, decidí entrar; el agua me recorrió un escalofrío al sentir el agua fría recorriendo mi piel caliente de tanto entrenar y también satisfacción en mis músculos doloridos por el entrenamiento con mi madre. Sin duda, no me esperaba que ella diera tanta batalla. Claro, era consciente de que ella fue una de las mejores guerreras, pero cuando ella dejó su manada y empezó con sus múltiples noviazgos, no se defendía de sus golpes y maltratos, o al menos no que yo supiera, y el día de hoy me ha dejado totalmente deslumbrada al ser testigo de su fuerza y habilidad en el combate cuerpo a cuerpo.

Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no escuché cuando alguien se acercaba a mis espaldas.

-¿Loba?

Dí la vuelta preparada para atacar al desconocido, pero grande fue mi sorpresa al ver ahí de pie al cazador del otro día.

-Te dije que si te veía en mis tierras te iba a matar, cazador -dije con una sonrisa, salí del agua sin importar mi desnudes y me acerqué lentamente a él.

-N-no yo... -se le veía nervioso por mi cercanía- es-espera, loba.

-¿¡MATEO!? ¡¿DÓNDE ESTÁS?! -se escuchaban gritos a unos metros de donde nos encontrábamos.

-Con que te llamas Mateo ¿eh? -en realidad no quería hacerle daño, solo asustarlo para que no volviera- vete con tu gente o también los mataré, cazador.

-Escondete, loba, ellos traen armas con balas de plata -dijo apurado y con un poco de miedo en los ojos. Me empujó con cuidado al agua y me hizo señas de que guardara silencio, yo lo miraba incrédula sin decir nada. ¿Por qué un cazador ayudaría a una loba? -Debes esconderte, por las piedras ya están cerca- y no mentía, podía escuchar los pasos de aquellos otros cazadores acercándose, instintivamente oculte mi aroma. Entre la maleza salieron dos personas: una chica pelinegra alta con ropas de camuflaje y una pistola en la mano derecha, y el otro parecía que hacía ejercicio, el tamaño de sus brazos se asemejaba al de un árbol, su cabello era castaño y divisé un pequeño piercing en su labio. Este, al igual que la otra, no solo llevaba el uniforme de camuflaje sino armas con lo que dijo Mateo eran balas de plata.

-Te dije que no te alejaras, tonto -habló la mujer con voz chillona- ¿Te quieres volver a perder?

-Ya déjalo, Tamara, de seguro quería acabar él solo con algún lobo -habló el sujeto fuerte dirigiéndose a la chica de voz chillona- y no se alejó tanto de nosotros.

-Ya olvídenlo, además sabes que no estoy de acuerdo con eso de cazar lobos, Gael -habló Mateo con el fortachón.

~¿Un cazador que no caza? Interesante -hablé burlona Kiara- ¿Qué sigue? ¿Una loba vegetariana?

~Cállate, no me dejas concentrar, Kiara -la callé.

-Sí, sí, como digas, hermanito. Ahora vámonos, tengo hambre -Gael pasó su brazo por el hombro de Mateo y empezaron a caminar los tres juntos. Pude ver que Mateo volteó disimuladamente la cabeza para localizarme aún escondida entre unas piedras.

-Un momento, chicos, miren esto -habló la chillona- Es ropa de mujer, de muy mal gusto me parece. ¿Pero qué hace aquí?

-Tal vez sea de una de esas bestias. ¿Por qué no lo dijiste, Mateo? ¿Acaso la querías para otras cosas? -lo miró con una sonrisa pícara.

-Hermano, eres un puerco -habló haciendo una mueca- Ni siquiera la había notado allí.

-Bueno, en fin, ¿Nos la llevamos como prueba? Así, por lo menos, verán que puede que haya una manada de esas cosas y podremos atacarlas- dijo Támara.

-Bueno, pero ya vámonos también me dió hambre.

Observé como esos mugres cazadores se llevaron mis ropas obligandome a regresar a mi casa desnuda o en forma de loba.

~La primera no suena mal Lils, además sería refrescante después de tanto calor- rió mi loba.

~No, ni pensarlo nos iremos como lobas quiero evitar miradas raras de la manada.

-Ahs tu te lo pierdes, aburrida- cerró el link.

Kiara no tienes remedio

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