capítulo 11; el primero

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Acabamos de comer y respondí los mensajes de mis padres.

aa papá❤️

¿Ya has cenado?
sí, qué hacéis?
Los niños ya se han dormido y estoy viendo la tele. Además, tengo cotilleo.
cuál?
Eric buyer se ha ido con una tía pero no saben quién es. Creo que Javi lo sabe pero no lo dice.
Están investigándolo por el grupo. Dicen que a lo mejor está con una chica con la que tuvo algo, Gala Vinoly.
anda, cuando lo descubran dímelo

-¿Has mirado el grupo de la Kings League?
-No, ¿por?
-Porque están discutiendo sobre con quién estás.
Cogió el móvil y leyó la conversación.
-No tienen ni puta idea -dijo riéndose.
-Dice mi padre que creen que estás con una que se llama Gala Vinoly.
-Te pones celosa rápido, eh. -Ahí me di cuenta del tono que había empleado, que dejaba ver que no me hacía mucha gracia.
-No me pongo celosa.
-Lo que tú digas. -Se colocó la sudadera y nos quedamos unos segundos en silencio.
-Bueno, ha estado bien la cita.
-No es una cita.
-¿Y qué es?
-Una cena de amigos.
-Ah, sí, claro. Amigos.
Cambié de tema rápidamente, no me interesaba esa conversación ni la sonrisa provocativa que se le estaba poniendo.
-¿Dónde vamos?
-¿Dónde quieres ir?
-Pues ya que estamos aquí podemos subir un poco más e ir al mirador -dije colocándome bien en la silla y sonriendo-. De noche es más bonito
-Nunca he ido.
-¿Cómo que nunca has ido?
-No ahí, ni al Tibidabo.
Abrí mucho la boca sin poder creerlo.
-¿Cuánto llevas viviendo aquí?
-Tres o cuatro años.
-Pero como no vas a haber ido. -Se encogió de hombros mientras yo no salía de mi asombro.- Vale, pues ahora vamos a ir al mirador y otro día vamos al Tibidabo.
-Vale.
-Venga, vamos.
Cogí el bolso levantándome, lo que hizo que él rápidamente me imitara. Bajamos las escaleras, fuimos a la barra y pagamos a medias.
-¿Ahora dónde vais? -Dijo Victoria mientras le cobraba la mitad a Eric, intentando sacar tema de conversación para evitar el silencio incómodo.
-Al mirador, lleva viviendo aquí cuatro años y todavía no ha ido.
-Pero si es lo más bonito de Barcelona.
-¿Verdad?
-Bueno, vale, pesada, que ya voy a ir -dijo suspirando mientras me miraba.
Victoria negó sonriendo y me cobró la otra mitad a mí. Eric y yo nos despedimos de ella mientras salíamos y prometimos volver.
-Adiós, a ver si cuando volváis ya estáis juntos.
Cruzamos la puerta riendo y subimos algunos escalones.
-Está empeñada en que vamos a acabar juntos y ni nos conoce -dijo abrochándose el abrigo.
-A lo mejor luego tiene razón.
-¿Me estás queriendo decir algo?
-O a lo mejor no la tiene.
Levantó una ceja y ladeó la cabeza murmurando un: "vale".
Subimos todas las escaleras hablando sobre la familia y esas típicas cosas que se hablan en una primera cita.
Pasamos por un callejón iluminado solamente por las estrellas y varios faroles con poca luz para acortar camino.
-Me voy a doblar un tobillo y me voy a hacer un esguince.
-No seas dramática.
No he dicho nunca que tengo un don para predecir las cosas.
Unos diez escalones después, como se esperaba, me doblé el tobillo y me tuve que sentar en el siguiente.
-¿Estás bien? -Se agachó y me cogió el pie para verlo.- Vale, no estás bien.
No sé bien en cuántos santos me cagué pero me tuvo que parar Eric.
-Vamos al hospital.
-No, no, no. Al hospital no.
-¿Cómo que no? Naiara que no parece ni un tobillo esto.
-Que yo no piso el hospital, me pongo malísima.
-Venga, que no pasa nada.
Empecé a negar pero casi me obligó a levantarme mientras me sujetaba.
-Apóyate. -Pasé el brazo por su hombro y él puso un brazo en mi cintura.- ¿Puedes?
-Despacio, sí.
Bajamos las escaleras lentamente. Yo iba soltando una palabrota en cada escalón y él iba intentando tranquilizarme. Así seguimos hasta que encontramos su coche, que estaba más cerca.
-Luego que venga tu padre a por tu coche o algo. -dijo mientras me ayudaba a subir al asiento del copiloto.
-Vale, venga llévame a mi casa.
-Vamos al hospital, te has hecho algo seguro.
-No, no, no. Te juro que me bajo y me vuelvo en metro.
Arrancó impidiéndome cumplir lo que acababa de decir y empezó a conducir rumbo al edificio.
-Pues te tendrás que tirar en marcha.
-Por favor, que lo paso fatal.
-Tranquila, si solo te pondrá una venda o lo que sea.
Vi que iba a perder la discusión en cualquier caso, así que me callé lo que duró el trayecto.
Llegamos al parking de la clínica privada en la que mi madre me tuvo y a la que llevo yendo desde niña. Me sorprendió que se acordara, se lo había dicho mientras cenábamos pero creía que no me escuchaba o no se quedaba con lo que decía. Se bajó y vino a mi puerta para ayudarme a llegar.
-No.
-Venga Naiara.
-Que no. Entro y me empiezo a marear, soy muy aprensiva.
Negué muchas veces con cara de perrito al que le están regañando, lo que le hizo suspirar. Me tendió la mano y le miré extrañada, sin entender su gesto.
-Pasamos y me das la mano. Si te mareas, te sujeto; si quieres vomitar me lo dices y te acompaño al baño; y te prometo que no te dejo sola. ¿Vale?
No sé porqué pero me convenció. Por un momento sentí que si estaba con él, no me podía pasar nada.
Tomé su mano y salí del coche mientras Eric sonreía victorioso. Despacio, llegamos hasta la puerta y, en cuanto la crucé, me empecé a sentir mal. Solo ver las paredes blancas, el olor que había y esa luz tan clara me revolvía la tripa. Se debía de notar en mi cara, porque el chico que me acompañaba me miró preocupado y me separó un poco de él.
-¿Me estás separando para que no te vomite encima?
-Es que esta sudadera es nueva.
-Eres el romanticismo en persona, eh.
-¿No decías que esto no era una cita?
-Cállate, imbécil. Ni coja me dejas en paz.
Rio ante mi comentario y me sacó a mí una sonrisa. Llegamos a la sala de espera y nos sentamos. Estábamos en silencio, cada uno mirando su respectivo teléfono, pero yo cada vez me encontraba peor. Se me emborronaba la vista de vez en cuando y tenía cada vez más ganas de vomitar.
-¿Estás bien? Estás muy pálida.
Le podría haber mentido, pero no tenía fuerzas para hacerlo. Negué un poco mientras apoyaba la cabeza en la pared. Poco después, sentí como me acariciaba el pelo suavemente. No me dormí de milagro, o más bien porque cuando estaba a punto de cerrar los ojos, apareció la doctora.
-Naiara Piqué. -Ambos fuimos hacia ella, nos guió a la consulta y me estuvo mirando el pie un buen rato. Hizo lo mismo que había hecho Eric en las escaleras, pero durante más tiempo.- Te voy a hacer una radiografía para ver bien qué es, pero tiene pinta de esguince. Mi compañero os lleva a la sala de rayos X.
Un hombre canoso, bajo y que andaba con pasos muy cortos nos llevó a nuestro destino y nos indicó que nos sentáramos en unas sillas metálicas a esperarle.
-Quítate cualquier cosa de metal que lleves -dijo antes de irse.
Me quité los pendientes y los anillos e intenté hacer lo mismo con el collar pero no era capaz.
-¿Te le quito yo?
-Sí, por favor.
Se acercó a mí, dejando nuestras caras a nada a centímetros, una vez más. Cuando terminó se guardó la cadena en los bolsillos y volvió su mirada a mí. Esta vez decidí que nadie nos iba a interrumpir.
Le besé sin pensármelo dos veces. Él puso una mano en mi cintura atrayéndome a él y me siguió el beso. Una corriente me recorrió la columna vertebral. Puse una mano en un lado de su cuello. Nos separamos por falta de aire, no sé cuánto duró el beso. Se me pasó el malestar de golpe y se convirtió en una sensación de alivio y felicidad.
Se oyó la puerta abriéndose, lo que hizo que nos separáramos del todo. El hombre me indicó que entrara en la sala, así que yo lo hice con esa sonrisa de tonta que se te queda. Me hicieron la radiografía, la doctora me vendó el pie, me dijo que tenía un esguince de primer grado y me enseñó a andar en muletas.
No hablamos en ningún momento, pero los dos sabíamos que estábamos pensando en ese momento, nuestro momento. No fue por incomodidad, supongo que fue porque no nos hacía falta, o porque no sabíamos que que decir.
Fuimos hacia el coche y me di cuenta de que andar con muletas no era uno de mis talentos.
-No te vuelvas a caer, anda.
-Lo intentaré, pero no prometo nada.
Negó riéndose y llegamos al coche. Me subí al asiento del copiloto y puso un poco de música para amenizar el viaje supongo. Le miré y me di cuenta de que no había parado de sonreír desde que nos besamos. Las luces de la calle se reflejaban en sus ojos. Me pareció la imagen más bonita que había visto en mi vida. Se me había olvidado incluso el esguince.
-Por fin, joder. -Se oyó cuando cruzamos la calle que daba a mi chalet, provocándome un ataque de risa. Lo dijo casi en un susurro pero fui capaz de oírlo. Se sonrojó un poco, no esperaba que le escuchara. Cuando llegamos me bajé del coche, tras despedirme con un apretón en el brazo.
-¿Despídete bien, no?
-¿Y esa frase?
-¿Qué pasa?
-Que me dices que se lo ha dicho mi padre a su novia y me lo creo.
-Tu padre es un caso aparte. Los padres normales no dicen eso.
Apoyé los brazos en la ventanilla, que estaba totalmente bajada.
-¿Estás llamando raro a tu futuro suegro?
Miró hacia delante riéndose y luego volvió a mirarme.
Iba a decir algo pero no le dejé. Le di un beso en la labios, demasiado corto para mi gusto.
Abrí la puerta y subí a la terraza. Se quedó esperando a que entrara.
Su coche blanco desapareció por la calle cuando cerré. Dejándome ilusionada, con mil dudas y una sonrisa tonta en los labios.

POR FIN SE HAN BESADO. lo he editado porque lo subí con sueño y no sé ni lo que puse. lo siento si os lo estáis leyendo por segunda vez🥲. cuidaros mucho gente, nos vemos en el siguiente capítulo.

polaris ; eric ruiz ☆♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora