capítulo 15; tibidabo

705 30 2
                                    

Tal como dijo, Eric llamó a Javi, Ibai y Martí para ir al Tibidabo y al mirador.

eric💛

Vete a donde siempre
Cuando veas a Spursito te vas a arrepentir

Joder que si me arrepentí. Doblé la esquina de mi calle y vi el coche aparcado. El chico estaba apoyado en la puerta del coche y cuando me vio levantó el brazo saludándome. Me acerqué a él y nos dimos un pico.
-Oh, que bonitos -dijo el otro asomando por la ventanilla-. ¿Queréis que os ponga unas velitas?
-Mi hermano e Ibai van en otro coche pero nos tenemos que llevar a este.
-¿Llevas...? ¿Una camisa de flores?
-Unos pantalones de cuadros y unas crocs amarillo fosforito.
-He perdido una apuesta, ¿vale?
-¿Ves como te ibas a arrepentir? Nos teníamos que haber esperado y haber ido solos.
-Eric, cariño, positivismo -dije cuando nos subimos al coche.
-Os llamáis cariño y todo, que bonito.
-Pero si llamo así a todo el mundo.
-No es lo mismo, si se lo dices a él es bonito. Y tú deja de decir que te sobramos en el plan.
-Es que me sobráis.
-Entonces, ¿por qué nos invitas?
-Porque me ha obligado ella.
-Claro, y tú has tenido que agachar las orejas.
-O te callas o te bajo.
-Estás de mala hostia, eh.
-Sí.
-¿Por qué? -Pregunté mirándole con el ceño fruncido.
-Porque me estresas, ¿no te puedes callar un rato?
-Vamos a poner música, venga.
Enganché mi Spotify al coche, empezó a sonar Quevedo y Martí se dejó la voz con "Yankee".
"Y si alguien supiera
que nos vemos, todo acabaría,
pero no ha pasado todavía.
Y si alguien se entera
haz como que no me conocías,
nos reencontraremos algún día.
Por ti no le tengo miedo a pecar."
Me miraba de reojo serio.
-¿Estás bien? -Solo me oyó él porque el otro estaba muy ocupado en chillar y en sentirse cantante.
-Sí, tranquila.
Puse la mano encima de la suya en la palanca de cambios.
-Oh, que bonito, de la mano y todo.
-Canta y cállate.
-Ya se ha acabado la canción.
Le puse otra, solo para que se callara. Parecía que íbamos de viaje con nuestro hijo, que no pasa de los siete años. Bajé la ventanilla y noté el aire que entraba, que no era molesto, era suave y fresco. Apoyé la cabeza en la puerta y cerré los ojos. De fondo sonaba una canción que no conocía, era de un grupo de chicas americanas e inglesas mundialmente conocido, algo como las sucesoras de las Spice Girls. Era una canción tranquila, solo sonaba una guitarra y la voz de una de las chicas, la que mejor cantaba en mi opinión, creo que se llamaba Taylor.
Estaba relajada mentalmente, llevaba varios días así y eso que normalmente me costaba muchísimo. Ya no tenía esas pesadillas aunque me seguía costando bastante dormir y más del tirón. Supongo que, como siempre dice mi abuela, Roma no se construyó en un día y tampoco, aunque esto no lo diga mi abuela, la construyó una persona sin ninguna ayuda. Ya había aceptado la separación de mis padres. Todo iba bien con él. Llevaba mucho sin ver a mis amigos, pero porque con la mayoría no coincidía casi nunca y Andrea estaba en Francia, nos escribíamos mucho y alguna vez hacíamos videollamada, llevábamos siendo amigas tanto tiempo que no podíamos pasar un día sin decirnos por lo menos hola.
Mi grupo era el mismo que el del instituto, en el que estaban Gonzalo, Sheila y Vicky. Los dos primeros vivían juntos en Madrid y Vicky estaba grabando un corto en Ciudatella, un pueblo menorquino. Estaba muy ilusionada porque, según ella, el guión era el mejor que se había escrito desde Paquita Salas, aunque tampoco hiciera mucho de esa serie a ella le parecía algo que se podía comparar a un Oscar. Era la protagonista, una chica que acababa de sufrir el fallecimiento de su madre o algo así creo, lo único que tenía claro es que, si no lo era, se parecía mucho a un drama. Gonzalo estudiaba Económicas en una de las universidades más pijas de la capital, su padre tenía una gran empresa de limpieza que facturaba millones de euros al año. Era el heredero del negocio y le llevaban preparando desde los siete años, cuando le apuntaron a una academia de fránces aunque estaba estudiando inglés y sabía alemán por su madre. Sheila hacía el primer curso de Bellas Artes en la Complutense, sus dos pasiones siempre habían sido pintar y el fútbol, así que cuando se rompió la pierna y no fue capaz de volver a su nivel tras recuperarse, empezó a estudiar aquello. Llegó a ir con la Selección Marroquí y estuvo jugando en el Wolsfburg y en el PSG, equipo que me caía bastante mal y no cambió el año que mi amiga desde la infancia estuvo allí. Teníamos una especie de lema que se creó un día en una fiesta en la playa cuando Sheila dijo: "Lo que unió el Sant Joan, nada lo separará".
El Sant Joan era el colegio al que había ido mi padre, podías estar allí desde preescolar hasta bachillerato o FP. Cuando me gradué con matrícula de honor fue la última vez que mi padre me dijo que está orgulloso de mí. Cuando era pequeña y sacaba sobresalientes me lo solía decir pero llevaba mucho sin hacerlo, supongo que no tenía motivos para hacerlo. Era normal, no estudiaba, ni trabajaba como tal, solamente iba a eventos de vez en cuando y ganaba dinero por redes sociales. Pero no sabía qué hacer, la carrera que empecé no me gustaba, solo me gustaba escribir. Tenía escritos muchísimos poemas, un libro y uno a la mitad, pero no estaban bien escritos o por lo menos a mí no me gustaban lo suficiente como para mandarlos a una editorial o intentar publicarlos. Nadie sabía que escribía, bueno Eric sí porque me dio un ataque de confianza. Con él me daban demasiados.
Mi móvil sonó y me sacó de mis pensamientos.

polaris ; eric ruiz ☆♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora