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-Me mentiste.

Aparté la mano que iba a mi pómulo y fruncí el ceño, mirándola.

-Fue un accidente.

-Accidentalmente el puño de alguien cayó en tu cara -ironizó con una sonrisa bastante falsa.

No pude más que suspirar quitándome la gorra, y siguiéndola. Ahora sabía que aquel hombre agradable tenía la lengua larga y no podía retener nada.

-Si.

-Jihyo, no pueden pisotearte. No tienen ningún derecho en hacerlo. -alegó haciendo ademanes con sus manos. Momo estaba muy enojada, tanto que la vena en su cuello se notaba.

La comprendía. Yo también me sentía impotente por tener que escuchar todo lo que dicen injustamente de mi, pero no podía hacer algo para detenerlos.

-En algún momento se les pasará. -dije tratando de calmar un poco su actitud. Sana podía escucharnos y estaba segura que se iba a sentir mal porque le mentí.

-No me jodas.

Salió con fuerte estruendo por donde yo entré y no me quedó más que ver esa dirección para entrar completamente en el departamento. Sana estaba en la cocina y ya estaba caminando hacia donde yo estaba.

Bueno, corrió la poca distancia y me pareció chistoso como saltó sobre mi, haciendo que sus piernas envolvieran mi cintura y sus brazos mi cuello.

-Viniste, unnie -murmuró contra mi cuello, aferrándose aun más como si no fuese verdad.

-¿Creíste que no lo haría? -me fue inevitable no sonreír y que mis brazos no la rodearán también.
Esta vez su olor se combinada con comida.

-Lo siento.

Era imposible sentirse indignada ante voz tan entristecida. Sólo me provocaba que fuese yo quien me disculpara.

Dios mío.

Busqué sentarme como pude en el sillón con ella encima, quien inmediatamente se acomodó sobre mi regazo correctamente, más no se alejó de mi.

-Jamas pienses eso, Shiba. -aseguré, recostandome completamente en el respaldo del sillón para sacarla de su escondite. Sana se terminó sentándome en mis piernas, dejando las manos en medio del espacio de las mismas- Sana, mírame.

-Momoring dijo que... estarías con tu amiga. -empezó a jugar con sus dedos tiernamente, manteniendo la mirada en ellos como si estuviese avergonzada.

Mi ceño se frunció, me sentía confundida por eso, pero fui captando el significado cuando recordé lo que Momo me había contado. Aquel día que Sana se enojó con ella por un simple ejemplo.

Y tal parece que le gusta ver cómo Sana se enoja con ella.

-¿Y que tiene?

Reprimí la sonrisa por como su mirada sé levantó hacia mí, pero no había enojo como creí que iba a suceder con Momo, sino que rápidamente sus ojos empezaron a llenarse de agua.

-¡No es verdad! -aclaré rápido antes de que sus mejillas fuesen cubiertas por esas lagrimas. Atrapé su rostro entre mis manos e hice que se acercará al mío. Su belleza jamás dejaría de impactarme- Sólo te tengo a ti, Sana. A nadie más.

-Pero Momo...

-Momo sólo le gusta verte enojada, no le creas.

En un segundo sus manos subieron a mi rostro para llevarme más cerca de su boca y empezar a besarme. Sus labios se sentían fríos al igual que sus manos, causando que mi piel se erizara por completo y que soltara leves suspiros sobre su boca.

Inocencia | Sahyo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora