4. El nuevo inquilino.

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No me podía creer que la señora Parker ya no estuviera enfrente mía, me sentía sola y eso que se acababa de ir.

Esa noche me acosté tarde, me quedé viendo una película de Netflix bastante interesante, aparte me llamó John para hablar un rato.

Cuando me desperté el sábado, intentaba no pensar en la señora Parker y me vino a la mente la fiesta que me iba a pegar esta noche con Mía. La llamé por teléfono para finiquitar la quedada.

-Hola Emma, dime-. Dijo Mía.

-Hola ¿Cómo vamos a quedar esta noche?-.

-Pues quedamos en el centro a las 20:00h, cenamos en el restaurante que hay cerca de la plaza y vamos al Pub, lo tenemos todo al lado, no hace falta coger el coche-. Me dijo Mía.

-Vale genial, ¿hace falta reservar? Llamaré y reservo-. Pregunté.

-Si, llama, pero reserva para una persona más, viene una amiga que acaba de romper con su novio y necesita distraerse-. Me dijo Mía.

-Vale perfecto, pues nos vemos a las 20:00 en el centro-.

-Hasta luego, Emma, ponte potente que hoy vamos a darlo todo-. Se despidió Mía riéndose.

Cuando colgué el teléfono, busqué por internet el nombre del restaurante y llamé.

-Hola, me gustaría hacer una reserva para tres personas-.

-¿A qué hora y a que nombre?-.

-A las 20:15h, a nombre de Emma-.

-Ya lo tienes, gracias-.

Hice la reserva y me puse a hacer la comida.

Cuando comí me tumbé un rato en el sofá a ver la tele y al final me dormí.

Al despertarme tenía un mensaje de John.

-Cielo ¿Dormimos juntos esta noche?-.

-No puedo, he quedado con Mía para salir, vendré tarde-.

-Bueno, avísame cuando acabes y me paso-.

-Como quieras-.

Ya no me volvió a contestar y decidí que ya era hora de empezar a arreglarme, me duché y me puse un vestido corto con escote, hoy quería ir matadora.

Cuando llegaron las 19:45h salí de mi casa y caminé hasta la plaza, ahí estaban Mía y su amiga.

-Hola Emma, te presento a Johanna, es la amiga de la que te hablé-.

Nos dimos dos besos y fuimos a cenar.

-Emma ¿Ya han vendido la casa de la señora Parker?-. Preguntó Mía.

-Pues no lo creo, se fue ayer y no me ha dicho nada-.

-Lo digo porque hace unos días pasé por tu calle y vi a un chico de unos 30 años con un hombre trajeado, supongo que sería el gestor de la señora Parker y tenía un contrato en la mano-. Dijo Mía.

-¿Ah si? Pues a mi la señora Parker no me ha dicho nada-.

-A ese chico nunca lo he visto, pero era muy guapo, tenía el pelo castaño, cortito, pero por arriba algo largo y se notaba que hacía deporte, estaba cuadrado, tía-.

-Pues no lo sé, Mía, a mí no me ha dicho nadie nada.

Continuamos hablando las tres y después de la tercera cerveza ya empezamos a decir tonterías.

Cuando acabamos de cenar, nos fuimos al Pub y bailamos sin parar, cantamos y nos reímos demasiado. Johanna conectó enseguida conmigo y nos hicimos un grupo las tres, queríamos quedar otra noche para repetir.

A las 5 de la mañana decidimos volver a casa y yo llamé a John por teléfono.

-Si-. Respondió John con voz de cansado.

-Cariño, voy hacia casa ¿No querías venir?-.  Pregunté.

-Pues... Son las cinco de la mañana, nena-.

Cada vez que me llamaba nena me hervía la sangre, pero decidí no decir nada.

-Bueno, si quieres venir aquí estoy, sino ya nos vemos mañana-. Le dije.

-Vale pues nos vemos mañana cielo-.

-Hasta mañana John-.

Colgué el teléfono y llegué a casa, me puse el pijama y me acosté a dormir.

Me quedé toda la noche pensando en quien sería ese hombre que vino a ver el piso de la señora Parker y el por qué ella no me dijo nada.

Llegó el domingo y cuando me levanté, desayuné y decidí ir a dar una vuelta por la playa, me quité mis sandalias y paseé mis pies descalzos por la arena mojada que viste el suelo de la preciosa orilla de California.

Tenía llamadas de John, pero no quería hablar con él, me estaba pensando muy seriamente el seguir con él y esa era una de las cosas que quería pensar.

Cuando volví a casa vi a un sanitario entrar a mi finca y al acercarme, observé que había una señora mayor con ellos, iba un poco desorientada. Subí a mi piso y vi que la puerta de la señora Parker estaba abierta, por lo tanto deducí que esa señora fue la que compró el piso. Fui directa hacia mi puerta y mientras la abría, escuché unos pasos que venían hacia a mi corriendo.

Al girarme, vi a la señora que estaba cerca de mi cogiéndome de los hombros.

-Hanna, eres tú-. Me dijo la señora nerviosa.

-Disculpe señora, pero no soy Hanna-. Le dije sin entender que pasaba.

-Si, eres Hanna, por fin has venido-. Volvió a decir.

En ese momento vino el sanitario.

-Señora Williams, vuelva para adentro, por favor-. Le dijo el sanitario apartándola de mí.

-Es Hanna, es mi hija-. Volvió a decir la señora Williams.

El sanitario se giró a mí.

-Disculpe, tiene Alzheimer, está algo desorientada-. Dijo el sanitario.

-Descuide, perdone pero ¿es ella la que ha comprado este piso?-. Pregunté curiosa.

-No, es su hijo, James Williams, él está viviendo en Canadá, viene la semana que viene a cuidar a su madre-.

-Ah vale, muchas gracias-. Dije.

Me metí a casa y ya me preparé mis cosas para al día siguiente, había que trabajar, pero solo me quedaba esta semana, iba a tener vacaciones.

Me preparé la cena y al rato me acosté.

Me dormí y al rato, cuando mejor estaba durmiendo, me despertaron unos fuertes golpes a mi puerta.

Me levanté asustada y miré por la mirilla de la puerta y ahí pude ver a la señora Williams dando golpes sin parar.

-Hanna, soy mamá, abre, no estoy enfadada contigo Hanna-. Decía sin parar.

A los minutos vino el sanitario a por ella, estaba muy confusa, al parecer tenía el alzheimer muy desarrollado.

-Vamos señora Williams, no moleste a los vecinos-. Le dijo el sanitario.

Abrí la puerta.

-¿Va todo bien?-. Pregunté.

-Si si, tranquila, disculpe si la señora Williams la ha despertado, cerraré con llave a partir de ahora-. Dijo el sanitario metiéndose en el piso con la señora Williams.

Asentí con la cabeza y me volví a meter en casa, yo también cerré con llave, me asustó.

No pude ya pegar ojo en toda la noche, ese chico que vio Mía, sería tal vez James Williams, el hijo de mi nueva vecina. Solo me quedaba esperar a ver cómo sería esta nueva situación y adaptarse a la nueva vecina.

Querido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora