Esa noche me acosté pensando en James, esa voz dulce y esa sonrisa que te creaba adicción.
Por un momento, me vino a la cabeza John, me estaba empezando a dar cuenta que no lo quería como antes, ya no sentía nada al verle. Pero no quería tomar decisiones precipitadas.
Me sonó el despertador al día siguiente, era jueves y desayuné pensando en esos ojos verdes y esa sonrisa cautivadora.
Salí del piso y fui rumbo al trabajo, en ese momento no vi a James ni a la señora Williams.
Cuando llegué, ahí estaba como siempre John esperándome.
-Hola cielo-. Vino a mí.
-Hola John ¿Cómo estás?-. Pregunté sentándome en mi mesa.
-Bien, cielo, ¿mañana es tu último día de trabajo?-. Preguntó John.
-Si, cariño, a partir de mañana tendré tres semanas de vacaciones-. Le dije contenta.
-Las hay con suerte-. Dijo acercándose a mí.
-Haberlas entregado a tiempo, te dije que las entregaras y no me hacías caso-. Le dije.
-Lo sé, cielo, tendré que esperarme unas semanas más para las mías-.
En ese momento entró el jefe y, como todos los días nos animo a empezar a trabajar.
Pensaba en ir a ver a la señora Parker mañana, así que me levanté y fui a hablar con mi jefe a su despacho.
-Hola señor ¿Podría hablar con usted?-. Pregunté entrando por la puerta.
-Por supuesto, pase-. Dijo mi jefe invitándome a sentarme en la silla.
-Sé que la semana que viene estoy de vacaciones, pero a poder ser, me gustaría cogerme mañana el día libre, quiero irme a la residencia de ancianos a ver a una gran amiga mía, que está a una hora de aquí y quiero pasar el día con ella-. Le dije.
-Claro señorita Miller, sin problemas y más usted que es una de mis mejores trabajadoras-. Me dijo mi jefe.
Era un buen hombre, nunca he tenido problemas con él.
Cuando llegó el fin de mi jornada laboral, me despedí de todos mis compañeros, no los iba a ver en tres semanas.
-John, me voy a casa, que mañana me voy a ver a la señora Parker-. Le dije a mi novio.
-¿No trabajas?-. Preguntó extrañado.
-No, me he cogido libre-.
-Ah vale ¿hacemos algo el sábado?-. Preguntó John.
-Vente a cenar a casa si quieres, de todos modos mañana lo hablamos-. Le dije.
Nos dimos un beso y me fui.
Puse rumbo hacia mi casa y cuando llegué a mi finca, fui directa al ascensor y apreté el botón.
A los segundos, con el rabillo del ojo vi entrar a la señora Williams cogiéndole del brazo a su hijo, James.
Me giré al verles y noté como a James, al verme le salió una sonrisa tímida pero preciosa.
Yo devolví mi mirada hacia el ascensor y sonreí tímidamente.
Se pusieron a mi lado a esperar el ascensor. James estaba a mi izquierda y su madre a su lado.
-Hola Emma-. Me dijo James.
-Hola James-. Dije sonriendo.
-Hola señora Williams-. Le dije alzando la voz para que me oyera.
-Hola Hannah-. Me dijo la señora Williams.
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Querido vecino
RomanceEmma tiene 28 años y vive en California, tiene un trabajo estable en una oficina de contabilidad y hace poco se compró un piso en una bonita finca cerca de la playa. Enfrente de ella fue a vivir una señora mayor con Alzhéimer, al principio la cuidab...