18. Adiós, vecino

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Pasamos una noche maravillosa, a las 3:00h nos dormimos y a las 9:00h sonó el despertador.

Noté como James empezó a darme besos en mi espalda desnuda y me acariciaba. Y entonces, giré mi cabeza para mirarle.

-Buenos días, vecino-. Le susurré con voz aún dormida.

-Buenos no, hoy tengo que coger un avión que me alejará de tí-. Me dijo triste mientras se tumbaba.

-Cariño, lo superaremos-.

-Emma, si ninguno de los dos está dispuesto a dejar el trabajo, esto no va a funcionar-. Dijo.

-James... No es fácil-. Le dije.

-No Emma, si es fácil, no es que mi trabajo sea mejor que el tuyo, pero yo aquí en California, no puedo encontrar lo mismo que tengo en Canadá, con las mismas condiciones en las que trabajo allí, aquí no se puede-. Dijo mirándome.

-Yo no voy a dejar mi trabajo, James, tengo mi casa, tengo mis amistades, lo tengo todo aquí, es mi vida-. Le alzaba la voz mientras me levantaba de la cama.

James me miró fijamente con una mirada fría y se me acercó.

-¿Acaso yo no formo parte de tu vida, Emma?-. Susurró.

-James n-no, no quería decir eso, perdóname-. Dije cogiéndole de la mano.

Me soltó la mano.

-Emma, cariño, ya me lo has dejado claro, esta es tu vida y si yo no me quedo aquí, automáticamente, no formo parte de ella-. Decía ofendido mientras se vestía.

-James, perdóname por favor, no quise decir eso-. Me acercaba a él mientras me ponía a llorar.

-Lo siento, Emma, no podemos seguir, es demasiado dolor, te quiero tanto que hasta me quema, por eso, deberíamos de acabar, yo me debo ir-. Susurró James con los ojos llenos de lágrimas.

-James...-. No tenía fuerzas para hablar.

-De todos modos, debo dejarte la llave de mi casa, eres la única en la que confío en esta finca-. Decía James.

Asentí con la cabeza mientras cogía mis cosas y se acercó para darme la llave.

Él me miraba sin decir palabra y decaído.

-Espero que seas feliz, James-. Le dije con mirada cristalina.

-Tú también, Emma, no olvides nunca que te quiero y siempre lo haré-. Me susurró.

Le miré a los ojos y fui directa a la puerta.

Antes de abrirla, me giré y estaba James mirándome triste, entonces, fui hacia él y le abracé. Él me abrazó con fuerza mientras llorábamos.

-Te quiero, vecino-. Le susurré. Noté como le salió una pequeña sonrisa.

-Y yo a tí, vecina-. Respondió y me dio un beso en la cabeza.

Me separé de él y volví hacia la puerta.

-Adiós, James-.

-Adiós, Emma-.

Salí por la puerta y la cerré. Un sentimiento oscuro me invadía por dentro, ya no iba a volver a ver a James, ese hombre del que me había enamorado y que había sacado lo mejor de mí, se me iba.

Abrí la puerta de mi casa y me metí en la ducha, necesitaba pensar bajo el agua caliente.

-Si James me quisiera como él dice, se quedaría conmigo, yo no tengo porqué dejar mi vida-. Pensaba.

Salí de la ducha y me vestí, aunque tenía libre toda la semana, por la mañana quería ir a trabajar, sólo así podría desconectar de James y de toda esta mierda que me estaba invadiendo.

Salí de la ducha y al rato escuché ruido en el rellano, miré por la mirilla y vi a James con un maletón gigante saliendo por la puerta, pude ver como miraba hacia mi casa, realmente se le veía triste, entonces, decidí no salir al rellano, solo sería complicar las cosas.
Mientras esperaba el ascensor, vi como sacaba el móvil y se ponía a escribir y a los segundos recibí un mensaje de él, fui a leerlo al sofá:

"Aunque hayamos dejado la relación, siempre vas a tenerme para lo que necesites, vecina"

Cuando lo leí, me recorrieron tantos escalofríos que me puse a llorar y corriendo, abrí la puerta del rellano para volver a abrazarle, entonces, ya no estaba, se había ido, bajé las escaleras corriendo y salí a la calle, no había ni rastro de James, había desaparecido de mi vida.

Volví a casa y ahí estaba sola, sin James, no paraba de llorar, estaba desolada. Le contesté al mensaje.

"Yo también estaré para todo lo que necesites y nunca voy a dejar de quererte, vecino"

Vi que leyó el mensaje, pero no recibí respuesta, daba por zanjada la relación.

Al rato, llamé a Mía por teléfono.

-Hombre, la perdida, aquí estás, hace mucho que no sé de tí, Emma-. Dijo Mía.

-Te lo contaré todo, vamos a vernos, por favor-. Le dije llorando.

-Vamos a la playa, nos vemos allí-.

-Vale, me pongo el bikini y voy-. Le dije.

Me vestí y fui para la playa, cogí sitio en la arena y al rato vino Mía y se sentó a mi lado.

-¿Que tal, Emma?-.

-Mal, Mía, James se ha ido-.

-¿Ya, tan pronto, no tenía que irse en 9 meses?-. Preguntó Mía.

-Si, pero su madre murió hace dos días y llamó al trabajo para comunicarlo, le necesitaban ya-. Le decía llorando.

-¿Y vosotros?-.

-Me dijo que me fuera con él, le dije que yo no quería dejar mi vida en California y él me dijo que tampoco iba a dejar Canadá, más que nada por su trabajo, lo que él hace, aquí no lo tendría tan sencillo de encontrar-. Dije mientras me limpiaba las lágrimas.

-¿Tú lo quieres?-. Preguntó Mía.

-Más que nada en el mundo-.

-Haberte ido con él, aquí no tienes nada, Emma, solo me tienes a mí y el trabajo, a mí no me vas a perder nunca y el trabajo, en Canadá puedes encontrar de lo tuyo-. Dijo Mía tocándome el brazo.

-No puedo irme, Mía-.

-Bueno, como veas, pero ya te digo, ese chico te quiere con locura-. Dijo.

Asentí con la cabeza y me quedé pensativa.

No sabía exactamente que camino tomar, no quería dejar mi país, mi casa, mi trabajo, a mi amiga... Pero tampoco quería dejar al que probablemente era el amor de mi vida...

Querido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora