Cuando llegamos a la finca, James aparcó el coche y subimos por el ascensor hasta nuestro piso.
Una vez arriba me cogió de la mano.
-Emma, ¿Puedo pasar? Tengo que hablar contigo-. Preguntó James.
Asentí con la cabeza y abrí la puerta de casa.
-¿Quieres tomar algo?-. Pregunté dejando el bolso encima del sofá.
-Una cerveza-. Respondió.
Fui a la nevera a por dos cervezas y nos sentamos en el sofá.
-James, antes de que digas nada, quiero agradecerte lo que has hecho por mí, por no dejarme sola, eres un buen amigo-. Le dije acariciándole el brazo.
Él sonrió.
-Verás, Emma, de eso te quería hablar-. Dijo.
-¿De qué?-. Pregunté curiosa.
-Te mentí-. Me dijo.
-¿En qué?-.
-Estoy enamorado de tí, Emma-. Dijo cogiéndome de las manos.
-¿Qué...? Pero....me dijiste que...-. No me salían las palabras.
-Sé lo que te dije, pero no lo pensaba, no quería pasarlo mal cuando nos despidamos en el aeropuerto, pero no puedo estar sin tí-.
-James, yo...no se que decir-.
-No digas nada-. Susurraba mientras me tapaba la boca con un dedo.
-¿Vas a irte a Canadá?-. Susurré.
-Si, debo irme, no puedo dejar el trabajo, aunque, me muero de ganas por quedarme contigo, ven conmigo, Emma-. Me dijo cogiéndome de la cintura y sentándome encima suya rodeándole con mis piernas.
-No puedo irme, James, debo estar aquí-. Le dije acercando mi frente a la suya.
Asintió con la cabeza.
-¿Cómo vamos a hacerlo?-. Preguntó.
-No lo sé, nos mandamos cartas, videollamadas, mensajes, o estamos juntos hasta que te vayas y luego cada uno con su vida-. Le dije.
-No, no puedo soportar que tu piel esté en manos de otro hombre, hallaremos el modo-. Susurró acercándose a mi boca.
Asentí con la cabeza.
-Te quiero-. Me susurró.
Yo le sonreí pensando en que la señora Parker tenía razón, James era el indicado, era mi oportunidad de ser feliz.
-Y yo-. Susurré.
Entonces nuestros labios se sellaron en un bonito beso que hacía de nuestra respiración una bomba de sentimientos acelerándose sin parar.
Entonces entre beso y caricia, hicimos el amor, esta vez era diferente, esta vez sabíamos los sentimientos que teníamos cada uno, por lo tanto, fue perfecto.
Al acabar y sin poder casi respirar, nos tumbamos en el sofá.
-Ha sido perfecto-. Me dijo.
Asentí con la cabeza mientras sonreía.
-¿Quieres dormir conmigo esta noche?-. Preguntó.
-Claro-.
Él me sonrió y me besó.
Nos levantamos y nos vestimos, a los minutos, fuimos al piso de James y entonces Eric se fue.
Pasamos una noche mágica, viendo películas en Netflix, comiendo palomitas, de vez en cuando había sexo y no paraba de decirme todo lo que me quería.
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Querido vecino
RomanceEmma tiene 28 años y vive en California, tiene un trabajo estable en una oficina de contabilidad y hace poco se compró un piso en una bonita finca cerca de la playa. Enfrente de ella fue a vivir una señora mayor con Alzhéimer, al principio la cuidab...