5. James

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Me sonó el despertador el lunes a las 8:00h, no podía más, estaba muerta del sueño, la señora Williams me despertó cuando más agusto estaba durmiendo.

Entre bostezo y bostezo me levanté de la cama, me hice un café y puse rumbo al trabajo.

Ahí vi a John y enseguida se me acercó.

-Hola cielo, tienes mala cara ¿Estás bien?-. Preguntó.

-Hola John, si, estoy bien, solo es que no he dormido bien, ha entrado una nueva inquilina al piso de la señora Parker, tiene Alzheimer, está desorientada y no paraba de darme golpes a mi puerta en la madrugada gritándome Hanna, se piensa que soy Hanna-. Le dije sentándome en mi sitio.

-Otra vieja loca ha entrado en ese piso ¿Y quién es Hanna?-. Dijo John riéndose mientras se sentaba en mi mesa.

-John, la señora Parker no está loca y esta mujer está enferma, no sé quién es Hanna, creo que es su hija, pero no estoy segura-. Le dije.

-Ah, oye ¿Por qué ayer no me cogiste el teléfono en todo el día?-. Preguntó curioso.

-John, no tenía ganas de hablar, quería estar tranquila y lo que menos necesitaba en ese momento era escucharte a tí por teléfono-. Le dije hablándole mal.

-De acuerdo ¿Vamos hoy juntos a tu casa y hablamos? Intentamos solucionar esto, porque creo que hay un problema-. Me dijo.

-Vale John, luego lo hablamos, ahora por favor va a empezar la jornada, ves a tu sitio-. Le dije.

En ese momento vino el jefe y nos pusimos a trabajar.
Mientras lo hacía, recibí un mensaje de Mía.

-Hola Emma, he pasado por tu finca y he visto a un sanitario con una mujer mayor ¿Esa es la nueva vecina? Porque el sanitario no es el chico que yo vi-.

Yo respondí.

-Hola Mía, sí, esa mujer vive en el piso de la señora Parker y tiene Alzheimer, al parecer lo tiene bastante avanzado, creo que el que viste es el hijo de ella, se llama James, me lo dijo el sanitario, viene a finales de esta semana para quedarse a cuidar a su madre un año, vive en Canadá-.

-Ah vale, pues hablamos esta semana y ya me vas contando-. Dijo Mía.

Dejamos de hablar y continué trabajando.

Cuando acabé mi jornada laboral , recogí mis cosas y me dispuse a irme y entonces vino detrás mía John.

-Emma, espera, voy a tu casa contigo y hablamos-. Dijo John.

-Vamos va-. Le dije.

Me cogió de la cintura y fuimos para mi casa.

Cuando llegamos a la finca y subimos al ascensor, estaba la señora Williams en la puerta.

-Hanna, has vuelto-. Dijo cogiéndome de las manos.

-Señora, ella no es Hanna-. Le dijo John alterado.

Yo me giré y le miré.

-John, tranquilo, la mujer no me hace ningún daño-. Le dije enfadada.

-Hanna, hija, te he echado de menos, tu hermano viene a vernos-. Me dijo la señora Williams.

-Muy bien señora Williams, ahora tengo que irme ¿Vale?-. Le dije cogiéndole de las manos.

Volvió a venir el sanitario y cogió a la señora Williams.

-A ver si controlamos mejor a su perro-. Dijo John enfadado al sanitario mientras me cogía con un brazo por la nuca.

-Perdón-. Dijo el sanitario.

Yo me giré a John enfadada por el comentario que dijo.

-Oye John ¿Pero tú de qué vas? Deja de faltar el respeto a la gente, esta señora no me ha hecho nada y sin embargo tú te comportas como un crío inmaduro-. Le dije alzando la voz.

Abrí la puerta y John vino detrás mío.

-Cielo espera por favor, no te enfades, por favor, te quiero, espera-. Decía John mientras cerraba la puerta.

-Mira John, esto no funciona, pienso que no deberíamos de seguir juntos-. Le dije conos ojos llorosos.

-No cariño, espera, dame una oportunidad, de verdad, voy a cambiar, te lo prometo-. Me dijo viniendo hacia mí.

Yo me quedé callada pensando en lo que me dijo, estaba llorando cuando vino a mí y empezó a pedirme perdón.

Comenzó a darme besos por la mejilla poco a poco y fue bajando hacia el cuello, yo empecé a ablandarme, el cuello era mi debilidad.

Entonces acabamos haciendo el amor y terminé perdonándole.

-Que no vuelva a pasar John-. Le dije pasando mis brazos por su cuello.

-Te lo prometo cielo-. Me dijo, luego me besó.

Estuvimos un rato juntos y luego se fue.

...

Llegó el miércoles y cuando volví de trabajar, estaba el sanitario recogiendo sus cosas.

-Hola, Eric, ¿ya te vas?-. Le pregunté.

-Hola Emma, si, esta tarde viene James, el hijo de la señora Williams-.

-Bueno, ha sido un placer, espero que vaya bien-. Le dije.

-Nos volveremos a ver, tengo que venir una vez por semana a echar un vistazo a la señora Williams-. Me dijo el sanitario.

-Vale, pues nos veremos-.  Le dije.

Me fui a casa y cuando me acosté al rato volvieron a despertarme golpes en mi puerta, me asomé por la mirilla y ahí estaba la señora Williams.

-Hanna, estás aquí, Hanna-. Decía la señora Williams.

Abrí la puerta.

-Señora Williams, aquí estoy-. Le susurré cogiéndole las manos.

De repente vi a un hombre salir del piso y andar hacia la señora Williams, me cautivó desde el momento que le vi, era como dijo Mía, me di cuenta que tenía los ojos verdes.

-Mamá ¿Que haces molestando a los vecinos? Venga ves adentro, ahora voy yo-. Dijo el hijo, tenía una voz muy dulce y varonil.

La señora Williams se metió en el piso y él se quedó conmigo, se giró a mí.

-Perdona si mi madre te ha despertado, tiene Alzheimer-. Me dijo su hijo sonriendo. Tenía una sonrisa preciosa.

-Tranquilo, no me molesta, adoro a tu madre-. Le dije sonriendo.

Él sonrió.

-Me llamo James-. Me dijo estrechándome la mano.

-Emma-. Le dije también estrechándole la mano.

Nos quedamos unos segundos mirándonos a los ojos en silencio mientras nuestras manos estaban unidas.

-Bueno, me voy a dormir, que mañana tengo que madrugar-. Le dije.

-Claro y lo siento otra vez, no volverá a pasar-. Me dijo andando hacia su puerta mientras me miraba.

-Tranquilo, hasta mañana, James-. Le dije en tono coqueto mientras cerraba la puerta.

-Hasta mañana, Emma-. Dijo cerrando la puerta.

Me acosté y pensé en James, ese hombre que vi, me cautivó, pero ¿Por qué? No lo conocía, pero tenía algo que me atraía y deseaba que llegara mañana para volver a verlo y que me mirara con esos ojos verdes que me daban esperanza, esperanza de continuar mi camino.






Querido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora