La señora Williams murió y con ella, un trozo de corazón de James, ya no le quedaba nadie, sólo me tenía a mí y pronto, se iría.
No salimos de ese hospital en toda la noche, James quería estar con su madre hasta el final, hasta que la incineraran y por supuesto, yo no me separaba de él.
-Cariño, voy a ir a por cafés ¿Vale?-. Le dije.
Asintió con la cabeza y yo me fui a la cafetería a por dos cafés para llevar.
De vuelta a la habitación, vi a Erik, el sanitario que estaba en casa de la señora Williams.
-Emma-. Vino a mí y me abrazó.
-Hola, Erik-.
-Siento lo de la señora Williams ¿Cómo está James?-.
-Está destrozado, solo le quedaba su madre y ahora ya no tiene a nadie-. Le dije.
-Bueno, te tiene a tí ¿no?-. Me dijo acercándose a mí.
-Si, pero en unos meses se va a Canadá de vuelta-. Me dijo.
-Bueno, si no se quiere quedar contigo, él se lo pierde, ah espera, toma-. Me dio un papel con un número de teléfono.
-¿Y esto?-. Pregunté mientras miraba el número.
-Es mi número, por si algún día te apetece tomar algo o simplemente hablar-. Me dijo cogiéndome de la mano.
-Gracias Erik, tengo que volver con James-. Le dije soltando la mano.
-Si si, claro, lo siento, ya nos veremos, Emma-. Me dijo.
-Hasta luego, Erik-.
Fui hasta la habitación mientras miraba el número de Erik, no me creía lo que acababa de pasar, la verdad que Erik era un chico atractivo, era moreno con ojos marrones y cuerpo de gimnasio, era buen chico, pero estaba enamorada de James.
Llegué a la habitación con los dos cafés y James estaba sentado en la silla, aún al lado del cuerpo de su madre.
-Toma, cariño-. Le dije dándole el café.
-Gracias, mi amor-. Me dijo triste aún con lágrimas en los ojos.
Me senté a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro.
-Ella está muy orgullosa de tí-. Le susurré.
Él asintió con la cabeza triste.
-Cariño, debo llamar al trabajo e informar de lo sucedido, lo que no sé es si debo reincorporarme ya o debo esperar el tiempo que me queda-. Me susurró.
Un vuelco invadió mi corazón, no quería perderlo, aún no.
-Vale, ves, yo me quedo con ella-.
Se levantó de la silla y me besó.
-Te quiero-. Me susurró.
-Y yo a tí-. Le dije con los ojos llorosos.
James fue al pasillo para llamar al trabajo y yo me quedé cogiéndole de la mano a la señora Williams.
Tardó una media hora en volver a la habitación.
-¿Qué te han dicho?-. Pregunté curiosa.
-Pues...-. En ese momento entraron celadores a la habitación.
-Disculpen, tenemos que llevarnos ya el cuerpo de la señora Williams-. Dijo el celador.
-De acuerdo, ¿adónde lo llevarán?-. Preguntó James.
-Cuando esté todo hecho, lo llevaremos al tanatorio de detrás de la calle-.
Entonces me acordé que era el tanatorio donde estuvo la señora Parker.
-Gracias-. Dijo James.
-Cariño, vamos afuera y hablamos-. Me dijo.Asentí y me fui con él, mientras salíamos le veía la cara, estaba como descompuesto, no me daba buena espina.
Fuimos a la calle, giramos una esquina que había un callejón vacío de gente y James se puso las manos en la cabeza dándome la espalda.
-¿Que pasa, James?-. Pregunté.
Él se giró, se acercó a mí y me besó tan fuerte que pude sentir todo su dolor.
-Cariño, yo...-. Decía.
-Me estás asustando, James-.
-Tengo que volverme a Canadá en tres días-. Me susurró.
Un jarro de agua fría cayó sobre mí.
-¿Qué?-. Pregunté sorprendida.
-Pero aún te quedan 9 meses-. Le dije medio llorando.-Lo sé, pero al morir mi madre, me han dicho que me reincorpore ya, me necesitan-. Me dijo llorando.
Asentí con la cabeza y agaché la mirada.
-Eh, cariño, mírame-. Susurró levantándome la barbilla suavemente.
Yo le miré con mirada triste.
-Ven conmigo, te conseguiremos un trabajo y podremos estar juntos-. Me susurró.
-No puedo, James, lo siento-. Me separé de él.
-Cariño...-. Empezó a hablar.
-¿Por qué no puedes quedarte tú, James? ¿Por qué tengo que sacrificar lo mío?-. Pregunté alzando la voz.
-Emma, yo no puedo quedarme-. Recriminó él también alzando la voz.
-¿Que pasa? ¿Tienes mujer? ¿Tienes hijos? Dímelo, James, ¿por qué no puedes quedarte conmigo?-. Alzaba la voz aún más mientras lloraba.
-Emma, si estuviera casado y tuviera hijos, no te diría de venir conmigo ¿No crees?-. Me dijo tranquilizándose.
Yo me quedé pensando y vi que tenía razón.
-No puedo quedarme aquí contigo por el trabajo, me necesitan en mi empresa, soy la pieza clave, por eso cobro tan bien, no puedo irme así como así-. Me susurraba mientras me acariciaba la cara.
Asentí con la cabeza llorando.
-Disfrutemos estos tres días, te prometo venir en todas mis vacaciones y tú lo mismo ¿Vale?-. Susurró a pocos milímetros de mi boca.
Asentí con la cabeza.
-Te quiero-. Me dijo.
-Y yo a tí-.
Nos besamos y abrazamos.
-Vamos a la puerta del hospital a ver si ya han preparado a mi madre-.
Llegamos y nos dijeron que ya se llevaron el cuerpo de la señora Williams al tanatorio, por lo tanto, fuimos para allá.
Cuando llegamos, entramos y nos acompañaron donde estaba el ataúd, era otra sala diferente a la de la señora Parker.
James se paró detrás del cristal y se quedó mirando el ataúd.
-¿Estás bien?-. Pregunté acariciándole el brazo.
Negó con la cabeza.
-Que haya fallecido mi madre ha sido un fuerte golpe, pero que deba de irme en tres días a Canadá de nuevo y tener que dejarte a tí aquí, es inimaginable-. Me dijo acariciándome la cara mientras me miraba a los ojos.
-James, lo intentaremos, como sea-. Susurré.
Me besó y en ese momento entró el señor de la funeraria para hablar sobre cómo sería el entierro y lo íbamos a hacer al día siguiente, no nos quedaba tiempo, en tres días, James se iría de nuevo a Canadá y yo no sabía si lo volvería a ver.
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Querido vecino
RomanceEmma tiene 28 años y vive en California, tiene un trabajo estable en una oficina de contabilidad y hace poco se compró un piso en una bonita finca cerca de la playa. Enfrente de ella fue a vivir una señora mayor con Alzhéimer, al principio la cuidab...