-Estoy cansado -se quejó Georg mientras Bill lo sacudía para levantarlo.
-Puedes descansar perfectamente en tu cama.
-Pero apenas acabamos, déjame por lo menos recuperar mis fuerzas.
-Georg, no, deja tus excusas, esta vez no voy a caer en el error de no cumplir nuestras reglas.
-¿Nuestras? más bien tuyas -refutó el rubio.
-Sean mías o nuestras hay que cumplirlas, nunca te obligué a acatarlas y aún así accediste a hacerlo entonces tu eliges, cumples las reglas o dejamos esto hasta aquí -regañó Bill firmemente.
Georg indignado se levantó de la cama y empezó a vestirse.
-A veces eres cruel.
-No, cruel sería darle a esto una dirección diferente y terminar lastimados -aseguró el menor, Georg suspiró, acabó de ponerse su ropa y se acercó a Bill para darle un rápido beso en los labios.
-Nada de besos...
-Perdón, lo sé, son las reglas -murmuró Georg antes de abandonar la habitación.
Bill no disfrutaba para nada el hecho de tener que forzar a Georg a ceñirse a las malditas reglas que ni siquiera él mismo quería cumplir, pero debía hacerlo si planeaba seguir teniendo una amistad con beneficios con Georg, es cierto que él ya gustaba mucho del mayor, por lo que debía proteger su corazón y evitar a toda costa que el sentimiento que cargaba siga creciendo.
Los minutos transcurrían mientras Bill trataba de quitarse de encima la culpa que sentía por haber echado a Georg de esa manera, tal vez había sido grosero pero debía hacerlo pues era lo correcto, los últimos días habían constado de sexo sin sentido, sin abrazos, sin besos, de hecho, Bill ni siquiera mediaba palabra alguna con Georg... a eso Bill le llamaba "proteger a su corazón". Los pensamientos ahogaban la mente del pelinegro cuando de repente fue interrumpido por el timbre de su celular, Gustav lo estaba llamando.
-¿Estás libre para almorzar conmigo hoy?
-Por supuesto.
-De acuerdo, nos vemos a medio día en el restaurante que queda en la terraza del hotel.
-Te veo ahí.
Faltaba poco para medio día por lo que Bill corrió a arreglarse rápidamente, se preparó con ropa cómoda pues tendrían ensayo después de almorzar.
Pese a que adoraba viajar por el mundo dando conciertos con Tokio Hotel la vida en tour lo tenía exhausto, gracias al universo ya estaban en la recta final de la gira y ello no podía hacer a Bill más feliz, deseaba poder quedarse quieto en un lugar sin tener que viajar constantemente, estaba cansado de que todo su tiempo se pase entre aereopuertos, hoteles, ensayos y conciertos, anhelaba tener tiempo para si mismo, poder descansar y divertirse sin tener siempre en mente la responsabilidad de tener que ensayar todos los días y dar shows la mayoría de las noches, ansiaba dormir en su cama, andar en pijama todo el día en su casa y en general poder tener tiempo libre.
Una vez en el restaurante vio de lejos a Gustav y se acercó con lentitud a la mesa en donde su amigo lo esperaba.
-Bill, aquí estás, toma asiento -dijo Gustav con tono animado.
-Disculpa la tardanza, aún seguía durmiendo cuando me llamaste -confesó Bill.
-Me lo imaginaba, no te preocupes -afirmó Gustav -discúlpame por no haberte dicho con anticipación pero necesitaba reunirme contigo con urgencia.
-¿Pasó algo malo?
-No, no es nada malo, relájate, solo quiero confesarte algo y saber tu opinión acerca de una decisión que acabe de tomar.
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Invisible String
Hayran Kurgu¿Qué pasará cuando un romántico empedernido y un mujeriego se adentran en el mundo del deseo y la pasión sin compromisos ni ataduras? Acompáñenme a descubrirlo.