Fantasías hematófilas.

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He sido oscuridad. He sido presa de mi misma, mi propio verdugo. Me he excitado con fantasías hematófilas, he echado de menos cosas que nunca he tenido. Me enamoré de la tristeza porque era mejor que el vacío. Viví entre risas, metal, sangre, borracheras, besos, gritos ahogados, ansiedad, lágrimas, ojos achinados, noches de insomnio, caras de felicidad. Y en medio de todo yo. Pequeña, sola. Aislada. Lejos. Pero ya no. Para un momento, respira. Ya no más. No más soledad, no mas sangre, no mas llanto frustrado, no mas dolor. Ya no soy pequeña, ya no quiero ser un saco de huesos y cicatrices. Quiero brillar, quiero crecer, quiero salir. Volar. Quiero volver a ser yo, asumir mis fantasmas para poder dejarlos atrás. Ya no quiero ser una niña asustada detrás de una fachada de indiferencia. Y lo he logrado. Improvisar, gritar, sonreír, llorar de la risa. No necesito a nadie, y a la vez permito que los demás me hagan feliz. Se acabo la oscuridad, el querer desaparecer. Mi cueva se ha derrumbado y yo he tenido las agallas de salir de ella en vez de dejar que se me cayera encima. Me merezco ser feliz.

Disturbios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora