Me hace gracia cuando os preguntan si preferis un culo o unas tetas y haceis como que os indignais. Si, esas veces en las que poneis que el físico se pierde, que lo que de verdad vale y esta ahí para siempre es la personalidad. Bah. Y no digo esto porque luego ninguno de vosotros saldría con una chavala fea. Que va, eso es demasiado fácil de extrapolar. Yo me quiero fijar en eso de que la personalidad no cambia.
Cuantas veces os habeis metido con la chica gorda de clase? O os habeis burlado hasta la saciedad de la que apenas habla, de la que se sienta sola, de la que viste mal, de la tabla de planchar y del orco de Mordor? No os salen las cuentas, verdad? Pues bien, esas chavalas podían, perfectamente, tener una personalidad de diez, ya sabeis, ser cultas, agradables, inteligentes, buenas... pero, sin en algún momento lo han sido, ya no lo son. Las burlas, la marginación, los insultos, crean monstruos. Y así podeis haber condenado a una chica maravillosa a una depresión de por vida, o a combertirse en alguien perverso y desconfiado, o frio como el hielo, porque os habeis metido con su físico. La personalidad cambia, y es tan frágil que puede quebrarse por algo tan estúpido como la opinión de cuatro idiotas. Asique luego no os quejeis si todas las chicas que conoceis tienen la personalidad de una piedra. Las que tenían personalidad, incluso algunas que aún conservan un ápice de ella, se han convertido en los monstruos a los que os follais o han huido a esconderse de vuestra asquerosa hipocresía entre libros salvavidas, o entra cuchillas que las quiebran, o simplemente son invisibles para vosotros.
