031

618 70 2
                                    


Nada de todo lo que Hanbin está diciendo logra calmar mis nervios alterados.

Estoy caminando de un lado a otro sin parar, porque siento que si me detengo, explotaré. Mis manos parecen haber sido unidas con pegamento a mi cabeza, no puedo apartarlas de allí.

Esto está mal, carajo. Muy mal.

— ¿Qué demonios vamos a hacer? —Vuelvo a vociferar, y me sorprende lo temblorosa que mi voz resuena con un ligero eco.

— Tranquilo, vida, lo resolveremos —Hanbin me contesta, con ese aire sosegado tan propio de su personalidad. ¿Cómo hace para estar tan relajado? Yo siento que estoy al borde de un desmayo—. Nada te pasará a ti ni a tu familia, te lo prometo.

Me veo obligado a frenar mi inquieto recorrido cuando Hanbin se interpone en mi camino. Como acto seguido, atrapa mi rostro con delicadeza entre sus manos tibias y me pide que respire profundamente. Le hago caso, pero lo que realmente me tranquiliza un poco es tener su mirada justo delante de la mía.

Este tipo tiene unos ojos mágicos. Y cálidos. Y preciosos. Y expresivos.

Trago saliva y tomo una bocanada de aire antes de hablar.

— Si se entera de que tú... Y de que Yunbi... —El filo tenso que hay en mi voz delata por completo cuán preocupado me siento en estos momentos.

— Lo solucionaremos, ¿bien? —Dice, haciendo uso de aquel tono tan relajado y sólido que logra transmitirme una indescriptible sensación de seguridad—. Tenemos una mano en el volante, todavía podemos manejar esto.

Dicho aquello, me besa en los labios una vez. Al ver que no ofrezco ningún tipo de respuesta, vuelve a besarme... Y otra vez. Y una más. Termino soltando un par de risitas y rodeando sus hombros con mis brazos.

— Esa sonrisa es la que estaba buscando —expresa en voz baja, con la mirada fija en mi boca—. ¿Quieres un té?

— Ya he tomado cuatro mientras tú dormías.

— Y luego te burlas de mi adicción al café —contesta burlonamente—. Un día voy a llevarte a Lacock, ahí sirven el mejor té del mundo.

Por un momento, estoy decidido a no preguntar qué demonios es Lacock, pero sé que él no va a juzgarme por no saber.

— ¿Lacock?

— Es un pueblo en Inglaterra —me cuenta, envolviendo sus brazos en mi cintura—. Es muy pintoresco, pequeño y cálido, no hay mucho para ver pero, personalmente, quedé fascinado por todo allí.

Puedo apreciar el entusiasmo que sus ojos transmiten, y me resulta absolutamente adorable.

— Me encantaría viajar contigo —confieso.

Una sonrisa se expande por los labios de Hanbin.

— Haremos muchos viajes juntos, vida —espeta, acompañado de un beso—. Deberías hacer una lista de destinos que te gustaría visitar.

— ¡Osaka, Osaka! —Exclamo con emoción.

Hanbin frunce un poco el ceño, pero luego soy capaz de visualizar que suelta una risa dulce.

— Vida, Japón está a menos de dos horas de distancia. Ese viaje podemos hacerlo en cualquier momento, no es un asunto grande... —Hace una pausa—. Con "lista de destinos", me refería a lugares más lejos, como Europa o América.

Me incomoda y enciende muchísimo que él sea tan millonario.

— ¿Bélgica? —Propongo, luego de meditarlo un poco, y enfoco toda mi atención a su reacción.

Tendencia + Torpeza - HAOBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora