035

672 66 15
                                    


No sé mucho sobre ecografías, pero estoy casi seguro de que lo que Bin está señalándome, es una manito minúscula.

— ¿Qué te parece? —Mi novio pregunta y levanta la mirada para observarme.

— Te lo dije... ¡Es una bolita de amor! —Exclamo contento, para luego atacar con besos el rostro de Hanbin.

Luego de que transcurrieron diecinueve días de esa histórica paliza, ya puedo sentarme en su regazo sin gritar como si me estuviesen apuñalando. De hecho, ahora —y gracias a Dios, digo, Jinyoung — puedo hacer casi todo por mi propia cuenta. Mis dedos ya no duelen tanto, aunque en las noches suelo sentir una insoportable presión en dicha zona, lo cual me dificulta un poco el sueño.

— ¿Les dijeron el sexo? —Interrogo con genuino interés.

— Es muy pronto para saberlo, vida —responde, dejando la ecografía sobre su escritorio y vuelve a abrazarme—. Además, la doctora nos explicó que se está escondiendo... Le gusta la privacidad, como a su papá.

— ¿Ya pensaron en un nombre?

— No... —Hace una pausa, relamiendo sus labios—. De hecho, Sushi quiere que tú y Minjoo colaboren con la elección del nombre.

La sorpresa se filtra en mi rostro irreparablemente y lo miro con incredulidad.

— ¿De verdad?

Hanbin me dedica una sonrisa dulce y planta un beso en mi barbilla.

— Sí. Pero no te emociones mucho, créeme —rueda los ojos, pero la diversión no abandona su expresión—, ellas tendrán la última palabra.

Una carcajada se me escapa, para luego fundir mi boca en la suya, dando como resultado un beso sosegado y muy dulce. Nuestras lenguas apenas se conectan, pues el protagonismo simplemente se concentra en nuestros labios.

De repente, un sonido estridente y familiar invade nuestra audición, interrumpiéndonos. Hanbin expresa un gruñido quejumbroso contra mis labios antes de separarse y mirar la pantalla de su teléfono, notificando la llamada entrante.

— Te llamo en treinta minutos —dice apenas contesta, con ese tono frío y tajante que tanto lo caracteriza—. Estoy ocupado.

Vuelve a dejar su iPhone sobre el escritorio y un bufido cargado de pesadez brota de su interior. Devuelve sus ojos a los míos y hace un esfuerzo para poder sonreírme, aunque el gesto no se completa del todo.

— Sung Hanbin procrastinando en el trabajo... —Murmuro sarcásticamente—. Fingiré sorpresa.

— Es mi abogado, solo está cabreado conmigo —se encoge de hombros.

— ¿Por qué? —La curiosidad me embarga y me lleva a cuestionar al respecto.

Hanbin parece titubear, aparentemente dividido por algún dilema interno. Estoy absorto en su reacción facial mientras que la preocupación va en aumento a lo largo de mi torrente sanguíneo, e intuyo que en este preciso instante él está tomando la decisión de si decirme o no lo que está ocurriendo.

Se decide por la opción correcta: contarme.

— Alguien me acusó anónimamente por supuesto maltrato y yo no he hecho otra cosa más que guardar silencio al respecto.

Durante breves instantes lo analizo a detalle con una ceja enarcada, tal como esperando a que me dijera que es solo un chiste.

— ¿Qué estás diciendo? —Perplejo, murmuro con la voz contenida y ronca.

Él está tan relajado, que solo logra desconcertarme aún más.

— Es más bien un intento de escrache, no hay una denuncia formal ni legal —aclara—. Quieren dañar mi imagen pública.

Tendencia + Torpeza - HAOBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora