xiv. satan, help me

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SATAN, HELP ME __________________________________

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SATAN, HELP ME
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Ophelia se preocupó cuando llegó a la academia para su clase de demonología y no encontró a Sabrina por ningún lado, pero como no necesitaba más faltas en su registró de asistencia decidió entrar y al salir buscaría a Sabrina.

Toda la clase el padre Blackwood hablo de posesiones demoníacas, los demonios eran como un parásito, se alojaban dentro de ti te quitaban toda tu vitalidad hasta que morías y entonces saltaban al siguiente huésped.

A Ophelia le parecían muy interesantes los demonios, si alguien tuviera un control total de ellos tendría demasiado poder, aunque se suponía que Lilith era la madre de los demonios, o eso había leído, también supuso que los demonios le guardaban lealtad al Señor Oscuro a pesar de ser Lilith su creadora ya que él tenía el poder para destruirlos.

Ophelia tuvo que salir de su burbuja cuando todos comenzaban a irse del salón, dejo sus delirios de grandeza para salir a buscar a Sabrina. Casi como si la hubiera invocado la encontró en la cabina de teléfono, con un semblante triste.

—Brina. —la castaña la llamo robando su atención— ¿Mala noche?.

—Demasiado Lía. Los niños mueren aquí, los torturan, y nadie hace nada por ayudarlos, es injusto que siga sucediendo.

—Tenemos que hacer algo, hay que pedirle ayuda a tus tías también.

—Ya lo hice. —respondió Sabrina ante la clara molestia de su amiga, se abrazaron, y ese abrazo le dio un gran ánimo a Sabrina, las dos juntas pelearían por esos niños, estaban determinadas y decididas.

...

Las tías Spellman llegaron en un abrir y cerrar de ojos, así que las dos amigas acompañadas de las mayores brujas fueron directo a la oficina del padre Blackwood, tendrían que ser convincentes si querían que el hombre les hiciera caso.

La única que entró a la oficina había sido la tía Zelda, pero a Ophelia eso le importo muy poco y se acercó lo más que pudo a la puerta sin ser vista para oír la conversación.

—Las torturas siempre han sido parte de la academia, una tradición. Tu misma has participado en algunas. —el padre Blackwood se dirigió a Zelda.

—Eran juegos tontos y simples, Faustus. ¡Nunca mate a un niño!.

—Además de tu hermana. Quién está violando su excomunión al venir aquí.

La conversación no se trato más que de él padre Blackwood deslindándose de toda responsabilidad, y cómo fue inútil hablar con él, Ophelia ya estaba maquinando un plan, y estaba tan inmersa en sus ideas que ni siquiera noto cuando Sabrina las llevó a un cementerio.

—¿Quentin?¿Puedes venir, por favor? Nosotras queremos ayudar. Y trae a los demás con confianza. —en cuanto Sabrina terminó de hablar varios niños aparecieron.

A cada una de las presentes se les estrujó el corazón al verlos, todos eran tan pequeños, y habían muerto cruelmente, sin ayuda, sin alguien que los protegiera, donde estaban los directores de la academia o los padres, los hermanos o amigos.

Al hablar con los niños se acordó algo, se vengarían de quién estaba torturando, se reunieron a los niños en un círculo, Ophelia sugería opción tras opción hasta llegó el punto en el que la tía Zelda la miró sorprendida, cómo si no se imaginara a alguien que albergara tanto odio.

Pero Ophelia lo hacía, cada cosa mala que le hicieras la recordaba, incluso de Sabrina, recordaba cuando en su cumpleaños número once Sabrina sopló la vela de su pastel, recordaba cómo le canceló varias salidas por Harvey, cómo Sabrina se alejó un poco de ella cuando Ophelia entró a la academia. Y habían muchas cosas más, pero la quería, aunque a veces podía llegar a molestarle.

Tal ves pensaran que su mente trabajaba de una manera curiosa y retorcida, pero tenía un registro mental de cada cosa mala que le habían hecho, todos a su alrededor, los amara o los odiará nunca olvidaba, es por eso qué era tan rencorosa, pero lo sabía ocultar demasiado bien.

...

Luego de acordar un plan, la chica salió apurada a casa de Susie con la excusa de que debía hacer un pendiente de su madre. No se tardo en ubicar la granja de los Putnam, se acercó a tocar la puerta esperando que ya todos sus amigos estuvieran ahí, y no le había contado a Sabrina para no darle una preocupación más.

—Hola, Susie. —Ophelia abrazó a su pequeña amiga, como señal de apoyo.

Al entrar a la casa, ahí estaban ya Rosalind y Harvey, los dos hablaban, aunque el chico lucia como si tuviera miedo, Ophelia supuso que era por lo que había visto Harvey en las minas, el jamás le contó a nadie más que a Sabrina, y ella le contó a Ophelia tratando de buscarle solución a los miedos de su novio.

Los cuatro amigo estaban en la cocina, pero se tensaron al escuchar el tintineo de una campana, pronto Susie explicó que su tío tocaba una pequeña campana cada vez que necesitaba algo.

—¿Podemos subir?.

—No lo sé Lía. —repuso Susie ante la pregunta de su amiga, ya que su padre le tenía estrictamente prohibida la entrada de alguien ajeno a la familia a esa habitación.

—Por favor, Susie. Yo también vi algo en las minas. —esa razón por parte de Harvey fue suficiente para que Susie accediera a dejarlos subir.

La chica Putnam guió a sus amigos por las viejas escaleras de roble, a todos se les ponían los pelos de punta por el constante chirrido de la madera al soportar el peso de los cuatro adolescentes, la menos asustada era Ophelia, se convencía a si misma de que una bruja no podía espantarse por un demonio.

Susie se acercó a la única puerta cerrada de la planta alta, todos la siguieron con sigilo preparándose para que sucediera lo peor, se sorprendieron cuando en lugar de encontrar a un hombre de sana apariencia como había lucido antes, ahora sólo había un saco de carne humana, con una respiración débil y sin fuerza.

—Señor Putnam. Soy amiga de Susie. —se presentó Ophelia, teniendo el valor de actuar primero entre sus asustadizos amigos.

—Susie nos contó... que trabajaba en las minas, y fue ahí donde enfermo. —Harvey tuvo aún más valor acercándosele de más al tío de Susie, si bien Ophelia era valiente, no se arriesgaría si se trataba de un demonio— He estado ahí abajo, y me preguntaba, si tal vez usted vio lo mismo que yo vi. Y si estaría dispuesto a contarme. ¿O yo podría hablar y usted responder si vio lo mismo que yo?.

—¡Bruja!. —las tres chicas se escandalizaron cuando el enfermo hombre se levantó de la cama, gritando de repente mirando en dirección a Ophelia— ¡Se comerá sus almas!.

El hombre saltó sobre Harvey atacándolo y tratando de asfixiarlo, la bruja pensó rápido sin poder usar sus poderes tomó en su mano lo primero que vio, una lámpara no muy pesada, la tomó y se dirigió al tío de su amiga.

—¡Ella te está buscando!. —el hombre dijo soltando a Harvey y tomando la muñeca de la chica, pero esta tenía la mano donde cargaba la lámpara libre, por lo que antes de procesar lo que había dicho el hombre estampó la lámpara contra la cabeza.

Hey Ambrose! --> Ambrose SpellmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora