xv. revenge

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REVENGE__________________________________

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REVENGE
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En el bosque de Greendale, luego de ese acercamiento a un demonio Ophelia regresó a la academia para dormir ahí esa noche, Ophelia había acudido al bosque para ayudarle a Sabrina a consumar su venganza contra las hermanas extrañas. Se escondió con los niños, entre los arbustos y árboles no podías alcanzar a ver algo.

Cuando las tres hermanas llevaron a Sabrina al claro donde se encontraba el árbol en el cual las 13 de Greendale fueron colgadas y comenzaron a torturar a Sabrina, los niños tomaron acción.

Todos aparecieron recitando un conjuro copiando las mismas palabras de Ophelia -ligera como pluma, pesada como roca- quien apenas venía saliendo de entre las hierbas, las hermanas se asustaron cuando perdieron la movilidad, y fue aún más grande su sentimiento cuando comenzaron a suspenderse en el aire, como si las estuvieran colgando.

Ophelia sonrió, le gustó verlas retorcerse mientras sufrían, el miedo en sus ojos de pensar que ese sería el último respiro que darían, la última vez que estarían en el planeta tierra.

—Basta, Lía. —la voz tranquilizadora de Sabrina había regresado a Ophelia en sí misma, mientras le tocaba el hombro amablemente.

—¡No volverán a dañar a algún alumno de la academia!. —habló Ophelia tratando de prolongar el sufrimiento de las malvadas brujas— ¿Entendido?.

La castaña dejó que las hermanas se retorcieran un segundo más, hasta que se giró para mirar a los niños y les dio una sonrisa, dándoles la señal de parar de recitar el conjuro.

Las hermanas extrañas cayeron de golpe contra el césped, Sabrina se acercó a Prudence extendiéndole la mano mientras Ophelia hacía lo mismo con Dorcas y Agatha. Las tres hermanas aceptaron la ayuda de las dos chicas, humilladas en su propio juego.

Ophelia les dio una advertencia a las brujas ya cuando estas estaban de pie -no vuelvan a abusar de su poder- y la chica creyó que estaba haciendo un acto de justicia, cuando en realidad sólo estaba despertando un lado sanguinario que no sabía qué tenía.

Las dos amigas caminaron hacia la academia dejando atrás a las hermanas extrañas y despidiéndose de los niños atormentados antes de que se desvanecieran en el aire.

Esa noche Ophelia durmió como un bebé, soñó sobre todo lo que alguna vez quiso, y creyó que jamás había descansado antes como lo había hecho en esa ocasión. Levantó con gran animo, y se acercó a despertar a Sabrina cálidamente.

El dúo salió de la habitación, yendo a la sala principal de la academia, donde se encontraron a Quentin que les había agradecido, por ayudarlos a sentirse más tranquilos con su venganza.

—¿Con quién hablan?. —Nicholas Scratch apareció tras las amigas, interrogándolas.

—Solo hablamos entré nosotras. Hola, Nick. —Sabrina le respondió al chico.

—Sobreviviste a tu iniciación, tan bien como Ophelia. —felicitó el pelinegro a ambas— Este será nuestro secreto, ¿si?.

Nick miró a su alrededor, buscando a alguien que pudiera verlos, pero al revisar el perímetro y ver que estaba libre, saco un pequeño libro del bolsillo de su saco extendiéndolo hacia la rubia. La cual lo tomó gustosa en sus manos.

—Uno de los diarios de mi padre. Pero, dijiste... —antes de que Sabrina pudiera terminar de hablar, el chico la interrumpió.

—Que no podía meterte en la biblioteca, no que no podía sacar esto. —Nicholas le refutó a la rubia— Le hice el mismo favor a Ophelia hace unas semanas.

—Gracias, Nick. —Sabrina dijo entre dientes mirando mal a su amiga, no se imaginaba para que Ophelia necesitaría un libro de una sección prohibida.

Ophelia de alguna manera logró adivinar los pensamientos de Sabrina, lo escuchó fuerte y claro -¿qué haces Ophelia?- esa repentina manifestación de una voz en su cabeza la hizo sobresaltar, así que la castaña tomó a su amiga por el brazo hasta dirigirla a un pasillo desolado.

—Te conozco, solo le pedí un libro de... conjuros, no te preocupes. —se excusó Ophelia con gran seguridad, sonando convincente— Pero tú, ¿para qué quieres un diario de tu padre?.

—Tengo que descifrar una configuración aqueronte que diseño mi padre. —ante la respuesta de Sabrina la castaña le hizo un extensivo interrogatorio para descubrir lo que su amiga planeaba.

...

La chica Stanley volvía como siempre a su amado libro, la historia de Lilith la había grapado pareciéndole interesante. Ese día la chica también había ido a la casa Spellman en busca de Ambrose.

Llegó antes que incluso Sabrina, y como siempre y con el camino memorizado se dirigió a la habitación de Ambrose, claramente acompañada por Volkran, ya que no había estado pasando mucho tiempo con él últimamente.

Al entrar el chico lucia algo asustado contemplando un un punto vacío en la habitación, con la vista desenfocada.

—¿Te sientes bien, Ambrose?. —Ophelia se acercó llamándolo y sacudiéndolo con gentileza del hombro para no hacerlo sobresaltar.

—Lo siento. Es que... —el chico dudo en hablar, pero ella le inspiraba confianza por lo que se permitió hablar— tuve una cita con Luke, por proyección astral, y no salió muy bien.

—Solo a ti se te puede ocurrir eso, en verdad, Ambrose. Y no hablo sólo de la proyección astral, sino también de la cita.

—Lo sé, ¿qué leeremos hoy?. —Ambrose trato de cambiar el tema, recibiendo una mirada de reprensión por parte de Ophelia.

—Lo de siempre Ambrose.

Los dos casi amigos, y el familiar de Ophelia pasaron unas horas en silencio, concentrados en la lectura, Ambrose admiraba la cara de concentración de la chica pareciéndole tierna, y Ophelia observaba las expresiones de sorpresa de su antiguo enamorado, pero cómo estaban tan concentrados mirándose el uno al otro no notaron que se admiraban de la misma manera.

En cierto momento Ophelia se distrajo tanto mirando a Ambrose que no noto cuando el chico levantó la vista, atrapándola en su observación, apenada y con la seguridad de los días anteriores por los suelos solo encontró como solución enterrar su rostro en una almohada.

—Yo también te he estado mirando. —confesó Ambrose.

Esas palabras hicieron que Ophelia quitara la almohada de su cara poco a poco y cuando iba a retirarla por completo una voz resonó en su cabeza -aún más de lo que quisiera- Ambrose pensó, y para su mala suerte Ophelia lo había oído, quedándose en blanco.

—¿Más de lo qué quisieras?. —dijo Ophelia recuperando su seguridad, al tener la ventaja de leer sus pensamientos.

—¿Cómo...

—Cuídate Ambrose. —la chica interrumpió al moreno y se acercó para despedirse de él con un beso en la mejilla— Voy con Sabrina, cuida el libro.

Hey Ambrose! --> Ambrose SpellmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora