CAOS |: You're in the wind, i'm in the water
nobody's son, nobody's daughter
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La que estaba destinada a reinar al lado del diablo, Lilith era, pero la sed de poder de am...
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MAERCECI __________________________________
Ophelia estaba tendida en el suelo de la habitación de Sabrina con velas encendidas rodeando todo su cuerpo, Sabrina la miraba desde su cama, Salem y Volkran estaban nerviosos por lo que pudiera pasar, aunque el pequeño hurón mucho más, temiendo por la vida de la chica.
La castaña no estaba nerviosa ni mucho menos, lo único que quería era accionar rápido para por fin poder ayudar a sus amigos. Todo funcionaba a la perfección y Ophelia lo noto cuando se encontró en el cuarto del tío Jesse.
—Hola. —saludo Ophelia tratando de llamar la atención del demonio— Espero que me recuerdes.
—Claro, la bruja. —hablo con un tono tan despectivo que Ophelia deseo enviarlo directo al infierno, donde pertenecía— Toma asiento.
—Preferiría no. —Ophelia declinó la invitación con educación luego de que el ente arrastrara una silla hacia ella sin siquiera haberla tocado— Mejor dime, ¿qué es lo que buscas aquí?
—Arruinar, degradar y corromper a los humanos, empezando por mi anfitrión. Y cuando lo haga, seguiré con tus amigos que me tienen aquí atado como un animal.
—Si dejarás el cuerpo de este hombre, podrías dejar de estar atado. Pero no lo haces, ¿por qué, demonio? —la chica preguntó tratando de acorralar al ente en su vago intento de intimidarla.
—Es que, es tan lindo y tibio, y pecaminoso. Jesse Putnam era conveniente. Mi posesión es su recompensa, por dejarme libre.
—Déjame ver si te entiendo, no puedes dejar al huésped que alojas, no al menos hasta que logres matarlo. Y Jesse te libero en las minas, debo decir que eres un demonio muy malagradecido. —el tono juguetón de la chica logró enfurecer al demonio que comenzó a sacudirse con molestia en la cama.
—Muy inteligente, me recuerdas a ella.
Ophelia tenía todas las intenciones y las ganas de preguntar a quien se refería, así como de lo que le había dicho la primera vez que estuvo ahí, pero debía concentrarse en averiguar el nombre del demonio, y administrar bien su tiempo, antes de que se acabara.
—¿Cuál es tu nombre, demonio?
—Soy Maerceci, torbellino de voracidad. Demonio de los intestinos. Devorador de carne.
—Nadie te quiere aquí, Maerceci. Tienes que irte. —advirtió Ophelia sin haber notado que el demonio estaba haciendo uso de todo su esfuerzo para vomitarle encima y sin saber tampoco que ella acababa de materializarse en la habitación.
Cuando el vomito del demonio salió disparado hacia ella se movió como parte de un reflejo, sin saber que se acababa de salvar la vida. De pronto una sensación extraña invadió a Ophelia y cuando tocó algo en la habitación supo que estaba ahí, de alguna manera esa proyección astral la había teletransportado hacía la casa de los Putnam.