~En el día de los Amantes Imposibles~

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Fuyumi dejó de pensar en ese instante y supo lo que tenía que hacer; tomó sus joyas, ahorros y hasta los adornos del cabello; todo lo metió en una maleta y pronto fue por su ropa; aunque no podía llevarse todos sus kimonos tomó varios, yukatas y un par de capas; tomó sólo un par de obis, uno de invierno y uno de verano y su ropa interior; tomó su caja de maquillaje, algunos objetos personales como su muñeca de cuando estaba niña y algunos libros. Se puso su capa de capucha alta y se cubrió la cabeza. Por último escribió una nota para sus padres y la dejó sobre su futón, luego escribió otra más y la escondió debajo de su futón para cuando la buscaran. Entonces abrió la ventana saliendo al jardín. 

Ahí ante ella flotaba su amado que la vio lanzar la maleta al jardín y luego lanzarse con todo y sandalias, esto lo hizo enarcar una ceja y descender. 

- Mi añorada señora, ¿qué está haciendo? - 

- Lléveme con usted. - Dijo metiéndose en sus brazos; Hawks no pudo sentir más dicha que al envolverla de nuevo y sentir su cercanía; acarició sus cabellos y olió los mismos y pronto se inclinó para besar sus labios. 

- Como he extrañado sus labios y me recibe con esas palabras. - Aunque Fuyumi disfrutó cada instante de ese beso, apremió a decirle su situación. 

- Mi señor, debemos irnos ya mismo. - 

- ¿Por qué tanta prisa? Aún no hemos conversado. - 

- Mi padre está en casa. - 

- Lo sé, no pretendía quedarme mucho. - 

- Hablaremos en otra parte, me iré ahora mismo con usted o la próxima vez que venga no me va a encontrar. - 

- ¿Cómo? - Aquellas palabras no le gustaron para nada, sintió un terror repentino al escucharla y la miró a los ojos tomándola por el mentón. - Explíquese. - 

- Mi padre quiere comprometerme con alguien para que me cuide por la situación de la ciudad. Por favor, se lo ruego, no lo permita. - La expresión de Hawks se ensombreció porque ese era su más grande miedo; ni siquiera tuvo que pensar mucho las palabras de la dama, la tomó en brazos y un par de plumas su maleta, y partió de la residencia Todoroki a toda velocidad. Fuyumi que nunca había volado, evidentemente, se aferró a su cuello con ambos brazos en notorio terror mientras él se reía divertido. 

- Tranquila, no la dejaré caer. - 

- No me pida que me calme cuando vamos demasiado rápido y demasiado alto. - Apenas si podía enfocar nada al pasar, los techos de las residencias eran manchas borrosas y se acunó en el pecho del ronin para no perder sus gafas o marearse. Para cuando dejó de sentir movimientos abrió los ojos y él la dejó en la calle. - ¿Dónde estamos? - 

- En un callejón, no sé a donde ir. -  

- Permítame. - Pero él no la dejó irse, la sujetó del brazo y con un ávido movimiento la hizo entrar en sus brazos para besarla con deseo; ella le tomó de las mejillas y le correspondió de inmediato, sus sentidos se dispararon en el instante que esos labios tocaron los suyos; se fundió como metal ardiente en su alma y se entregó a él sin más. Al besarlo comprendió que cada suspiro de añoranza por medio año había valido la pena y que ahora podía ser completamente feliz. Estaba lista y presta para decirlo, qué importaba si era en un callejón. - Keigo Tamaki san quiero que sepa que yo lo amo con toda mi alma y que estoy lista para ser su esposa. - Las cejas del halcón se arquearon en sorpresa y su corazón se estremeció al escucharla, jamás creyó que una dama llegara decirle eso, mucho menos la noble hija de su enemigo. 

- Hay cosas que debe saber. - Dijo tomando sus manos. - Pero necesito un lugar seguro para poder decírselas. - Ella asintió y se cubrió con la capa. 

~La Historia del Halcón y el Pez Koi~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora