CAPÍTULO OCHO

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Los días siguientes Benjamín cumplió fielmente con lo que había prometido. Nuestra rutina de trabajó cambió por completo y ahora nos hablábamos sólo lo estrictamente necesario. Ya no pasaba por mi oficina a conversar, ni se acercaba a saludar cuando estaba con Ramiro. Me sentía terrible. Odiaba este tipo de situaciones en las que debo actuar como si no me importara. Claro que me importa. Y lo peor es que odiaba que me importara.

Justo cuando pensaba que mi semana había sido realmente mala me di cuenta que podía ir aún peor. Había quedado con Danny en que por la noche tendríamos una cita y miraríamos juntos una película, en un intento de hacer cosas nuevas entre nosotros para no sentir tan pesada la distancia. Es por eso que me vestí decente, me maquillé y me hice un peinado especial para la ocasión. Quería con todas mis fuerzas que nuestra situación mejorara. Sin embargo, ya estaba retrasado por una hora, así que comencé a llamarlo a su móvil. No fue hasta minutos después cuando observé que me respondía con un mensaje.

¡Hola, peque! Recién estoy llegando a casa. Hablamos mañana.

Eso fue todo. No había disculpas por haber faltado a nuestra cita, ni siquiera una explicación. El mensaje era tan frío y desapegado que parecía haber sido enviado por una máquina. No quise que los pensamientos negativos se apoderaran de mí, pero no podía evitarlo. ¿Este es el comienzo del final? ¿Realmente Danny y yo no soportaremos la distancia? ¿Danny no me quiere lo suficiente?

Me levanté para mirarme en el espejo del baño, estaba echa un desastre con todo mi maquillaje corrido. No podía evitar que me inundara la tristeza de sentir que estaba perdiéndolo. Mis pensamientos se debatían entre creer que este era el inicio del fin o sólo una mala temporada entre nosotros. Me retiré el maquillaje lentamente, acariciando mi rostro en el proceso.

"No estés con alguien que no está cien por ciento seguro de que quiere estar contigo".

Las palabras que Benjamín me había dicho hace semanas se instalaron en mi mente como una canción repetida. Incluso cuando me quedé dormida, no dejaba de preguntarme si Danny me quería lo suficiente para superar esto de la relación a distancia.

Cuando desperté esta mañana, quise enviarle un mensaje de buenos días, como suelo hacer. Sin embargo, me contuve. Durante mi camino hacia el trabajo, las nubes formaban un corazón y tomé una foto para compartirla con él. Pero no la envié. En la cafetería alguien llevó unos cupcakes de su sabor favorito y quise contarle. Pero no lo hice.

Quería experimentar cómo sería mi vida sin Danny. Pero cada vez que lo intentaba, me daba cuenta de que no quería una vida sin él. Todo lo que veía, escuchaba e incluso lo más insignificante que me sucedía, me recordaba a él en todo momento.

Toc toc. Salí de la nube negra que estaba siendo mi cabeza últimamente cuando alguien llamó a mi puerta. Y, para mi sorpresa, la última persona que esperaba ver estaba allí, frente a mí.

"Hola", susurró Benjamín mientras entraba a mi oficina. Hace días que no nos hablábamos, incluso dejamos de cruzarnos en los pasillos. Solo coincidíamos cuando era estrictamente necesario y ni siquiera entonces nos dirigíamos la palabra.

"Hola", respondí. El aire entre nosotros se llenó de una tensión que no pude describir.

"Sólo quise pasar a preguntarte si estabas bien" dijo mirándome a los ojos, con esa profundidad en su mirada típica de él.

"Si. Claro que estoy bien. ¿Por qué no lo estaría?" mi voz traicionó la falsedad de mis palabras.

"Tienes los ojos hinchados" respondió cauteloso.

"Es que... Estuve picando mucha cebolla... En la cena" respondí torpemente. ¡Bravo, Olivia! ¿Cortando cebollas durante la cena? Hubiera sido más creíble decir que estuve la noche llorando viendo una película conmovedora de esas con cachorro.

"Está bien", murmuró mientras se acercaba a mí. "Sabes que si necesitas algo, una ayuda, una charla, lo que sea. Seguimos siendo amigos" su mirada estaba llena de compasión "Yo también suelo picar cebollas". Y así sin más, se marchó.

"Yo también suelo picar cebollas" sus palabras retumbaron en mi cabeza por más tiempo del que deberían. Me encantaría poder seguir hablando con él, como antes. Dios, incluso había olvidado lo sola que me sentía antes de conocerlo.

Aunque Ramiro también sea un gran amigo, tiene sus propios asuntos y odio el sentimiento de creer que estoy molestando a alguien con mis problemas insignificantes. Además, con Benjamín siempre fue distinto. Nos entendíamos perfectamente. "Sólo quise pasar preguntarte si estabas bien" Ni siquiera recuerdo haberlo visto hoy en todo el día y sabía perfectamente que no estaba bien.

Pasé el resto del día terminando quehaceres atrasados. Tenía tantas cosas en mi cabeza que comenzaba a afectarme en el trabajo. Por otro lado, no estaba lista para retomar la conversación con Danny. Nos habíamos escrito durante el día para saber cómo estábamos, pero nada más. Ya era demasiado obvia la distancia entre nosotros, y no me refiero solamente a la geográfica.

Escuché el sonido de notificación en mi móvil y no quise mirar el mensaje. Probablemente sería Danny y no tengo ganas de enfrentar una conversación seria con él todavía. Sin embargo, no había sido él.

Número desconocido: ¿Estas en tu casa?

Estuve a punto de borrar e ignorar el mensaje cuando llegó el siguiente.

Número desconocido: soy Benjamín.

Mi corazón se ralentizó por un segundo y al siguiente comenzó a latir con mayor fuerza. Si pudiera golpearme a mí misma lo haría. Odiaba tener estas reacciones por Benjamín.

Olivia: ¿Por qué?

¿Enserio le iba a preguntar por qué? ¿Qué otra cosa se supone que diga? Es que de verdad parecía una tonta cuando de hablar con Benjamín se trata.

Benjamín: ¿Qué haces?

Olivia: Recién acabo de llegar ¿y tú?

Benjamín: ¿Quieres mirar una película?

¿Qué?

¿Me estaba invitando a ver una película?

Olivia: ¿Estas invitándome a ver una película?

Benjamín: Extraño hablar contigo.

Sonreí al leer el mensaje. También lo extrañaba. Pero es algo que no tenía por qué decírselo. Lo que estábamos haciendo es peligroso. No sólo por nuestra obvia situación, sino porque no podemos involucrarnos demasiado y arriesgar a que los sentimientos se mezclen. Esto podrá ser muy divertido, pero nunca será real, y por muy distantes que estemos, nunca arriesgaría lo que tengo con Danny por algo que es sólo divertido.

Olivia: No deberíamos. No está bien.

Benjamín: No haremos nada malo. Sólo somos dos amigos que se reúnen a hablar. Sabes que nos hacemos bien entre tanto mal.

En esa parte tenía razón. ¿Por qué algo que se sentía tan bien tenía que ser tan malo? Lo pensé. Lo pensé demasiado. ¿Era correcto? Claro que no. ¿Quería hacerlo? Claro que si. Dios ¿qué hago? Tengo veintitrés años. Puedo permitirme hacer locuras como estas.

¿Para qué es la vida sino es para sentir? 

MIENTRAS NADIE VEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora