CAPÍTULO UNO

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Era muy tarde cuando luego de doce horas de viaje desde Lake Cacely por fin llegué a Karovo. Desde que era una niña había soñado con venir a la gran ciudad y trabajar de lo que amo. Apoyé una mano en la ventana del autobús para contemplar los enormes edificios que con sus luces iluminaban la noche, incluso tuve que inclinar levemente mi cabeza para mirar hacia arriba de lo altos que son. En ese instante, una mezcla de emoción y asombro me invadió, haciendo que mi corazón latiera con mayor intensidad, pues finalmente estaba por cumplir uno de mis más grandes sueños.

Suspiré y regresé mi mirada hacia el móvil entre mis manos que aún brillaba con el mensaje que había enviado hace unos minutos a Danny.

Esta ciudad es una locura. Ojalá pudieras venir algún día a visitarme. Ya te extraño.

Sin respuesta. Lo más probable es que ya esté dormido. Danny trabaja tanto que a veces me pregunto cómo un ser humano es capaz de aguantar tanto. Después de nuestra graduación universitaria, yo conseguí un empleo en la Biblioteca Central del pueblo, pero él continuó inmerso en los mismos trabajos que había desempeñado en su adolescencia. Era mesero en todos los restaurantes que su horario le dejara incluir y cuando no estaba sirviendo y limpiando mesas, estaba en su casa ocupándose de sus padres.

No es por menospreciar el trabajo en restaurantes, fue gracias a ellos que pude comenzar a tener ahorros, pero no comprendía por qué Danny se negaba a considerar otras oportunidades laborales que le ofrecían, como la de profesor de literatura en la escuela, por ejemplo. Es un hombre talentoso y con una pasión innata por la lectura y escritura, así que estoy segura que se desempeñaría de manera excepcional en ese ámbito.

Después de cargar mis cuatro maletas hasta mi departamento pude detenerme a observarlo. No era muy ostentoso, pero irradiaba calidez y la promesa de nuevos comienzos. A la derecha, se encontraban dos puertas, una que daba paso al baño, y la otra a una pequeña habitación con una cama individual y su correspondiente mesa de noche. A la izquierda estaba la cocina y más adelante un sofá con una pequeña mesa redonda en el centro. Por último, pero seguramente mi parte favorita, un balcón con vista a la ciudad. Estaba en un quinto piso así que podía ver las hermosas luces que alumbraban Karovo.

Luego de tomar una foto de la increíble vista, me abalancé sobre mi nueva cama, sintiendo que caía sobre la más suave nube. Estaba agotada y de lo único que tenía ganas era de hablar con Danny, así que no lo pensé dos veces y marqué su número.

"Hola amor, ¿cómo llegaste?" contestó al tercer tono mientras bostezaba. Danny es el ser más hermoso, me cuida, me quiere y me respeta muchísimo. Lo conozco desde que éramos niños, pero sólo de vista y cuando nos cruzábamos cada tanto en los pasillos de la escuela y decíamos un tímido hola. Pero no fue hasta que los dos entramos en la misma universidad que nos hicimos amigos de verdad. Ahora, tengo la suerte de llamarlo novio.

"Holaa amooor, no puedo creer que por fin esté aquí" respondí con la más grande sonrisa. De verdad no podía creerme lo bien que iba mi vida, el trabajo perfecto, el novio perfecto. Todo parecía estar en orden.

"Pues créetelo, pequeña, te mereces eso y mucho más" mi corazón estallaba de amor con cada palabra tierna que me dedicaba Danny. Aunque siempre ha sido cariñoso conmigo, aún no me acostumbraba del todo a sus detalles.

No fue hasta los exámenes finales cuando comenzamos a hablar. Lo recuerdo todo de esa tarde. Estaba en la biblioteca cuando entró, vestía un jean roto y suéter blanco, su cabello de rulos negro perfectamente peinado y me sorprendí cuando directamente se sentó en la silla delante de mí, como si yo hubiese estado todo este tiempo esperando por él. Comenzó a sacar sus libros y casi sin querer mirarme a la cara preguntó "¿Te gustaría que estudiáramos juntos?"

MIENTRAS NADIE VEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora