CAPÍTULO TRES

6 0 0
                                    

Habían pasados tres días desde que vi a Benjamín, mejor dicho, desde que salió de mi oficina. En realidad, lo había visto cada día al llegar, mientras saludaba a algún otro compañero o en la cafetería tomándose un batido. Las veces que he intentado acercarme o que nuestras miradas coinciden hace como si no me hubiese visto y se va. Definitivamente me está evitando.

"No te está evitando, peque, debe haber una buena razón, seguro está muy ocupado, o es despistado, no lo sabes. No sobrepienses esta situación", mencionó Danny al teléfono a quien ya le había contado todo lo que había ocurrido en mi primera semana de trabajo.

"Es rarísimo, después que le dije mis razones de por qué deseaba este puesto simplemente salió y ha estado enviándome mis deberes por mail cuando literalmente trabajamos en el mismo departamento", contesté irritada.

"Si crees que hay algo malo o un malentendido deberías ir tú y hablar con él".

"¿Estas loco? No. Es él quien supuestamente está asignado a ser mi guía o a evaluarme, yo que se. Es él quien debe buscarme" respondí sintiendo que empezaba a molestarme, no me gustan las situaciones en las que no se qué ocurre o no tengo el control.

"Recuerda que eres una persona adulta y quieras o no será tu compañero de trabajo por mucho tiempo, así que sé alguien responsable y toma la iniciativa de resolver un problema, si es que lo hay" sugirió Danny con su tono de voz autoritario.

"Bien. Ya empiezas a tratarme como a una niña otra vez", dije dándome por vencida.

"Mientras siga funcionando voy a seguir haciéndolo", añadió entre risas.

"Tienes suerte de ser lindo", dije sonriendo, "si mañana temprano vuelve a evitarme entonces hablaré con él. Por ahora lo único que quiero es dormir"

"Está bien, peque, buenas noches, te quiero"

"Te quiero, adiós". Coloqué el móvil en mi mesita de noche y en cuanto cerré los ojos me quedé dormida.

Después de una semana, mi oficina se parecía un poco más a mí, gracias a que coloqué en la pared diferentes posters con frases motivacionales y una que otra referencia a Taylor Swift y sus canciones. También tenía dos plantas, velas y una estantería que adorné con luces para mis libros. Mi escritorio fue más simple, sólo coloqué varias tazas de diferentes colores para ordenar mis lápices, bolígrafos y demás implementos de trabajo. Estaba de pie mirando con orgullo mi trabajo de decoradora cuando alguien tocó mi puerta.

Ni siquiera tuve oportunidad de responder porque de inmediato entró Ramiro, "Hola, linda, quise pasar a saludar" dijo mientras se sentaba en la silla frente a mi escritorio, "se ha escuchado mucho tu nombre por los pasillos", añadió con un tono de voz divertido.

Ese último comentario me impresionó, "¿y qué se puede decir de alguien que no ha cumplido ni una semana trabajando en la compañía?" pregunté algo irritada.

Las cejas de Ramiro se arrugaron y comenzó a mover su cabeza en señal de no, "No, no, no te lo tomes a mal, no se dice nada malo sobre ti, ni somos personas que van con el chisme", aclaró, "pero ha parecido extraño que te asignaran a Benjamín como compañero y bueno conociéndolo a él es bastante inusual que no ande encima de ti".

"¿A qué te refieres con encima de mí?" pregunté con cautela.

"Oh, vaya, todo lo que digo se escucha fatal", mencionó mientras suspiraba, "Me refiero a que es una persona muy estricta, le gusta el trabajo bien hecho y evaluar a los nuevos empleados de cerca, por eso el jefe confía en él. Una vez tuvimos un proyecto juntos y de ocho horas de trabajo, siete las pasaba conmigo, atento de cada detalle de lo que hacía, por eso es tan raro que contigo no pase lo mismo".

MIENTRAS NADIE VEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora