CAPÍTULO ONCE

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Llevamos dos horas en el Lago Bluewater y parece haber sido sacado de una pintura del lienzo más grande. El cielo muestra su tono más puro de azul, fusionándose con el agua en un suave tono claro, como si no hubiera límites, solo el movimiento del agua que rompe el silencio con su encantador sonido. El viento sopla fresco, acariciando mi cabello castaño que se mueve como en una danza en el aire. Los árboles, exuberantes y llenos de vida, se tiñen de un verde mágico. Es la naturaleza en su estado más puro, simplemente maravilloso.

Alguien trajo un viejo juego de UNO y hemos estado todo el rato riendo sin parar. Por lo que no he intercambiado más de diez palabras con Benjamín. Pero si que hemos intercambiado varias miradas fugaces, incluso un par de sonrisas, haciendo que mi estomago se llene de mariposas a la expectativa de cuál será su siguiente movimiento de "coqueteo" hacia mí. No es que este funcionando, claro está. Pero es divertido verle intentar.

Ajaaa.

Sin embargo, mi cabeza no se ha callado desde que llegamos. Entre la incertidumbre sobre qué pasará con Danny y que ya falta poco tiempo para que termine mi pasantía en la empresa y tenga que irme. Siento que extrañaré mucho este trabajo, pero sobretodo a mis compañeros. Por lo que estar así, todos reunidos entre risas me ha puesto bastante sentimental.

En un intento por encontrar respuestas y conectar más con mis emociones, decidí apartarme del grupo y buscar un momento de soledad en medio de la naturaleza. Me senté y contemplé el entorno con mayor intensidad, esperando encontrar la calma y la claridad que tanto anhelaba.

Mientras meditaba, percibí unos pasos detrás de mí. No necesité voltear para saber de quién se trataba, su aroma inconfundible lo delataba.

"¿Puedo sentarme?" preguntó mientras asentía con mi cabeza. "¿Por qué te alejaste?"

"Quería valorar más la naturaleza" respondí con sinceridad.

"¿Te gusta?" indagó Benjamín.

"Es una pena que estemos destruyendo a la madre tierra" reflexioné.

"Es verdad". Miró hacia delante. Pude ver cómo en sus ojos se reflejaba el mar y me pregunté si lo apreciaría de la misma forma que yo "¿Te pasa algo más?" volteó a mirarme.

"Nada más", dije con una sonrisa que ni yo misma pude creerme.

"Está bien que no quieras contarme".

"No es que no quiera. Es que no hay una cosa en particular", confesé mientras jugueteaba con mis pies, que se movían inquietos. Levanté mi mirada para encontrarme con sus ojos, "creo que muchas cosas se han acumulado".

"Por ejemplo...", insistió, interesado en mis pensamientos.

"No lo sé. Lo que está sucediendo entre nosotros", admití, y en un instante su expresión se transformó, frunciendo el ceño y demostrando confusión. "Estuvimos juntos hasta las 6am. Constantemente estas insinuando que te gusto..."

"Nos gustamos", me interrumpió.


"Te gusto", afirmé con determinación en mi voz.

"No está bien. Tengo novio y de verdad no me gusta lo que estoy haciendo", confesé, sintiéndome nerviosa.

Permaneció en silencio durante unos segundos, pensativo, y mis nervios se intensificaron aún más.

"No estas haciendo nada malo. Nunca me has respondido ninguna insinuación, a pesar de que hemos tenido oportunidades, así que no te sientas culpable porque no tienes culpa de nada. Yo la tengo. Creo que es mejor dejar las cosas así. Te lo dije en un principio, debemos alejarnos para no dañar las cosas", explicó con pesar en su voz.

"Entonces, ¿por qué volviste a escribirme?" pregunté.

"Fue difícil alejarme de ti. Eres hermosa, inteligente y divertida. Dios sabe lo mucho que me atraes y no lo sé, también me siento solo a veces", añadió suspirando. "Disfruto de tu compañía. No puedo evitarlo", confesó sinceramente.

No supe qué responder. También disfrutaba de su compañía y no quería volver a quedarme sin un amigo con quien poder hablar de cualquier cosa.

"Sabes que falta poco para que me vaya, ¿cierto?" mencioné a lo que él asintió con la cabeza. "Podemos seguir siendo amigos hasta entonces".


sonrió, "Es difícil querer besarte y que no pueda hacerlo", admitió con anhelo en su voz.

"Puedes controlarte. Solo tienes que recordar nuestros límites. Somos a-m-i-g-o-s" dije haciendo énfasis en cada letra de la palabra.

Decidimos volver con nuestro grupo de amigos para que ninguno sospechara que pasaban cosas entre nosotros. En cuanto Ramiro nos vio llegar una sonrisa traviesa se instaló en su rostro por lo que supe que no planeaba nada bueno. "¡Chicos, hagamos esto más emocionante! El perdedor del juego tendrá que aceptar hacer el reto que yo le imponga. Sin oponerse". Propuso.

Las risas y las miradas desafiantes llenaron el aire. Todos estuvieron de acuerdo y comenzamos a jugar. Las cartas se movían rápidamente, y la tensión crecía con cada turno. Cada tanto le lanzaba miradas de advertencia a Ramiro a lo que él se limitaba a levantar las cejas e intercambiando su mirada entre Benjamín y yo, quien se encontraba tan relajado como siempre.

Conforme avanzaba el juego, las estrategias se intensificaron y las risas se multiplicaron. Las cartas volaban de un jugador a otro mientras compartían historias divertidas y se animaban mutuamente. Finalmente, después de lo que parecía una eternidad. Benjamín fue declarado perdedor al ser el jugador con mayor cantidad de cartas en su poder.

"¡Benjamín, amigo mío! Has perdido el juego", exclamó Ramiro con una risa contagiosa. "Y de acuerdo con nuestras reglas, eso significa que tienes que cumplir una consecuencia".

Mi corazón se aceleró en cuanto Ramiró me devolvió una última mirada antes de expresar. "La consecuencia es clara. Tienes que besar a Olivia". Quería golpearlo. No podía estar hablando enserio. Mientras sentía mi corazón latiendo en mis oídos, vi en cámara lenta como todo el rostro de Benjamín se tornó rojo, supongo que el mío estaría igual. Por una parte, me gustó que haya tenido esa reacción, pues demostraba que no era tan inmune como a veces aparentaba.

El grupo estalló en risas y comentarios animados mientras Benjamín se quedaba momentáneamente sin palabras. Hasta que por fin, decidido a enfrentar el reto con valentía, se acercó hasta a mí con pasos cautelosos pero seguros.

Mis manos comenzaron a temblar ligeramente mientras se inclinaba y nuestros rostros quedaban a centímetros de distancia. Sus ojos chispeantes me obserbavan cautelosos, su mirada clavada en la mía intentando encontrar algún tipo de aprobación. Pero yo no reaccionaba. Lo único de lo que era consciente era de su respiración entre cortada y sus labios entre abiertos.

Rozó mi labio inferior con su pulgar y con su otra mano escondió el mechón rebelde de cabello que siempre escapaba. Quisiera tocarlo. Pero mi manos tampoco parecen reaccionar. El ansia, el anhelo y la urgencia que sentimos por el otro es latente. Inlcuso olvido que hay más gente alrededor. Por un momento, él parece recordarlo, porque veo como su mirada pasa del fuego a la confusión, tristeza y de último comprensión.

Solo siento sus cálidos labios presionando mi mejilla. No es la primera vez que deposita un beso allí. Pero este es diferente. Este es el beso que pudo haber sido pero que nunca será entre nosotros. Él lo sabe. Porque mantiene sus labios allí por más tiempo del debido. Cierro mis ojos, como si así pudiera sentirlos sobre mis labios. Luego, lentamente se separa. Y la realidad vuelve a nosotros como un balde de agua fría.

"Wow. Eso fue intenso", escuché que alguno de nuestros compañeros comentó. Creo que fue Gerardo, pero no le di importancia.

"Bien, creo que has cumplido el reto". Exclamó Ramiro con decepción en su voz.

MIENTRAS NADIE VEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora