No sé si algún día lamentaré la decisión de permitir que Benjamín viniera esta noche a mi departamento. Supongo que en el futuro podré arrepentirme. Sin embargo, en este preciso momento, me siento feliz de haberle dicho que sí.
Hace mucho tiempo que no disfrutaba tanto la compañía de alguien. Han transcurrido horas desde que Benjamín apareció en mi puerta y no hemos dejado de hablar desde entonces. Nos sentamos juntos en el sofá y, con un vaso de coca cola y una bolsa de doritos, nos sumergimos en conversaciones sobre nuestras vidas, como si fuéramos dos amigos que no se habían visto en años.
"Esta cicatriz en mi brazo", comenzó a relatar, "la obtuve cuando tenía quince años. Quise sorprender a mi novia en su cumpleaños y, bueno, ahí fue cuando descubrí que a ella no le agradaban las sorpresas", confesó. "No me golpeó, quiero decir, fue un accidente. Se asustó y su primer impulso fue defenderse. Ambos tropezamos y yo me lastimé con una esquina que tenía un clavo sobresaliendo, de ahí proviene esta pequeña marca", explicó al notar mi rostro confundido.
"Después de haber encontrado refugio en los libros durante años, quise ser escritora", confesé con entusiasmo. "Incluso mi abuela solía regalarme diarios para que escribiera cualquier ocurrencia que pasara por mi mente. En aquel entonces, tenía una imaginación desbordante. Supongo que en algún lugar deben de estar guardadas las historias que comencé a crear pero nunca llegué a terminar", añadí con ilusión. A veces olvidaba cuánto amaba escribir.
"Deberías escribir nuestra historia", respondió Benjamín con diversión, dándome un pequeño empujón en el hombro.
"No creo que tengamos una historia", afirmé con duda.
"¿Estás segura?" replicó, con una sonrisa danzando en sus labios. "Ambos tenemos nuestras propias relaciones, a las que amamos y no abandonaremos, y, sin embargo, aquí estamos. ¿Sabes por qué?". Negué con mi cabeza. "Porque nos gustamos. Y eso no es algo común. No siempre encuentras a alguien que te atraiga en todos los sentidos, física, mental y emocionalmente", dijo, clavando su mirada en mis ojos.
"No me gustas", respondí con seguridad, dejando escapar media sonrisa.
"Puedes negarlo todo lo que quieras. Estoy aquí por algo", contestó, alzando los hombros con cierta arrogancia.
En eso último tenía razón. Estaba allí porque yo lo permití. Pero no por las razones que él creía. No sentía atracción romántica hacia él. Disfrutaba de su amistad, de tener a alguien con quien hablar, alguien que me escuchara y comprendiera. Pero no sentía esa chispa. No pensaba en él antes de dormir ni al despertar. No me imaginaba un futuro a su lado.
Cuéntame más.
Shhh.
"Puedes pensar lo que quieras", respondí, decidida a no arruinar el momento que estábamos compartiendo, negándome a insistir en algo en lo que estaba segura.
¿Estas seguraaa?
"Oye y ahora que mencionaste a tu abuela. Nunca te he escuchado hablar de tu familia" cambió de tema.
"No hay mucho que decir realmente. Mi papá nos abandonó incluso antes de yo nacer. Así que mi madre tuvo que tener varios empleos para mantenernos. Vivíamos en casa de mi abuela y fue ella quien me crió prácticamente", respondí con serenidad. "Tengo una buena relación con mi mamá, pero, ya sabes, estaba poco en la casa debido a sus trabajos así que no es como que haya crecido con su constante presencia", añadí.
No me gustaba adentrarme en detalles sobre mi familia. De niña, mis compañeros de escuela se burlaban de mí por no tener padres, y aunque ya superé esa experiencia. Después de muchas sesiones de terapia.Aún se me hace inusual hablar de algo tan íntimo. Sin embargo, con Benjamín, no sé por qué. Nada parecía ser tan íntimo con él. Era como si nuestras conversaciones fueran una terapia. Liberadoras y curativas.
Benjamín no conocía mi pasado, no sabía quién era ni quién había querido ser. Solo conocía mi presente, las cosas que yo misma le revelaba. Conocía la persona que yo quería que conociera, y eso, sí que me gustaba.
"Así que cuando dices que te refugiaste en los libros fue por..."
"Pues, no tenía muchos amigos en la escuela. En realidad, no tengo muchos amigos ahora. Siempre fui así, solitaria. Pero no me entristece, al contrario. Me gusta ser así" respondí.
"Creo que eso es un poco triste", mencionó con suavidad.
Negué con la cabeza. "Tengo una buena relación conmigo misma y disfruto estar con mi propia compañía" respondí en un intento por convencerlo. "Míralo de esta forma: en la vida, lo único eterno y constante que vas a tener serás tú mismo. Así que, que te conozcas, y te guste estar contigo es lo mejor que puede pasarte, porque te aseguro por muy desesperanzador que suene, va a llegar un momento en el que estés tú solo".
Continuamos nuestra conversación sobre nuestros sueños, las cosas que nos encantaban cuando éramos niños y los deseos que pedíamos al soplar las velas de cumpleaños. Hablamos del medio ambiente, de la religión y de nuestras pesadillas. Discutimos acerca de sus películas favoritas y mis libros preferidos. Si esta noche hubiera sido una cita, habría sido la mejor cita de todas. Él y yo, inmersos en un mar interminable de opiniones sobre cualquier tema.
Benjamín estaba regresando de usar el baño cuando preguntó "¿Sabes qué hora es?"
No tenía idea. Ni siquiera me había preocupado por mirar la hora, pero al observar su rostro supe que no era temprano. "¡¿LAS 5AM?!" te equivocas, si que es temprano. "¿En qué momento? Wow, con razón tengo tanto sueño".
"Debería irme" mencionó.
"O podrías quedarte y ver el amanecer conmigo" dije a modo de broma. Creo que la hora me estaba afectando un poco. O tal vez su perfume.
"Me quedo a ver el amanecer, pero aceptas que te invite a desayunar"
"¿Desayunar?" respondí riendo.
"Serán las 6am, los cafés comenzarán a abrir", lo miré con confusión, "Ya sabes, esos lugares que venden desayunos. Suelen abrir en la mañana, generalmente se les conoce como cafés", señaló con tono burlón.
"Se lo que son los cafés, genio", respondí volteando mis ojos. Pasé una mano por mi cabello y después de suspirar dije: "No podemos salir, estaríamos cruzando límites".
"¿Salir a desayunar es cruzar límites, pero quedarnos juntos hablando hasta las 6am no lo es?" Preguntó.
"Hablar no es romper los límites, pero aceptarte una invitación a comer considero que lo es". Se que todo lo que he hecho estas últimas horas podría ser cuestionable pero aún me queda conciencia y aceptar esto sería como darle paso a una cita.
"Está bien" dijo mientras tomaba su chaqueta para irse. "Sabes, si fuera tu novio, estaría loco por ponerte un anillo en el dedo".
"¿Por qué?" pregunté con confusión.
"Estas aquí con un hombre que te atrae, con el que te gusta hablar y te diviertes y aún así, con la tentación y la oportunidad a tus pies, te resistes. No permites que sobrepase tus barreras. Eso es respetable sabes", dijo mientras abría la puerta "Eso hace que me gustes más", añadió antes de irse.
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MIENTRAS NADIE VE
RomanceEstaba segura de lo que quería en mi vida, supongo que sigo estándolo, continúo con los mismos principios, metas y sueños. Pero ahora está él. Bueno, estaba. En realidad, nunca estuvo. Esta es la típica historia de dos personas de mundos totalmente...