La sigo cuando pasa junto a mí y abre la puerta, entrando a su habitación.
Desde el momento en que pongo un pie en ese lugar, mi nariz se llena de su exquisito aroma que está impregnado en el aire y en cada uno de los rincones.
Ella prende la luz, pero evita a toda costa que nuestros ojos se encuentren. Está empapada, con el cabello suelto y tiene lodo por todas partes, aparte que parece estar temblando.
—Vas a resfriarte—le digo, dando un paso a ella.
—Hasta hace unos momentos no tenía frío —responde, pero mira hacia cualquier cosa que no sea yo.
Aun así, no mira el piso, no baja el mentón y eso me hace sonreír internamente.
—Pero ahora lo tienes, deberías darte un baño de agua caliente...
—Estoy bien—me interrumpe, y puedo ver cómo aprieta la mandíbula.
—Por favor—le digo, haciendo que lleve la vista hacia mí—Mientras tanto, voy a poner las mantas en el suelo, para poder dormir.
Lo digo para que sepa que mantengo lo que dije, aunque me cueste demasiado trabajo poder lidiar con tenerla tan cerca y no poder perderme en sus brazos.
Ella solo agarra unas prendas del armario y se mete al baño sin decir nada. Escucho cuando le mete seguro a la puerta y el agua comienza a escucharse mientras cae.
Me permito quedarme parado unos instantes en la habitación, sin moverme, solo cierro los ojos y aspiro su aroma dulce. Exquisito, si me lo preguntan.
Es una maldita tortura estar sin ella.
Mi instinto me gritaba todos los días que saliera de la habitación y la hiciera mía. Mi cuerpo y mi alma la llamaban a cada minuto que pasaba, y el compresor era para mí como tomar veneno.
Aún es así, porque el celo no acaba, y el compresor se irá hasta el último día.
Estoy en la etapa en la que no quiero sexo, no quiero nada de eso. Esa la pasé a punta de dormir y tomar ese maldito líquido que alguna vez me juré nunca tomar.
Pero justo por ella es que yo rompo todos mis juramentos.
Ahora mismo solo quiero olerla, saber que la tengo a mi lado, tener su olor y su calor, como ya se lo dije a ella. Solo quiero saber que ella está aquí, que no va a irse y que es mía. Quiero meter mi nariz en su cuello y así permanecer eternamente.
Desde la primera vez, solo quiero meter mi nariz en su cuello y aspirar su olor a todas horas. Esa fragancia que se hizo para mí. Y yo sé que ella también quiere hacer lo mismo conmigo. Siempre. Por que nuestros olores se hicieron perfectamente para el otro. Para poner a bailar nuestras almas desde el momento en que pensamos en el otro.
La anhelo incluso desde antes de conocerla. Siempre supe que al encontrarla, todo sería tan intenso que apenas iba a tener tiempo de respirar para mí mismo. Y no me equivoqué en lo absoluto. Es más, lo que me imaginé no igualará nunca lo que ella me hace sentir.
Tiendo una manta en el piso y agarro otra para taparme y una almohada. Las tiro junto a su cama y me aseguro de agarrar las que huelan más a ella. Es auto tortura, pero no me importa.
Si el simple hecho de tenerla cerca y no poder perderme en ella, es una tortura.
Ahora mismo siento un inmenso frío. Ella está igual que yo, porque temblaba y sé que no es por que estaba empapada de agua llovediza.
Las feromonas que mi cuerpo está soltando ahora mismo no son sexuales, son cálidas. Por lo que su cuerpo reacciona de la misma manera, pidiendo la misma calidez que pide el mío.
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Luna Llena De Amor
FantasyPrimer libro de la saga: Amor de Fantasía. . . Una profecía. Dos almas gemelas. Una Vampira. Un hombre lobo. Hambre de ambos. ¿Qué pasará cuando Esmeray se dé cuenta de que es la última hembra de su especie? ¿Qué pasará cuando se dé cuenta de la p...