Para mi no sorpresa, ella me deja ir un golpe en el hombro y esconde más la cara en mi pecho. Sé que se ha sonrojado.
Quiero creer que su actitud no está siendo influenciada por mis feromonas cálidas, las cuales la hacen doblegarse y ser de una manera empalagosa, pero en realidad no sé ni siquiera si yo lo estoy siendo.
Y pensar en lo mucho que yo me reí en la cara de Aqman o hice una mueca de asco cuando Clarisse y él eran empalagosos.
Y ahora mismo no me importa si alguno de ellos se me ríe en la cara, porque no quiero soltar a mi mujer ni dejar de hacerle cariños.
Su estómago hace un ruido. Muy fuerte.
Escucho que maldice por lo bajo y evito reírme.
Tiene hambre.
—No es hambre, son lombrices.—dice con frustración.
—Eso no sonó a una lombriz, de seguro tienes anacondas ahí dentro.
—Tú también tienes una anaconda y no te digo nada.
¿Eh?
Vaya, vaya.
Pero mi anaconda no pide más comida que su carne.
Por demasiado agotado físicamente que esté, no puedo evitar que la piel se me ponga de gallina con la mínima fracción de feromonas sexuales que deja salir.
Trago grueso e intento reírme, sacarle gracia al asunto para no tener que dejarme llevar.
Con todo lo que tengo retenido con el compresor y todas las ganas que le tengo a ella, no quiero saber lo que podría hacerle si llego a dejarme llevar.
Enterrar mi nariz en su cabello es una salvación, ya que está impregnado de calidez.
Ella no sabe que cuando salga de esta habitación, va a estar mucho más marcada por mí, y yo mucho más marcado por ella.
Su estómago vuelve a sonar y ahí si le hablo, ya que debe de tener hambre y tomando en cuenta su estado de salud en los últimos días, es mejor que intente comer algo.
—Vamos a la cocina, tienes que comer algo.
—No quiero...
—Tienes que comer algo.
—Pero yo...
—No tengas miedo, no vas a vomitarlo, yo estaré contigo.
Parece que doy en el punto, porque su mano aprieta mi brazo y percibo la tensión en su cuerpo.
—Pero, ¿y si...?
—No lo harás, yo estaré contigo.
Se queda en silencio un momento más y luego percibo como asiente contra mi pecho, se sienta sobre mi torso y casi siento frío cuando sus brazos dejan de rodearme.
Puedo decir que se ha hecho un maldito vicio tenerla sentada encima de mí, es tan malditamente refrescante y relajante tenerla encima...
Es la gloria misma.
Sus mejillas están muy rosadas, al igual que sus labios. Sus luceros verdes brillan y su piel pálida hace contraste con su rojizo cabello.
Noto que sus ojos también me estudian, pero dejan de hacerlo en cuanto nuestras miradas se encuentran.
Sus mejillas se ponen más rosadas y se lleva una mano a la boca.
—No me veas así.
—¿Cómo te estoy viendo?
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Luna Llena De Amor
FantasyPrimer libro de la saga: Amor de Fantasía. . . Una profecía. Dos almas gemelas. Una Vampira. Un hombre lobo. Hambre de ambos. ¿Qué pasará cuando Esmeray se dé cuenta de que es la última hembra de su especie? ¿Qué pasará cuando se dé cuenta de la p...