As de corazones [GoNana] [One Shot's]

• Una eterna maldición •

— Por favor, resiste, Shoko viene en camino.—Nanami contenía las lagrimas, pero su dolor era tanto, que estaba a punto de rendirse.

Entre brazos llevaba el débil cuerpo de Goyo, quien se debatía entre la vida y la muerte, luego de recibir un gran ataque en lugar de sus queridos alumnos, entre ellos, su hijo.

— No es necesario que te molestes, ya es muy tarde para mí. Es mi cuerpo y yo se lo que pasa con el... desearía haber comido más mochis antes de venir.— Decía por lo bajo con una pequeña sonrisa en el rostro, tenía frío, incluso entre los días que prestaba el verano. 

— Deja tus juegos para después, aun hay tiempo, no hables más.— Estaba desesperado, no sabía que hacer, en ese momento y más que nunca se maldecía internamente a sí mismo por no ser capaz de usar rituales inversos.

—Lamento irme en tan mal momento y no poder acompañarte, es una verdadera lastima, me habría gustado cumplir la promesa que le hice a Yuuji, dile que lo siento.— Ambos habían acordado ir a pescar, solo un par de semanas antes, ahora ya no sería posible.

— Maldíceme... por favor. ¡Maldíceme.!. Deja que algo de ti me acompañe siempre, incluso si es de esa forma.— No pudo más, derramo sus lagrimas sobre el rostro de Goyo, quien estaba sorprendido por escuchar aquello viniendo de una persona tan seria como lo era su pareja.

— Sabes que no puedo hacerlo, podrías morir por mi culpa... ¿Quién cuidaría a Yuuji.?. Nanami... te encargo el resto, por favor, cuida bien de nuestro hijo.— Coloco una de sus manos sobre la mejilla del rubio, pero esta no duro mucho tiempo ahí, cayó al suelo, acompañada por un silencio abrumador.

 Nanami ya no podía sentir la respiración agitada de Goyo, sus ojos se cerraron lentamente, lo sabía, se acabo el tiempo, pero aun así no quería aceptarlo. No estaba listo para dejar ir a la persona más importante para él desde hace mucho.

—Satoru...Susurro para si mismo, antes de abrazar con mucha fuerza el cuerpo del albino, un nuevo tormento se acercaba y él no estaría ahí para apoyarlo.

Más que nunca odiaba ser un hechicero.