— Por cierto ______. Te veías hermosa de color mandarina.
El color subió de inmediato a mis mejillas. De pronto me quedé pensativa. ¿Cómo sabía de qué color había escogido mi vestido?
Miré los paquetes en los que venían las cosas que había comprado. Cerrados.
— ¿Tú crees?
— Si, te ves sensacional. ¿Quieres cenar algo?
— Ahora no, estoy cansada. Creo que iré a dormir.
— Bien, no hay problema. Yo aún tengo que hacer unas cosas. Así que ya ve a descansar.
Asentí, me dio un dulce beso en la frente que provoco un cosquilleo impredecible en mi estómago, y me dirigí a su habitación. Me coloqué el pijama y me recosté en su cama. ¿Por qué de pronto tan misterioso? ¿Algo pasaba? Divagué unos minutos entre mis pensamientos hasta quedarme dormida.
♦
Una vez más desperté sola en la cama, no sabía ni siquiera si Sebastian había dormido allí por la noche. Un ruido molesto invadió la habitación, busqué enloquecida de dónde provenía y encontré bajo las almohadas el móvil de Sebastian. Alguien llamaba y el nombre en la pantalla decía Mely. ¿Por qué marcaba tan temprano?
— ¿Diga?
— ¿______?
— Sí, soy yo.
— Habla Mely. Justamente quería hablar contigo, necesito que me hagas un favor.
— ¿Un favor?
— Acaban de llamarme de la escuela, y resulta que tengo que ir a hacer algunas cosas por el centro para mis trabajos finales. Mis compañeros de equipo se fueron sin avisarme. ¿Crees que podrías acompañarme?
— Claro que sí. No hay problema. –Dije alegre.
— Entonces en un rato llego a casa de Sebastian por ti.
— Bien, así quedamos.
Corté la llamada y de inmediato me escabullí hasta la ducha, después de 15 minutos ya me estaba vistiendo. Decidí ponerme una polera desmangada color rosa palo con unos pantalones claros y unas botas muy cómodas, presentí que caminaríamos mucho.
Bajé a la sala en cuento estuve lista. Sebastian estaba sentado en frente de la computadora.
— ¿Arreglada tan temprano?
— Si, Mely me pidió que la acompañara al centro.
— Qué bueno que la acompañes. La reunión es a las ocho.
En eso un timbrazo se escuchó. Sebastian abrió la puerta y de nuevo pude ver a Mely con la hermosa sonrisa que siempre llevaba con ella.
— Hola. ______ olvide decirte que la reunión de hoy. ¿Por qué no te llevas tus cosas y nos arreglamos en mi casa?
— Si, así ahorran tiempo y no andan tan apresuradas. –Dijo él.
— Entonces perfecto.
— Las veo aquí por la noche.
Me despedí de él con un apresurado beso en la comisura de los labios. No estaba muy acostumbrada a que otra persona nos mirara. Pero antes de que me fuera me detuvo y me giró hacia él.
— Sé que solo serán unas horas pero te voy a extrañar. –Susurró.
— Yo a ti.
Atrapó mis labios con dulzura. Una sensación nueva atrapo todo mi cuerpo. Después de eso me marché con Mely.
♦
Tomamos un autobús que nos dejó en la zona del centro. El día parecía haberse enfriado y se apagó un poco. Nuestro primer destino fue una grande y antigua biblioteca, dónde Mely tardó como dos horas escogiendo libros. Al parecer tenía que hacer una gran investigación.
Mientras tanto no podría sacar de mi mente aquella sensación anterior, me tenía desconcertada completamente.— ¿Piensas en Sebastian? –Me dijo sacándome de mis pensamientos.
— ¿Qué te hace pensar que lo hago?
— Tu rostro.
— Eres buena. –Reí.
— Entonces adiviné. ¿Lo quieres verdad?
— ¿Acaso lo sabes todo Mely?
— Se te nota. –Dijo hojeando uno de los libros.
Nos miramos así como dos mejores amigas que se entienden sin decirse nada. Después pasamos a diferentes lugares, tomó fotos de algunos edificios y compró algunos materiales. Caminamos durante horas.
♦
Una hora antes de la reunión ya nos encontrábamos en casa de Mely. Me sentí aliviada, tenía miedo e llegar tarde, pero más tenía nervios de ver a Sebastian. Aquella sensación extraña se había transformado en la necesidad de estar con él. Mely me entregó mi vestuario, que había guardado en su bolso.
— Puedes cambiarte en mi cuarto. Yo lo haré en el baño.
— Está bien.
Con sumo silencio me desvestí ya que estaba en su cuarto. Me coloqué el vestido color mandarina sin dejarme de ver por el espejo. Por un momento creí que me miraba como un desastre. El vestido dejaba ver mucho mi pecho y era bastante corto. Me coloqué los zapatos de tacón que Mely había escogido. De pronto ella entró, con un vestido igual de corto color morado.
— ¡Dios mío ______! Te ves hermosa.
— No estoy segura. Tú te ves bien.
— Por supuesto que te ves bien. Ven conmigo.
Me llevó hasta el baño dónde me ayudo a dar unos toques finales. "Tienes que verte perfecta" fue lo último que agregó. ¿A Sebastian le gustaría como me vería esta noche?
♦
Abrí los ojos. Mi cabello lacio se había transformado en unos preciosos rizos y un maquillaje no muy llamativo cubría mi rostro. Me miré perpleja. Por primera vez me sentí bonita, y gracias a Mely. Pude notar su emoción al ver que me había encantado. La abrasé espontáneamente.
— Gracias Mely, me ha gustado mucho.
— Eres una linda persona ______. No hay que agradecer. –Me devolvió el abrazo con cariño. Hacía mucho tiempo que no sentía tal afecto con alguien, ni con Katia. ¿Sería que Mely era mucho mejor? —Debemos irnos, o llegaremos tarde.
— Si, está bien. –Dije soltándola.
— Llamaré un taxi para que nos llevé.
Personas así, no se encuentran en todas partes.
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