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Ya había pasado una semana desde mis constantes chequeos. Soy resistente, resistí a los abusos y descuidos de ese demonio durante aproximadamente 3 semanas, resistí al hambre y al mal entorno en el que me tenía y aún así, lo más triste de todo es que ni con todas esas cosas, se comparaban a todo lo que resistí en mi casa por parte de mi familia.
Pero es irónico que a la vez soy muy débil, tal vez tenga carácter fuerte con las personas, pero si es de una persona que me importa o que quiero, soy completamente manipulable y débil, ni siquiera me tienen que querer para ser así. Por alguna extraña razón sentía que Gyutaro me tenía cariño... No. Lo sabía. Él me lo había confesado, tal vez en el momento lo ví como un humano normal y pensante, y por eso empecé a reclamarle todo lo malo que había hecho.
En ese instante se me olvidó lo que era, un vil demonio, y como todas las cosas malas y repugnantes en este mundo; él también tiene su debilidad. Y me dí cuenta que, si lo que decía no era solo un capricho de él o una estrategia, yo podía ser su debilidad. "La debilidad de una luna superior", pensé, hay un millón de maneras de como puedo usar eso a mi favor para destruirlo. Ya ni siquiera eso, puedo escapar perfectamente y saber que no le hará nada a Amane.
¿O sí?, la verdad mis pensamientos estaba hechos mierda, sentía que no tenía futuro ni a lado de Gyutaro, ni volviendo con los cazadores. De hecho, esta semana en la que he estado solo tomando medicamentos ni siquiera había visitado a la señora Hinatsuru, por lo menos tenía la garantía de que ni Daki, ni Gyutaro le harían algo. Al contrario, ella estaba siendo protegida de otros demonios menores.
Me levanté de mi futón, hace cinco días que ya podía caminar libremente, como tenía que estar bañándome, cambiándome y tomando medicamentos a cada rato, lo máximo que me aguantó Daki en su cuarto fueron 2 días, la verdad fue más de lo que esperaba.
Estaba en la cabaña, la cabaña donde había sucedido de todo con Gyutaro. Pero está vez ya la recordaba con un sentimiento más familiar, ya no la sentía oscura, fría y solitaria, ahora me causaba paz estar viendo la luna y el bosque por la ventana, claro que muy en el fondo esperaba que la silueta de Gyutaro apareciera. Ya no habíamos hablado sobre nuestra "pequeña" pelea, él lo había estado ignorando, todo él tiempo venía preocupado a preguntarme cómo me sentía y cuando ya me vió mucho mejor, solo se sentaba a platicar mientras me veía comer, no me había forzado a tener intimidad con él, ni siquiera me daba abrazos. Eso me hacía sentir mal, de alguna manera me encantaba la actitud de Gyutaro, tal vez antes me daba demasiado miedo pero era porque no existía mi consentimiento.
Había mejorado mucho su trato hacia mi, ya tenía cobijas y distintos cambios de ropa, incluso hasta había traído distintos muebles. La cabaña empezó a parecer más un hogar, él no lo admite, pero yo sé que él reparó algunas goteras mientras yo no estaba.
Estaba acomodando mis distintos tocados, me había traído en total tres, pero mi favorito siempre será el que me trajo el día de nuestra cita. Sentí unos brazos rodeando mi espalda, ni siquiera lo había escuchado entrar. "Definitivamente tengo que volver a entrenar en mis sentidos" pensé, parecía que me había vuelto mucho menos alerta de lo que estaba siempre.