Me puse de rodillas y comencé a levantarme lentamente del suelo. Subí la mirada hacia Luka, quien continuaba riéndose con orgullo mientras se alejaba junto a su banda de amigos.
«Es ahora o nunca», pensé, al ver que estaba desprevenido.
Me puse en pie con las últimas fuerzas que me quedaban. Mi vista estaba borrosa, apenas y podía distinguir quien de los tres era Luka. Me costaba mucho mantener el equilibrio; pero, sin pensarlo dos veces, empecé a correr a toda velocidad detrás de ellos.
—¡Luka! —grité a medida que me acercaba.
Una expresión de duda surgió en su rostro. Regresó lentamente la mirada y, al verme corriendo hacia él, no pudo contener la impresión. Empuñé mi mano derecha y levanté el brazo en el aire, para después, estamparle un fuerte puñetazo en el rostro sin darle tiempo para que reaccionara.
De un momento a otro, Luka estaba tendido en el suelo con una mano cubriendo su cara. Sus amigos no tardaron en reaccionar y abalanzarse sobre mí para tratar de tirarme al suelo. Comencé a forcejear buscando la manera de que no me tomaran por la espalda, pero eran mucho más fuertes que yo. Uno de ellos no tardó en tomar mis brazos enredándolos con los suyos y colocando sus manos detrás de mi cabeza, una posición que limitaba por completo la movilidad de mis brazos.
Con todas mis fuerzas, levanté las piernas y comencé a lanzar patadas al aire. Logré golpear a uno de ellos en el estómago, el cual no tardó en caer al suelo por el dolor. El último de ellos, al ver a sus amigos en el suelo, aflojó el agarre permitiéndome mover mi cabeza con fuerza hacia su nariz. Rápidamente, llevó las manos a su rostro soltándome de una vez por todas.
Miré a mi alrededor, toda la atención estaba puesta en mí. Había un silencio total en el patio de la escuela, todos habían detenido lo que estaban haciendo y ahora esperaban que yo dijera algo. Volteé a ver a Luka, quien aún se encontraba en el suelo, y lo miré directamente a los ojos. Un pequeño chorro de sangre se deslizaba desde su labio inferior pasando por todo su cuello.
—¿Esto es lo que querías? —pregunté seriamente—. ¡¿Estabas esperando que alguien se levantara y te pusiera un alto?! —Volteé a ver a todos a mi alrededor y elevé mi voz lo suficiente para que escucharan—. ¡Y no hablo solamente por mí, hablo por todos aquellos a los que alguna vez en tu vida has fastidiado!... Todos aquellos que nunca tuvieron el valor para enfrentarte a ti y a tu mancha de amigos.
Di media vuelta y comencé a caminar hacia la salida de la escuela.
—¡Maldito! —gritó Luka entre dientes, haciendo que detuviera mi marcha.
—¡No quiero que te vuelvas a meter con nadie más en esta escuela! Si llego a verte haciendo algo a alguien, te las verá s conmigo —dije, sin siquiera regresar la mirada.
—¡¿Quién te crees que eres?! —Escuché cómo se levantaba del suelo y poco a poco se acercaba a mí—. ¡¿Quieres que te recuerde quién es mi padre?! Yo puedo hacer que te expulsen de esta escuela si se me da la...
No dejé que terminara su oración. Rápidamente, me di la vuelta y le dejé ir otro puñetazo en la cara.
—¡Haz lo que quieras! A mí me vienen valiendo igual tú y tu padre.
—¡Hey! —Una voz captó mi atención, regresé la mirada y ahí estaba la directora mirándome con frialdad—. ¡Señor Ashton, a la dirección!
No estaba de humor para seguir alegando con la directora, así que di la vuelta y comencé a correr hacia la salida.
—¡Llamaré a sus padres!
Ya no me importaba nada, tarde o temprano lo iban a saber. A decir verdad, no me arrepentía de lo que hice. Me defendí y, a la vez, defendí a todos mis compañeros. Mi hermana estaría orgullosa de mí. Bajé la velocidad a medida que pensaba qué hacer ahora que me había escapado. No podía llegar a la casa en ese estado; tenía el ojo morado y, seguramente, la nariz rota. De repente, un sonido de cadenas llamó mi atención.
Doblé en la siguiente esquina y ahí estaba, el parque al cual mi hermana me había llevado la semana pasada. No había un solo niño jugando, a esa hora de seguro todos estaban en sus respectivas escuelas. Me acerqué a los columpios y me senté en el de color amarillo. Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, ya había sido fuerte por mucho tiempo, ahora el dolor de mi nariz y mi ojo me estaban matando.
Pasaron varios minutos y yo seguía mirando al suelo sumergido en mis propios pensamientos. ¿Estuvo bien lo que hice? ¿Valió la pena? Era obvio que Luka mentiría y se haría el inocente de nuevo.
—¡Hey, mocoso!
Escuché una voz dulce y familiar a lo lejos. Levanté la vista y vi a Gaby que estaba de pie en la entrada del parque, su pelo castaño revoloteaba debido al aire que corría por el lugar. Tenía una hermosa sonrisa que, rápidamente, fue borrada al ver mi rostro.
—¡¿Qué te paso?! —preguntó sorprendida, dejando caer su mochila al suelo y acercándose a mí.
—Unos compañeros y yo nos peleamos —dije, volteando mi cara hacia otro lado.
—¿Luka?
—Sí... —afirmé desganado.
Ella tomó mi rostro y lo movió de un lado a otro inspeccionando mis heridas.
—En serio te dio duro —murmuró alzando una ceja—. ¿Cómo lo dejaste a él?
Una media sonrisa se marcó en su rostro.
—Peor —dije sonriendo.
Ella siempre sabía cómo levantarme el ánimo.
—Ven... Vamos a casa, te curaré esas heridas —dijo, tendiéndome una mano para que me levantara.
La tomé y comenzamos a caminar. No dijimos nada en todo el camino, supongo que ya no había nada más que decir; en su rostro resaltaba una cálida sonrisa que solo delataba lo orgullosa que estaba de que, por primera vez en mi vida, me había defendido solo.
ESTÁS LEYENDO
Inmaduro Amor Ocasional (CORREGIDO)
Teen Fiction¿Eres capaz de quitar tu mascara y mostrar tus heridas? Daniel Ashton no ha tenido la vida perfecta que un adolescente desearía. Existen momentos dolorosos que lo han hecho sufrir desde pequeño y, aunque trata de ser el chico divertido de siempre, é...