Capítulo 14: Noche de Juegos y Miradas (I)

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El fin de semana se pasó volando y, en menos de lo que canta un gallo, ya era domingo por la noche. Me encontraba despreocupado, recién terminaba de ver el último episodio de un anime que me tenía enganchado y perdí la noción del tiempo.

—¡Josh! —gritó mi madre, desde afuera de la habitación—. ¿No dijiste que ibas a salir hoy?

Miré la hora en la computadora.

—¡Diablos! —grité—. Es tarde... ¡Es muy tarde!

Salí corriendo hacia el baño y, sin detener el paso, me fui quitando la ropa por todo el camino. No me importaba dejarla tirada en el suelo, me aseguraría de ponerla en su lugar al regresar de la feria.

Rápidamente, entré a la bañera y abrí el grifo para darme una ducha corta. El agua estaba fría, pero no podía esperar a que el calentador funcionara. Dany no tardaba en pasar por mí. Su casa quedaba a solo cuatro cuadras de la mía y, con lo puntual que era, ya hasta podía estar esperándome afuera.

—¡Diablos! —grité de nuevo al terminar, había olvidado llevar la toalla al baño.

Salí de la tina y, esperando que mi madre no me viera, me fui corriendo desnudo por el pasillo de la casa. Luego de sobrevivir a un par de resbalones, crucé la puerta de mi habitación y tomé la toalla para secarme.

Estaba temeroso de asomarme por la ventana, pero suspiré aliviado al armarme de valor y darme cuenta que Dany aún no había arribado.

Alboroté mi cabello para terminar de secarlo y me vestí con la primera playera que encontré, luego me puse el gorro verde que estaba colgado en el perchero y salí de la habitación.

Bajé las gradas de dos en dos y, sin más preámbulo, me dispuse a salir al pórtico para esperar a Dany. De repente, una voz ronca interrumpió mi marcha.

—¿A dónde crees que vas?

Un escalofrío recorrió toda mi espalda. Regresé la mirada hacia el lugar de donde provenía la voz, solo para darme cuenta que era mi padre quien se encontraba reclinado en el sillón de la sala.

No recordaba haberlo escuchado llegar, de seguro había sido culpa del alboroto que tenía en el segundo nivel. Ahora ya se había quitado toda la ropa y la tenía apilada sobre el sillón más grande, tan solo se dejó puesto un par de boxers viejos y una playera de tirantes sucia.

Como siempre, reposaba sus pies sobre la mesa de centro sosteniendo una cerveza en la mano. Respiré profundamente y me acerqué despacio, no quería que mi actitud desencadenara un conflicto con él antes de salir.

—Saldré con unos amigos a la feria... —expliqué, él simplemente guardó silencio.

—Tráeme una cerveza.

No lo pensé dos veces, di la vuelta y me dirigí directo a la cocina. Ya era una costumbre en mi casa, cuando mi padre daba una orden, todos teníamos que obedecer o pagar las consecuencias. Ya llevaba un buen tiempo siendo así.

Abrí la refrigeradora y saqué una cerveza de los tantos paquetes que se encontraban en ella. Volví a la sala lo más rápido que pude y estiré mi brazo para que pudiera tomarla. Sin quitar la vista de la televisión, mi padre estrujó la lata vacía que tenía en su mano y la dejó caer al suelo para luego tomar la cerveza nueva y abrirla.

Tragué saliva preocupado, esperaba que no tuviera más para decirme. Él tomó el control de la tv y empezó a cambiar canales como si yo no estuviera ahí. Aproveché el momento para revisar mi celular, ya pasaban de las siete de la noche y Dany no se aparecía para sacarme de la situación.

—Ya... ¿Ya puedo irme? —pregunté temeroso.

Su respuesta fue simple... Nada.

Con el tiempo aprendí que el silencio otorga, y más cuando se trataba de mi padre. Cuando él realmente estaba en contra, no tenía pelos en la lengua para decirlo. Di un paso atrás y me di la vuelta para poder abrir la puerta principal de la casa.

—Joshua...— habló de nuevo haciéndome tragar saliva con dificultad—. No olvides comprar más cerveza.

Asentí con la cabeza y giré la perilla de la puerta para poder salir al pórtico. Una vez afuera, suspiré de alivio al por fin respirar aire fresco. Las conversaciones con mi padre siempre me ponían bajo tensión, eran como un interrogatorio donde cada palabra que decía podía ser usada en mi contra. Volteé a ver hacia todos lados, pero aún no habían señales de Dany.

—A lo mejor y hasta está haciendo el «frutifantastico» con Alex —pensé en voz alta.

De repente, una luz iluminó la calle interrumpiendo mis morbosos pensamientos.

—¡Wow, esto sí que es un milagro! —gritó Miguel desde el asiento del copiloto—. Es primera vez que estás listo a tiempo.

—¡Llevo esperándolos más de media hora! —dije, a medida que me acercaba al auto.

—Seguramente(!) —respondió Dany sarcástico.

—Ven, sube que ya vamos tarde —dijo Miguel.

Éste se bajó del automóvil y se pasó del asiento delantero hacia el de atrás.

—¡Gracias, Miguel! Que buen servicio.

Cogí la puerta del copiloto para subirme, pero de inmediato, fui interrumpido por Dany.

—¡Ap, ap, ap! —Éste colocó su mano sobre el asiento para evitar que me sentara—. Este lugar es para Alex.

—Isti ligir is piri Ilix —bufé molesto, para luego sentarme junto a Miguel en el asiento de atrás—. Alex aquí, Alex allá, para ti todo es Alex...

Dany rio por lo alto y comenzó a conducir.

Aún no entendía por qué tenía que ir ella a una reunión de amigos. Lo peor de todo era que, al parecer, yo era el único que me oponía a esas cosas. ¡A Miguel le daba igual nuestra amistad! Sacudí la cabeza para tratar de olvidar la amargura, no tardábamos en llegar a la casa de Alex y lo último que quería era armar problema.

—¡Hola, Dany! —saludó la pelirroja, en cuanto llegamos.

—¡Hola, Alex!

Diablos... Como odiaba la cara de idiota que ponía mi mejor amigo cuando la miraba.

—¡Hola chicos! —dijo Alex, recordándose de nuestra existencia.

—Hola... —murmuré desganado.

—¿No les molesta si nos acompaña una persona más?

¡Otra persona! Eso si ya era demasiado... Ya tenía suficiente con ella como para estar aguantando a alguien más. Siempre éramos un trio de tontos vagando por el mundo, fuéramos a donde fuéramos, éramos solo: Dany, Miguel y yo. ¿Ahora que seremos? ¡¿Una penta de aburridos?!

—¿De quién se trata? —preguntó Dany, quitándome las palabras de la boca.

—Logré convencerla... —mencionó dejándome aún más confundido, no tenía ni la menor idea de a quien se estaban refiriendo.

De pronto, la puerta de la casa de Alex se abrió dejando ver a la quinta integrante de la noche. Era una chica morena bellísima: alta, delgada y de aspecto refinado. Su cabellera estaba llena de rizos de un hermoso color castaño oscuro que combinaba a la perfección con sus ojos color caramelo. Llevaba puesto una linda blusa amarilla que dejaba al descubierto sus hombros y unos jeans ajustados que llamaban demasiado mi atención,

—Wow... —murmuré anonadado.

El mundo se había detenido por completo para mí. No había nada más que ver u oír, mis cinco sentidos estaban perdidos en su presencia. Me encontraba tan atrapado que solamente tenía dos cosas claras al momento:

Uno: Quería conocer a esa chava a como diera lugar.

Y dos: Tenía la misma cara de idiota que ponía Dany cuando miraba a Alex.

Inmaduro Amor Ocasional (CORREGIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora