✨ Capítulo 10 ✨

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✨ Narra Argentina ✨


 Hoy era el gran día.

Me levanté, me bañé bien bañado, me arreglé bien arreglado como de costumbre... me volví a arreglar de nuevo y... también de nuevo.

Sí... como tres veces, pero lo que pasa es que desde que amanecí siento el estómago con unos tremendo retorcijones... como si te estuvieras cag*ndo, pero no, no era eso.

Me miro al espejo, por enésima vez, y me veo muy bien... pero cuando me fijé bien me di cuenta que tenía puesta la ropa que usé cuando el gringo y "el manzanito" me rompieron las pelotas.

Tiré todo a la mie*da y allá de vuelta meta a buscar qué me ponía.


– ¡Pa', ¿te sentís bien?! – me preguntaba Bs. Aires.

– ¡Sí, ando bien!


Éste entra como si nada, y cuando ve el despelote de ropa que había en mi cama, y yo todavía sacando más a ver si encontraba algo que ponerme, se me queda viendo (y encima, con pantalón negro y camisa roja... las dos espantosas).


– Viejo... ¡vos tuviste que haber sido mujer!

– ¿Por?

– ¡Mirá! – señala mi cama – ¡Hacés el mismo entrevero de ropa que mis hermanas, menos Santa Fe, que por lo menos rescato que lo hace en el ropero!

– ... Cuando te toque a vos me vas a entender. – le dije, mientras seguía en mi insaciable búsqueda.

– Cuando me toque a mí no voy a ser un relajado como todos ustedes.


Suspiré estresado, sí, Bs. Aires podía ser un divino... pero había días que se ponía tan suave como  la caricia de una ortiga.


– Decime qué necesitás. – le dije.

– Yo nada, pero te iba a decir que tenés diez minutos antes de salir de acá.


Me quería morir, entonces agilicé como pude y agarré lo más prolijo que tenía, ni miré lo que era. Después me fijé bien: camisa blanca de mangas cortas, jeans celestes y zapatos blancos. 

¡Pronto! 

De vuelo salí de mi casa, pasé por una florería, y en lo que elegía, llamaba por teléfono a México (porque el chilesito andaba paseando en el territorio de la alemana... sí, tremendo ligue), y no era que le tuviera mucha confianza, pero era el que más al pedo andaba y bueno...


– ¡México, ¿tenés la música?! – pregunté mientras elegía unas rosas.

– ¡Sí, wey! ¡Tengo todo listo para bajarte a la Uru!

– No me la voy a bajar... – dije con molestia – Pero a mi señal, vos hacés sonar la música que te dije que era.

– ¡No problema! ¡Nos vemos compadresito!


Bueno, por lo menos eso ya estaba cubierto.

Mi plan era este: invitarla al restaurante más lindo de mi ciudad, almorzar, y entre charla y charla, dedicarle una canción, me pongo de rodillas y le pido que sea mi novia.

De más está decir que desde el día que decidí confesarme me la pasé planificando todo, lo que más me costó fue eso mismo: buscar una canción que representara todo lo que me hace sentir.

Enamorado tuyo (ArgUru Countryhumans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora