Capítulo cuatro

607 49 59
                                    

❝Fino y Extravagante❞

Despertó con los músculos adoloridos y con baja temperatura, se despertó de manera lenta y gradual, le costó mucho tiempo abrir los ojos y finalmente poder ubicar el lugar en el que estaba, cuando al fin puede darse cuenta de su entorno, lo primer...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Despertó con los músculos adoloridos y con baja temperatura, se despertó de manera lenta y gradual, le costó mucho tiempo abrir los ojos y finalmente poder ubicar el lugar en el que estaba, cuando al fin puede darse cuenta de su entorno, lo primero que siente es un colchón demasiado cómodo.

Las mantas eran sin duda de una buena tela porque pese a la baja temperatura de su cuerpo no tenía ni un poco de frío, se tensa ligeramente al darse cuenta que es una habitación realmente grande y extrañamente personalizada, se sienta para fijarse más en su alrededor y nota rápidamente que las almohadas y todos los colores de su habitación venían de su paleta de colores favorita. 

colores verde azulado y morados, con pequeños y ligeros toques de colores rosados y rojos. Admite en su mente que se nota que es una habitación lujosa, su cama le recuerda a los cuentos de princesas que duermen por mucho tiempo, mira al frente de la cama y en la pared, ve algo que definitivamente es aterrador y lo deja sudando frío. 

Es un dibujo de una ave que extiende sus alas y mira hacia arriba, en cualquier momento no hubiera sentido miedo, pero el dibujo es de su propia constelación, él némesis alado, esta habitación estaba hecha para él, mira a sus lados y se fija que en una de las esquinas hay un porta armas de madera y ahí está su lanza, reposando en ella. 

⎯⎯Qué demonios...⎯⎯

Se levanta de la cama bruscamente y ve que todas las cosas que están en ese lugar son cosas relacionadas a él, ve que hay varios cajones y siente la necesidad de revisarlos, encuentra un escritorio aunque más bien un tocador, se acerca y mira el espejo, se ve a si mismo y está más pálido de lo que es, no hay nada encima de el escritorio.

Tiene seis cajones a los lados, empieza a revisar y ve que ésta su maquillaje rojo y sus brochas con el que se pinta los ojos, las revisa muy bien y suda aún más cuando se da cuenta que efectivamente es suyo, son las que guardaba en la posada Wang shu, se mueve el cabello pensando en cómo han llegado ahí y pasa su mano por su cuello. 

Varias cosas suyas de su propia ropa han desaparecido, se inspecciona a si mismo, su collar de perlas no esta en su cuello, su pequeña hombrera en forma de armadura de una sola pieza tampoco está en su lugar, los adornos de sus caderas tampoco y en un pequeño momento de luminosidad se da cuenta que de hecho tampoco trae sus guantes.

Mira sus manos, las puntas de sus dedos son negras y el negro se va degradando hasta sus nudillos donde finalmente sus dedos tienen el color de su piel, resultados de muchos años de trabajar exorcizando, pero no le importa tanto eso si no los adornos, ya que son preciosos recuerdos de sus hermanos.

Abre uno de los cajones izquierdos y se impacta ⎯pero se tranquiliza también⎯ de que están ahí guardados en un orden pulcro y en perfecto estado, los quita del cajón y se los coloca de inmediato, pero ahora tiene demasiadas sospechas sobre que hay en los otros cuatro cajones, va abriendo cajón por cajón solo para darse cuenta que todas sus cosas ya están en esa habitación.

Devorador De Dioses | AexiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora