Capítulo veinticinco

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❝El lenguaje de las flores❞

Hace más de doscientos años que Xiao no encontraba alguien más fuerte que él, su método de pelea era impecable, una técnica de pelea increíble que le había dejado, maravillado

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Hace más de doscientos años que Xiao no encontraba alguien más fuerte que él, su método de pelea era impecable, una técnica de pelea increíble que le había dejado, maravillado. Un extraño calor se dispersó por su pecho y se quedó en el piso completamente sorprendido, fue un golpe ensordecedor y potente.

Casi como enamorarse.

El Príncipe se acercó preocupado a su duque al ver como no se levantó de inmediato después de su golpe, al estar cerca le dio la mano y Xiao lo miró con los ojos más brillantes que le pudo haber dado nunca, sus ojos amarillos repentinamente dorados, le agarró la mano y con una mirada fija le sonrió. 

⎯⎯Espera, Aether, atácame de nuevo⎯⎯

Aether, repentinamente soltó ligeramente la mano del Yaksha lo que le generó dudas, hace mucho tiempo que llevaban pasando tiempo juntos, pero Xiao jamás había visto que la mirada de Aether se oscureciera tan rápido, el adorable príncipe de repente arqueó sus cejas con confusión y duda. 

⎯⎯¿Qué dijo?⎯⎯ Preguntó, incrédulo.

Xiao se levantó del piso solo cuando el otro lo miró de esa manera, así que esparciéndose el polvo, Aether se echó hacia atrás repentinamente y miró hacia otro lado unos segundos, el duque jamás había visto que su Príncipe reaccionara de esa manera tan de repente, le había visto sonrojarse antes, enojarse, pero jamás... estar tan en blanco.

Xiao siempre había sentido lo que era ser superior. Los humanos, seres simples de carne y hueso no podían hacerle frente, estaba hecho para protegerlo y ellos los alababan, eso era ser un Adeptus, ser un guardián tratado casi como un dios, los demonios no eran casi nada.

La primera vez, cuando cayó al abismo, cuándo toco el gélido piso, anunciando su derrota, fue como volver a quinientos años atrás, donde no era nada. Levantarse una y otra vez solo para volver a ser arrojado al piso, su arma solamente sintiéndose como un juguete entre las palmas de sus manos, regaló una ardiente diversión que le recorrió el cuerpo, se expandió desde sus pies hasta su cabeza, asentándose en lo más profundo de sus ojos.

Lo atacó con su máscara, su método infalible para vencer todo lo que tuviera en frente, pero el rubio le agarró la muñeca de la mano, tan rápido y fugazmente, como si fuera tan delgado como una pluma le estampó contra el piso, tan fuerte y perfecto que generó un ligero agujero en el piso, su cabeza quedó pegada al suelo y se enterró en brazos y piernas los restos del cemento de manera dolorosa, pero el dolor fue divertido, fue emocionante.

En ese entonces sintió como si en vez de pelear, el Príncipe estuviera bailando, su técnica estaba completamente hecha, era perfecta, era tan ligero y pulcro que no te darías cuenta de que te está atacando si no sintieras el dolor agudo que causan, los agarres en su muñeca, los golpes en su lanza y cabeza generaron sorpresa.

Devorador De Dioses | AexiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora