❝Te mataré, con mi propias manos. Te mataré porque me traicionaste. Porque traicionaste el amor que te tenía❞
Xiao se cae al abismo y debe aceptar una nueva vida como un personaje de la corte de un hombre al que odiaba.
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⎯Co...
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Hace años, muchos años, no habían siete naciones. Si no, ocho.
Pero la octava nación Khaenri'ah, era muy diferente a las demás. Solo había una pequeña parte de esa nación en tierra, ocupaba una parte de Mondstadt y de Snezhnaya, lo demás estaba en un territorio al que solo se podía acceder a través de portales que los mismos humanos habían creado.
Ni siquiera Rex Lapis sabía cómo es que la familia Alberich encontró esa parte de Tevyat, sólo la visitó el día que en llegó para destruirla, pero había escuchado maravillas de la octava nación, un reino donde no habían dioses ni nada parecido, solo humanos y máquinas, como lema de la nación se tenía en cuenta el esfuerzo de los seres humanos, las personas más inteligentes salían de ahí.
Alquimistas, brujos, cientificos, poetas, bardos. Era envidiable el hecho de lo mucho que gozaban los humanos ahí, cuando llegó mucho antes de destruir se dio el pequeño momento de apreciar el hermoso terreno, castillos y hogares construidos en colores blancos y celestes.
Parecía como si fuera una tierra increiblemente pura y limpia, a pesar de ser un espacio en el vacío de Tevyat el aire que se respiraba parecía ser más limpio que el de Mondstadt.
Morax en ese momento era mucho más joven de lo que era ahora. Recuerda perfectamente cómo pasó, los siete fueron convocados por Celestia.
A pesar de que los siete fueron creados por los dioses celestiales y siendo el uno de los más antiguos jamás le había visto los rostros a los dioses creadores, solo acataba sus órdenes, así que fue sorprendente para todos cuando recibieron una orden directa.
Exterminar la octava nación con la ayuda de la protectora de los principios celestiales.
Una divinidad completamente aterradora a niveles de poder o energía, incluso magia.
Ese día, todos llegaron a la pelea una vez ella fue capaz de romper la barrera que separa Tevyat con el espacio vacío y fue una batalla sumamente injusta.
La Arconte pyro quemó la nación entera, el fuego cayó de los cielos quemando todo a su paso, El dios de la libertad esparció el fuego creando explosión, las ráfagas de aire sumamente caliente que quemaban los pulmones debió de acabar con un buen porcentaje de la población.
El no tuvo piedad alguna tampoco. Lanzó meteoritos y azotó la tierra con su enorme lanza una y otra y otra vez sin piedad, la diosa electro dejó caer los rayos de la eternidad sobre la tierra, la diosa de la sabiduría esparció plantas venenosas que tenían vida propia y con las enredaderas empezó a destruir, la diosa del amor dejo caer lágrimas de hielo pesado y cortante, la diosa de la justicia se levantó al igual que el agua y ahogó a los que quedaban.
Todo lleno de un poder elemental sofocante, la nación se lleno de reacciones elementales que destruyeron todo a su paso, pero ni siquiera el nivel de poder de los siete juntos fue comparable al cataclismo que causó esa mujer atemorizante, con aquellos cubos negros y rojizos aplastó todo.