Capítulo IX: La decisión de Betty

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Habían pasado dos semanas desde que la vio salir de la puerta del castillo, llorando y alejándose en los brazos de Michell. Sí, podría haberla detenido. Para él era tan fácil hipnotizarla, como decía Mario.

-¿Y cómo la dejaste salir así y tirarse a los brazos de ese idiota cazador de vampiros francés? ¿Igual que? ¿Simplemente hipnotizarla y ella estaría aquí en tus brazos y para tu disfrute? ¿Por qué la dejaste ir?

-¡Porque no lo quiero así! La quiero como nunca he querido a otra, pero quiero que ella también me quiera.

-Esta chica te quiere más que a nada en la vida. ¿No ves cómo ella bebe los vientos por ti?

-Eso fue hasta que supo lo que era. ¡Malditos sean esos vampiros! Podría ser un hombre normal y poder darle a Beatriz lo que se merece y sueña.

-¡Y con lo que sueña eres tú!

-¡No, sueña con un hombre normal con el que pueda casarse en la iglesia como hacen todas las mujeres!

-¡Hombre, reacciona! Has estado acostado en esta cama y no has hecho nada desde que ella se fue. ¡Lo he visto todo menos un vampiro deprimido! ¡Esto es ridículo! Ni siquiera estos juncos congelados están tomando.

-¡No me interesa!

-¡Escucha, puedes hacer lo que quieras! Pero no hay forma de que no mueras, entiende. Si fueras humano, solo se trataba de comer para morir, pero siendo un vampiro, solo sufrirás, tendrás hambre, pero seguirás así: vivo o mejor muerto.

-¡DÉJAME SOLO, CALDERÓN!

-¡Ve tras Beatriz y dile que a pesar de todo la quieres y que sabes que ella lo quiere a él! ¡Pero no seas así!

Armando decide escuchar a Mário y perseguir a Beatriz, disfrazado, y la ve llegar a su casa junto al francés que la trajo a casa desde la universidad.

-¡Qué linda, Beatriz!

-¡Armando!

-¡Oh si, reconóceme!

-No es peligroso que un... mientras andas, siempre puedan querer matarte con una estaca en el corazón, ¿no?

-Sabes que si quieres hacerme esto, te lo dejo. (abre su camisa) ¡Hazlo, mátame! ¡Me haría menos daño que tu desprecio y tu odio!

-¡No lo odio!

-¿No?

Él se pone a su espalda. Dejandole la piel de gallina.

-¿No?

-Usted sabe que no...

Él sonrié y le acaricia los brazos con las yemas de los dedos, lo que la arrepia aún más. Beatriz siente que le tiemblan las piernas. Él la conoce y sabe cómo se ve cuando lo quiere. Luego, posesivamente, le pasa una mano por la cintura y la atrae hacia él. Él le da la vuelta, le aparta el pelo de la cara y suspira.

-¡Oh, Beatriz! (roza su boca con la de ella y toma sus labios suavemente, cuando siente su abandono, profundiza el beso, que se ve obligado a interrumpir por la necesidad de respirar de ella.) ¡Sabes que te amo!

-¡No puedes amar a nadie!

-Una vez fui un humano como tú, no siempre fui así. Fui víctima de una vampira sedienta.

-Entonces, ¿pensabas hacer lo mismo conmigo?

-¡No, yo no lo haría! Si quisiera hacerlo, ya lo habría hecho, ¡pero preferí hacerle el amor! No te haría daño. Por favor, no puedo vivir sin ti. No puedo. ¡Te amo! ¡Ven conmigo, Beatriz!

-Todo lo que quieres es seducirme para que me muerda.

-¡MALDITA SEA! Si quisiera, ya lo habría hecho y no estaríamos teniendo esta conversación, porque estaríamos conectados por toda la eternidad. La tendría a mi lado.

-¡Beatriz Aurora! ¿Qué pasa que estás haciendo ahí fuera que no entra?

-¡Ve ahora! ¡Mi papá me llama!

-Reconsiderar. Te espero en el castillo para que podamos pertenecernos el uno al otro.

-¡Olvidáme!

Betty había entrado, dejando a Armando en la calle. Pronto, se subió al auto, se tocó los labios y se los lamió. En casa, Beatriz no quería comer nada, subió corriendo a su habitación para acostarse y abrazar su almohada.

"Sentí tus labios en mi boca y sentí todo mi cuerpo arder. Me suplicó que fuera con él y mi deseo era ir con él y entregarme una vez más. Por qué tiene que ser así? ¿Por qué no puedes ser un hombre normal?

(Escribió Betty) Dijó que si hubiera querido no me habría hecho el amor sino que me mordió y sería suyo por toda la eternidad."

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MI VAMPIRO ERÓTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora