Capítulo IV: El baile erótico

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              La música estaba animada y todo el mundo bailaba, lógicamente había tiempo para las baladas. Mário bailó con Patricia y Armando con Betty. Betty apoyó la cabeza en su pecho para poder sentir mejor esa fragancia de su cuerpo y dejar que él la presionara contra su cuerpo. Estaba muy emocionada. Como sabía Mário, ella era virgen, no sabía nada de hombres, siempre fuera muy tímida, pero esto hombre la volvia loca, así movia su cuerpo contra el de él, poniéndolos a mil. Ya había bailado con otros chicos en fiestas universitarias, entre ellos Nicolás y Michel, pero ninguno la dejaba así, tan entregada en sus brazos. Debido a que Armando la tenía tan abrazada y presionada contra su pecho, era difícil para él resistirse a que ese cuello lo tuviera tan disponible. Entonces, aprovechando la oscuridad, se acercó a su boca y comenzó a besar su cuello.

-¡Ay! (suspiró Betty)

-¿Le gusta?

Comenzó a lamer, provocando en ella gemidos y que se aferrabara aún más a él. Beatriz estaba temblando, por lo que Armando sintió una extraña sensación. Al mismo tiempo que se sintió emocionado y vio que una parte importante de su anatomía estaba creciendo, sintió que sus dientes también crecían mientras lamía ese cuello. Estaban en la penumbra, bailaban en un rincón, sería tan fácil hundir los dientes allí, ella gritaría, pero pensarían que solo eran gemidos.

-Oh, Conde. ¡Ay!

Nunca le habían lamido el cuello y lo agradable que era para Betty sentir esa lengua enorme, carnosa y fría en su piel cálida, así que Betty se aferró a él aún más y pudo frotar su erección.

-¡Ah! (él suspiró, sintiendo el cuerpo de ella sobre su miembro)

Había pasado mucho tiempo desde que se había convertido en vampiro que no tenía ese tipo de deseo y una mujer no lo tocaba así.

Esta sensación lo desconcertó.

"¿Cómo puedo sentir esto? Ya no soy un hombre corriente. ¿Todavía puedes disfrutar de las formas normales? ¡Olvídalo, Mendoza! "

Se acercaba a su cuello y estaba a punto de hundirle los dientes cuando Betty volvió a tocar su excitado miembro, voluminoso escondido entre esos gruesos pantalones negros que él usaba.

Aunque Betty nunca antes había estado con un hombre, tenía amigas que le contaban cosas, entre ellas Aura María, Sandra, Mariana, todas experimentadas, especialmente, Aura María le había dicho qué hacer cuando estuvera con un hombre.

"¡Y de algo puedes estar segura, Beatriz Aurora, este es tu hombre! ¡Y él también la quiere!"

Dividido entre el deseo humano de seguir frotándola y de morderle el cuello como la bestia en que se había convertido, Armando estaba desgarrado, en la parte inferior su voluminoso paquete apuntaba a Betty y en la parte superior su lengua lamía su cuello, preparándola para la mordida.

En este momento, Michel Doinell se acercó a la pareja.

-¡Betty! ¿Que haces ahi?

Al escuchar la voz del humano, Armando sacó los dientes y luego volvió a los ojos marrones, creyendo que el humano rubio no había visto nada. Pero si no hubiera visto sus dientes, no podría decir lo mismo de su erección.

-Oj oj oj Michell, estamos bailando. ¿Conoces ya todo el castillo?

-No y ni siquiera quiero conocerlo.

-Oh, Michell, ¿por qué estás así?

-Necesito hablar contigo (dijo poniendo una mano en su brazo)

-Oye, ¿qué crees que estás haciendo? (preguntó Armando)

MI VAMPIRO ERÓTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora