Capítulo III: Un grupo valiente, un vampiro festivo y un francés al acecho

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      Lo peor es que la juventud nos hace valientes y desafiantes, por eso algunos de los jóvenes habían disfrutado de la experiencia y se habían arriesgado a volver otra noche, Mário, astuto como era, trató de darles la bienvenida, ante las protestas de Armando, que no lo hizo. Armando ni siquiera parecia el dueño del lugar. Humano o vampiro, Mario seguía siendo un manipulador y lo manipulaba a su antojo.

-Entonces, ¿los dos viven en la casa? (Preguntó uno)

-¿Solos? (preguntó otro)

-¿Son gays? (otro más)

-¡PARA NADA! (los dos negaron)

-¡Armando es mi hermano, por sangre!

-¡Pero no se parecen a nada!

-¡Es solo que somos de padres diferentes!

-¡Oh! Pensamos que eran homosexuales.

-¡O vampiros ja ja ja! (dijó el segundo)

-¿Nosotros? ¡Estas cosas no existen! (dijo Mario, bromeando)

-Pero ¿por qué nos expulsaste y nos asustaste?

-¡Es solo que no deberías estar aquí! (dijó Armando) ¿Su mamá nunca les dijo que no deberian invadir una propiedad privada y que esto es un crimen?

-¡No le hagan caso, siempre ha sido tan gruñón! (dijó Mário)

Beatriz miró a los ojos a Armando, quien a pesar de todo, no apartó la mirada. Nicolás no estuvo en esta reunión, por razones obvias.

-¿Viste que no somos tan malos?

-¡Son buena gente! (dijó uno de grupo)

-¡Una vez fuimos jóvenes como ustedes y sabemos que solo quieren fiesta y fiesta! (continuó Mario) Ustedes serán siempre bienvenidos. Traigan a sus amigos. ¿Tienen más amigos?

-¡Sí y más chicas!

-Interesante. ¡Sangre joven, siempre buena! (Mário le da una palmada a Armando en la espalda)

-¡Lo que queríamos es organizar una gran fiesta en el castillo!

-¿Sólo gente joven como ustedes?

-Sí. (Mario se rascó los dientes)

-Pero no sabemos si dejarían...

-¡POR SUPUESTO QUE NO! (dijo Armando)

-¡Por supuesto que sí!

-¡Mario no!

-¡Déjame resolver eso!

Armando no entendía por qué Mário siempre lograba convencerlo, aunque sabía que sus intenciones no eran buenas, se alejó para no discutir y se fue a la cocina a beber jugo de remolacha con sangre. Beatriz lo siguió.

-Eh, ¿qué haces aquí?

-¿Por qué estás tan malhumorado y triste?

-¡Si lo supiera, no preguntaría!

-¿Y por qué es así?

La niña llevaba un vestido holgado con un escote discreto, pero que resaltaba su hermoso cuello. Al ver ese cuello tan delicioso y suculento pidiendo ser degustado, Armando comenzó a molestarse, más aún con ella insinuándose hacia él, y comenzó a sacar con fuerza el jugo.

-¿Qué bebida es esta? ¿Es jugo de mora?

-¡No, no es!

-¿Puedo tener un poco?

MI VAMPIRO ERÓTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora