Temporada 2 - Capítulo 6

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Me siento aliviado al ver que Sett está allí cuando entro en la clase de arte de sexta hora. Teniendo en cuenta que el señor Robins nos ha mantenido muy ocupados en clase de lengua y apenas hemos hablado durante el almuerzo, estoy impaciente por pasar un rato a solas con él. O al menos tan solos como se puede estar en un aula con otros treinta estudiantes. Sin embargo, después de ponerme el blusón y sacar mis cosas del armario, se me encoge el corazón al ver que, una vez más, Gray ha ocupado mi lugar.

—Vaya, hola, Aphelios. —Me saluda con un gesto de cabeza mientras coloca su lienzo nuevo en «mi» caballete. Yo me quedo allí de pie, con los brazos cargados con mis cosas y mirando a Sett, que está tan inmerso en su cuadro que ni se da cuenta de mi presencia.

Estoy a punto de decirle a Gray que se largue de mi sitio cuando recuerdo las palabras de Juvia sobre que odio a la gente nueva. Y, por miedo a que tenga razón, esbozo una sonrisa y coloco el lienzo en el caballete que hay al otro lado de Sett mientras me prometo a mí mismo que mañana llegaré mucho antes para poder reclamar mi lugar.

—Decidme una cosa: ¿qué estamos haciendo aquí, colegas? —pregunta Gray, que sujeta un pincel entre los dientes y nos mira a Sett y a mí.

Esa es otra. Por lo general, el acento británico me resulta encantador, pero en este chico rechina, lo cual se debe probablemente a que es falso. Quiero decir que resulta obvio que lo finge, porque solo se le nota cuando quiere hacerse el guay.

No obstante, en cuanto esa idea me viene a la cabeza, me siento culpable. Todo el mundo sabe que esforzarse demasiado por parecer guay es otro signo de inseguridad. ¿Y quién no se sentiría un poco inseguro durante su primer día en este instituto?

—Estudiamos los «ismos» —respondo, decidido a mostrarme agradable a pesar de la comezón que siento en el estómago—. El mes pasado pudimos elegir el que quisimos, pero este mes todos estamos haciendo fotorrealismo, ya que nadie lo eligió la última vez.

Gray me recorre con la mirada: desde el flequillo demasiado largo hasta las zapatillas negras (un minucioso examen que atraviesa mi cuerpo y me provoca una sensación rara en el estómago pero no de las buenas).

—Vale. Así que hay que conseguir que parezca real, como una fotografía —dice con los ojos clavados en los míos.

Me enfrento a su mirada, una mirada que él insiste en mantener durante unos segundos demasiado largos. Pero me niego a dejarme intimidar o a ser el primera en apartar la vista. Estoy decidido a seguir con el jueguecito mientras dure. Y, aunque puede que parezca inofensivo, hay algo siniestro y amenazador en él, como una especie de desafío.

O puede que no.

Porque, justo después de que esta idea cruce mi mente, Gray dice:

—¡Los institutos norteamericanos son alucinantes! En mi país, en el viejo y lluvioso Londres—guiña un ojo—, la teoría siempre prima sobre la práctica.

Al instante me siento avergonzado por haber pensado mal. Porque, según parece, no solo es londinense, lo que significa que su acento es real, sino que Sett, cuyos poderes psíquicos están mucho más desarrollados que los míos, no parece alarmado en absoluto.

Todo lo contrario, el chico parece caerle bien. Y eso me sienta incluso peor, porque demuestra que Juvia tiene razón.

En realidad, me siento celoso.

Y posesivo.

Y paranoico.

Y, por lo visto, es cierto que odio a la gente nueva.

Respiro hondo y hago un nuevo intento: paso por alto el nudo de mi garganta y el de mi estómago con la intención de mostrarme amigable, aun cuando eso signifique tener que fingirlo al principio.

—Puedes pintar lo que quieras —le digo con un tono de voz alegre y afable, el tono de voz que utilizaba en mi antigua vida, la que llevaba antes de que toda mi familia muriera en un accidente y Sett me salvara convirtiéndome en inmortal—. Solo tienes que lograr que parezca real, como una fotografía. De hecho, se supone que debemos utilizar una fotografía para mostrar nuestra fuente de inspiración y, por supuesto, también para la evaluación. Ya sabes, para poder demostrar que hemos conseguido representar lo que pretendíamos.

Echo un vistazo a Sett, preguntándome si ha escuchado algo lo que he dicho, y me fastidia ver que ha decidido elegir su cuadro en lugar de comunicarse conmigo.

—¿Y qué está pintando él? —pregunta Gray mientras señala con la cabeza el lienzo de Sett, una ilustración perfecta de los campos en flor del Reino Espiritual. Cada brizna de hierba, cada gota de agua, cada pétalo de flor todo es tan luminoso y tangible que parece como si estuvieras allí—. Parece el paraíso. —Asiente con la cabeza.

—Lo es —susurro, tan asombrado por el cuadro que respondo con demasiada rapidez, sin pararme a pensar lo que he dicho. El Reino Espiritual no solo es un lugar sagrado, también es nuestro lugar secreto. Uno de los muchos secretos que he prometido guardar.

Gray me mira con las cejas arqueadas.

—Entonces, ¿es un lugar real?

Antes de que pueda responder, Sett sacude la cabeza y dice:

—Eso le gustaría a el. Pero me lo he inventado, solo existe en mi cabeza. —Luego me mira y me envía un mensaje telepático: «Cuidado Aphelios».

—¿Y cómo vas a aprobar el trabajo si no tienes una foto que demuestre que existe? —pregunta Gray.

Sett se encoge de hombros y sigue con su pintura. Sin embargo, Gray sigue mirándonos con los ojos entornados y una expresión interrogante. Sé que no va a dejar correr el asunto, así que lo miro y le digo:

—A mi novio no se le da muy bien seguir las normas. Prefiere hacer lo que le viene en gana. — Recuerdo todas las veces que me convenció para que no fuéramos a clase, para que apostara en las carreras y cosas peores.

Cuando Gray asiente y se gira hacia su lienzo y Sett me envía telepáticamente un ramo de rosas rojas, sé que ha funcionado: nuestro secreto está a salvo. Así pues, meto el pincel en un poco de pintura y me pongo a trabajar. Estoy impaciente por que suene el timbre para que podamos irnos a casa y empezar con la verdadera lección.

Después de clase, recogemos nuestras cosas y vamos al aparcamiento. Y, a pesar de mi intención de mostrarme agradable con el chico nuevo, no puedo evitar sonreír al ver que ha aparcado en el otro extremo.

—Nos vemos mañana —le digo, aliviado al ver que por fin voy a perderlo de vista; porque, a pesar de que todos parecen fascinados por él, yo no siento lo mismo por más que lo intento.

Abro la puerta del coche, dejo la mochila en el suelo y mientras me siento le digo a Sett:

—Yuuji tiene ensayo y yo me voy directo a casa. ¿Quieres seguirme? —Me giro y descubro con sorpresa que está delante de mí, balanceándose ligeramente de un lado a otro con una expresión tensa en el rostro—. Sett...¿Te encuentras bien? —Alzo la mano para apoyar la palma en su mejilla en busca de calor o humedad, de alguna señal que demuestre inquietud, aunque en realidad no espero encontrar ninguna. Y, cuando Sett hace un gesto negativo y me mira, durante una décima de segundo, su rostro queda pálido. Sin embargo, vuelve a la normalidad en un abrir y cerrar de ojos.

—Lo siento, es solo que tengo una sensación rara en la cabeza —dice mientras se pellizca la cicatriz del puente de la nariz con los dedos y cierra los ojos.

—Pero creía que tú nunca te ponías enfermo, que nosotros no podíamos ponernos enfermos ¿Estaba equivocado? —pregunto, incapaz de ocultar mi nerviosismo mientras recojo la mochila del suelo. Quizá se sienta mejor si toma un trago de la bebida inmortal, ya que él necesita mucha más cantidad que yo. Aunque no estamos muy seguros de por qué, Sett cree que tomarla durante más de seis siglos le ha creado una especie de dependencia, con lo que necesita tomar más y más cada año que pasa. Lo que significa, probablemente, que yo también necesitaré más con el tiempo. Y, aunque parece que falta mucho para eso, espero que me enseñe cómo fabricarla para no tener que molestarle siempre que necesite un nuevo suministro.

No obstante, antes de que pueda decir nada, coge su botella y da un buen trago, me estrecha contra su cuerpo y aprieta sus labios contra mi mejilla para decirme:

—Estoy bien querido pastelito lunar, de verdad. ¿Echamos una carrera hasta tu casa?

ETERNO (SettxAphelios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora