Capítulo 40

151 21 7
                                    

Debo de haberme desmayado, pero solo por un instante, porque cuando abro los ojos ella sigue encima de mí. Tiene la cara y las manos manchadas con mi sangre mientras canturrea y susurra cosas para convencerme de que me rinda, de que me deje morir de una vez por todas y acabe con todo esto.

Pero aunque tal vez antes sintiera la tentación de hacerlo, las cosas han cambiado.

Esta zorra mató a mi familia y va a pagar por ello. Cierro los ojos, decidido a regresar a aquel lugar: todos estamos en nuestro coche, riéndonos, felices, llenos de amor. Contemplo la escena con mucha más claridad que nunca, ya que ahora no está enturbiada por la culpa. Ahora ya no me siento responsable.

Y cuando siento que las fuerzas crecen en mi interior, la aparto de mí de un empujón. Ante mi, un arma aparece de nuevo, igual que la otra vez. La miro, pronuncio el nombre de Gravitum y de un disparo la envío al otro lado de la estancia. Contemplo cómo vuela hasta una pared destruida y el ángulo antinatural que adopta su brazo cuando su cuerpo se desploma sobre el suelo.

—Crescendum— y de suelo emerge una torreta que amenaza a Raynare. Si se acerca no tendré compasión alguna.

Raynare me mira con los ojos abiertos de par en par a causa del asombro, pero no tarda en ponerse en pie y en echarse a reír mientras se sacude la ropa. Y cuando se abalanza hacia mí, vuelvo a arrojarla al otro extremo. Esta vez golpeada por mi arma y la torreta. Observo cómo cruza volando el patio, cómo atraviesa las puertas correderas rotas y provoca una explosión de cristales rotos que inundan la estancia.

—Menuda escena del crimen estás montando —dice mientras se retira las esquirlas de cristal de los brazos, las piernas y la cara. Las heridas se cierran tan pronto como están limpias—. Impresionante, de verdad. Estoy impaciente por leer lo que dicen los periódicos de mañana sobre esto. —Sonríe y se abalanza de nuevo sobre mí, completamente recuperada y decidida a ganar—. En tu cabeza ya estás acabado—susurra—. Y, si te soy sincera, tu patética demostración de fuerza y autosuperación resulta de lo más innecesaria. En serio, Aphelios, eres un pésimo anfitrión. No es de extrañar que no tengas amigos; ¿así es como tratas a todos tus conocidos?

—Severum.

Mi arma cambia a mi sorpresa de tamaño y de potencia, y con la velocidad de un rayo, le impacta de lleno en el cuerpo.

—Estoy preparado para hacerte atravesar un millar de ventanas si es necesario. —Pero apenas he terminado de completar el pensamiento, cuando siento un horrible y agudo dolor. Observo cómo Raynare avanza hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja, pero estoy tan paralizado que ni siquiera puedo detenerla.

—Eso es lo que se conoce como el viejo truco de «cabeza en un cepo con dientes de sierra». —Suelta una carcajada—. Siempre funciona. Aunque, para ser justa, traté de avisarte. Lo que pasa es que no quisiste escucharme. De verdad, Aphelios, ha sido tu elección. Puedo incrementar el dolor. —Entorna los párpados mientras mi cuerpo se parte de dolor y cae al suelo. Las náuseas me retuercen el estómago—. O puedes Dejarte morir. Así de fácil y sencillo. La elección es tuya.

Intento concentrarme en ella mientras se acerca a mí, pero apenas puedo ver nada y mis extremidades están muy débiles; Raynare no es más que un borrón que se mueve a toda velocidad, y sé que no puedo dispararle con precisión.

Así que cierro los ojos y pienso: «No puedo permitir que gane. No puedo dejarla ganar. Esta vez no. No después de lo que le hizo a mi familia». Pero una pensamiento de mi hermana aparece entre mis pensamientos, y repito lo que su ilusión me dice.

—Severum, vigilia de luz lunar.

Y cuando disparo con mi arma, con el cuerpo débil, flojo y derrotado, me sorprendo al ver que le acierto en mitad del pecho, aunque solo de refilón. Trastabillo hacia atrás sin aliento; sé que no ha sido suficiente, que no he conseguido nada.

ETERNO (SettxAphelios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora