XXIV.

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Ese día tenía prisa. Mi madre iba a salir de la ciudad y debía llegar temprano para que me diera las llaves junto a sus instrucciones de como sobrevivir dos semanas sin ella.

Pero Beel estaba afuera de la universidad, esperándome.
Y otra vez tenía la sudadera azul.

—Quiero hablar contigo.

Solía tener ojeras, pero ese día parecía que sus ojos se habían hundido un poco más.
Habían ligeras marcas rojizas en su piel que sobresalían de su cuello, muy poco gracias a la prenda.

—Eh... sí, claro.

No sé cuánto tiempo pasamos entre su nerviosismo, pero sé que se me haría tarde y mamá se pondría furiosa.

—Quiero estar contigo. Me gustas.

Ojalá el tiempo se haya detenido justo como sucedió en mi cabeza.

La emoción se asentó en mi garganta, sin dejarme hablar.

Tomé su mano mientras intentaba controlar mi respiración.

—Es mutuo. Muy mutuo.

Él asintió con la incomodidad de no saber qué sigue.

—¿Podemos hablarlo más a fondo otro día? por favor, es que tengo algo de prisa.

—Oh... claro. Cuando quieras.

Debí preferir la ira de mamá.

...

Dogma [Beelzebub x Tesla]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora