Capítulo 5.

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Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Aquí os traigo el capítulo, que lo disfruten.

ADVERTENCIA: El lemmon a continuación podría no ser del gusto de muchos, así que se recomienda discreción.

Gracias por sus comentarios y por agregar la historia a la lista, os quiero mucho.

A leer.

Capítulo 5.

"..No puedo lograr terminar el día

Sin pensar en ti al final."

«No llores, Isabella, ni siquiera he comenzado».

Con mi posición boca abajo sé que estoy indefensa y que no tengo muchas posibilidades de gritar porque, ante el miedo y demás situaciones de riesgo, mis cuerdas vocales se vuelven inútiles.

-Edward... Edward... -gimo en súplica. Él jamás había actuado de esta manera, por tanto no sé qué esperar; estoy aterrada.

-Creíste que lo mío sólo eran amenazas vacías ¿verdad? -se mofa- Creíste que mi trato siempre diplomático o, en su defecto, dócil, no cambiaría ni aunque hicieras la mayor de las locuras.

-No me hagas daño -continúo murmurando, y tiemblo cuando el oscila la hoja de la navaja en mis ojos. Aparto la mirada.

«Volveré contigo» anuncio «Pero, por favor, suéltame».

Su agarre certero alrededor de mi cuello cede, y el mullido sillón se mueve un poco cuando él retira su cuerpo de encima de mí. Recupero el aliento y me incorporo sobre el sofá; ahora estoy sentada.

Él está restableciendo su carácter sutil. Guarda la navaja en su pantalón y se acomoda el cabello con ambas manos, luego me mira, completamente tranquilo, y me hace un gesto con la cabeza.

-Ve por tus cosas, nos vamos a casa.

-¿Qué?

-¿A caso no pensaste en lo prontamente cumplidas que se verían tus palabras? -se acerca al sillón y yo me hago hacia atrás.

-Edward..., estás loco -Sí, sabía que había dicho que regresaría con él, pero fueron palabras mencionadas bajo el efecto de la adrenalina. Ahora que todo ha pasado, me rehuso a volver allí.

-Sí, Isabella, muy loco, pero esto es lo que tú me haces a mí. Elevas todas mis sensaciones a un nuevo nivel, eres como un demonio personal.

Me pongo de pie, debo intentar algo antes, no puedo rendirme tan fácil.

-Empuñaste una navaja hacia mí, ibas a matarme -rememoro- ¿Y aún así piensas que voy a irme contigo? Eres un peligro tanto para mí como para Anthony.

-¡Yo jamás me atrevería a hacerles daño, Isabella! ¿Por quién me tomas?

-¡Ibas a hacerme daño! ¿Cómo puedes tomarlo tan a la ligera?

-¡Tenía que presionarte de algún modo! -replica e intenta agarrarme, pero me muevo lejos y le hago una advertencia de que no se acerque.

«¡Tenía que amenazarte!»

-¡Eso te hace más enfermo aún! -no me importa gritar y que Tony se despierte. Con suerte alguien ahí fuera escuchará el escándalo y llamará a la policía.

«¿Cómo te atreves a venir aquí, vuelto loco y con mirada de asesino? ¿No deberías estar en tu maldita luna de miel, a lado de tu esposa? ¡Déjame vivir mi vida, Edward! ¡Deja de ser tan jodidamente egoísta!»

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