Capítulo 7: Flashback Pt. II

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Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

U.U Yo lo sé... La inspiración y mi musa tan volátil tienen la culpa.

Pero espero consideren que la espera valió la pena.

Capítulo dedicado a Cecilia Molinares Wilson, porque está de cumpleaños. ¡Yúju!

A leer.

Capítulo 7: Flashback Parte II.

Narrator's POV.

Edward pensó que Isabella se veía completamente adorable toda sonrojada y temblorosa.

Le había dado una copa de vino para que el alcohol desatara un poco más de la personalidad que ella le había demostrado los pasados días que poseía. Mas sin embargo, ella estaba sentada en el sillón, con la copa sobre el regazo y la mirada sobre el suelo.

Él fue a pararse frente a ella, que tardó diez segundos en alzar la vista.

-Isabella -pronunció len-ta-men-te.

Ella entendió aquel llamado. Se puso de pie y tragó duro.

-Edward -musitó.

El intercambio de nombres fue su ritual para deshacerse de sus identidades laborales. En ese momento él no era su jefe, era Edward; ella no era su asistente, ni la dulce señorita Swan. Era Isabella.

Después de quitarle la copa, él tomó sus manos entre las suyas y la llevó a la habitación a un paso cadencioso. Él la miraba en todo momento. Isabella era toda respiración y rubor caliente.

Cuando llegaron a la habitación, él soltó su mano y la dejó en el medio del espacio. Fue hasta el interruptor para encender la luz y cuando se volvió para verla ahí; encogida, colocando a su cuerpo en una posición cóncava y cubierta con los brazos en una especie de súbito pudor, a pesar de seguir completamente vestida, se sintió como un león a punto de comerse al cordero.

Edward pestañeó un segundo y absorbió esa imagen para sí mismo. Sabía que no la olvidaría nunca.

¿Así es como se ve siempre antes de que alguien le haga el amor? Se preguntó, pero de inmediato borró eso de su mente. No quería pensar en cuántos hombres habían tenido a Isabella entre sus brazos.

Hoy es mía, hoy me pertenece.

Se puso frente a Bella en un solo paso, y sonrío de manera enigmática cuando ella batió las pestañas y lo miró a través de estas, en un intento de coqueteo, porque ella estaba muriendo por dentro.

-¿Puedo quitarte la ropa, Isabella?

Ella asintió mudamente y dejó caer los brazos a cada lado de su cuerpo.

Edward llevó sus dedos a los botones de la blusa y contuvo la respiración cuando desabrochó el primero y el segundo. Apenas podía creerlo. Estaba cumpliendo el sueño erótico que había tenido desde que ella entró a su oficina.

El lunar, redondo, pequeño y oscuro estaba ahí, en el valle de los senos recargado un poco más hacia la izquierda.

Continuó con el tercer y cuarto botón. El sujetador era negro y simple, pero a él lo excitó mucho más que cualquier otra pieza de lencería cara.

Cuando la camisa estuvo completamente partida a la mitad y el torso de Isabella estuvo descubierto ante sus ojos, dejando ver esa piel nívea que parecía jamás haber sido tocada por el sol, Edward detuvo sus acciones y subió la vista de nuevo a los ojos de ella.

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