Capítulo 2

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Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Gracias por recibir éste fic de manera tan acogedora.

A leer.

Capítulo 2:

¿Qué tan atractiva puede ser una estudiante de economía, con sus libros y los lentes, y su mundo de números y su timidez?

A diario me pregunto lo mismo; cada vez que mi hijo ríe, cada vez que Edward atraviesa ésa puerta, cada vez que limpio la casa y lavo los trastos; cuando veo mis libros de contaduría en el estante, o imagino aquél birrete de graduación que jamás llegué a usar.

Eddie tira de la falda de mi vestido cuando se sostiene para no caerse.

-Cariño, sabes que en la cocina no -me limpio las manos en el delantal para poder cargarle- Es muy peligroso.

Él me mira como si en serio me entendiera, con sus ojos terriblemente parecidos a los de su padre: grandes, verdes y de pestañas exuberantes.

Lo llevo a su cuna y le pongo delante un montón de juguetes que le fascinan, pero él hace sonidos de fastidio y lanza los peluches al suelo.

Hoy está especialmente inquieto.

«No, mi cielo. Por favor..., quédate quieto un momento ¿sí?»

-¡Nah! -exclama y tira un nuevo juguete fuera de la cuna.

Exhalo.

-Anthony -mi voz seria y firme ocasiona que él me observe fijamente sin emitir ningún sonido- Necesito que me dejes terminar de hacer el almuerzo. Después de que comas te llevare al parque ¿bien? -me sonríe con sus dientes prematuros y pequeños- Ahora juega con Teddy.

Me doy la vuelta y regreso a la cocina para continuar con mi tarea.

Debo aceptar que a veces me sorprende el grado de comprensión de Anthony. Sólo tiene un año, apenas balbucea "mamá" y "papá", y con trasabilleos y caídas logra dar un par de pasos, pero algo me dice que dentro de su mente, es un niño grande.

Mientras la olla hierve en la estufa, paso la aspiradora por la alfombra y los sillones, pulo los muebles y le saco brillo al suelo y superficies con aceite olor a manzana y canela.

El psicólogo dice que ésta es la forma en que canalizo mis frustraciones y enojos; dice que una mejor opción es salir a correr o ir a clases de pintura, pero Anthony es muy pequeño todavía y no acepto la idea de una niñera en mi casa. ¿Y si lo maltrata, o se lo roba?

Le doy de comer a mi hijo, le pongo un gorro de forro de borrego y una chamarra, regalo de su abuela.

-¿Listo cariño? -pregunto ajustando sus agujetas.

El clima es indeciso. El Sol está presente y no hay nubes, pero el calor no es perceptible a causa del viento frío y la brisa marina.

.

.

Alice está en la banca del parque cuidando al par de niños rubios que tiene por hijos, mientras éstos juegan en la resbaladilla.

La conozco desde hace casi dos años, cuando me mudé aquí.

Ella se había acercado para darme un abrazo cuando me vio sentada junto al lago, comiendo un pote entero de helado.

Alice no sabe la historia completa, sólo una parte; porque ella es tan conservadora que sin duda me despreciaría en cuanto le dijera la verdad.

Soy la amante de un hombre que está a meses de casarse.

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